Ciclismo a Fondo

Un gran paso adelante

- Texto Ainara Hernando Foto Bettini Photo

El Giro de Pello Bilbao será recordado dentro de no mucho como un antes y un después. Una carrera que ya se prometía brillante y dorada, que tras esta Corsa Rosa se confirma. No serán ríos de tinta sobre papel mojado que se emborrone. Por encima de grandes o vistosos resultados, lo que ha exhibido el ciclista de Gernika es algo más valioso: una enorme regularida­d que le ha mantenido en el top10 desde el inicio de la carrera y del que no se bajó en ningún momento, desde Jerusalén hasta Roma. Sólo Tom Dumoulin y el vizcaíno pueden presumir de un mérito tan indiscutib­le. El holandés era el líder único y absoluto del Sunweb, pero Pello, 28 años cumplidos en febrero, tenía por delante a Miguel Ángel López, para quien ha trabajado y por el que se ha sacrificad­o en todo momento. Y aun así, nunca abandonó las plazas de honor ni dejó de estar entre los mejores. "El puesto no era algo que me obsesionar­a ni mi objetivo estar entre los diez primeros. Me he visto en una posición privilegia­da". Se la ganó por méritos propios. Sobre el circuito inaugural de Israel, en la crono, Pello fue sexto. Un augurio de lo que iba a ser su Giro de Italia. Bilbao acudía después de ganar la primera etapa del Tour de los Alpes y firmar una más que notable Vuelta al País Vasco. Pero el Giro es otra historia. La confianza, tras una notable Vuelta a España 2017, estaba intacta y la contrarrel­oj inicial le dio las sensacione­s que lo confirmaba­n. Sin embargo, Pello siempre supo cuál era su rol dentro del Astana. Con los pies en la tierra. Sin soñar pero sin renunciar a volar alto. El equipo le dijo que lo quería dentro del top10 incluso teniendo a Superman López en la pelea por el podio. Y Pello Bilbao, fiel, obedeció. Siempre respondió, incluso en las etapas más duras de montaña, cediendo tan solo al final de los puertos más exigentes. Noveno en Sappada y Zoncolan, en la locura de Bardonecch­ia concluyó décimo. El coloso que vio triunfar a Froome le dio una lección. "No me gustan las subidas con tanta pendiente, pero conocer la dificultad del puerto me permitió jugar con cabeza, sin calentarme en ningún momento ni entrar en el juego. Regulé hasta el final sin pasarme". Camino de Cervinia, en la última etapa montañosa, aceleró el paso para ahogar a Pinot junto a todo el Astana y aupar a Miguel Ángel López hasta el podio, asegurando al tiempo su sexta plaza. "Me hace mucha ilusión acabar por primera vez entre los diez primeros de una grande. Una de las cosas en las que he dado un salto con el duro trabajo de este invierno ha sido la regularida­d. Intento correr de manera consistent­e. Quizá no haya aguantado el ritmo de los mejores hasta el final, pero me exprimo para sacar lo máximo de mí". Y acabar tal y como empezó, ocupando la sexta posición de la general. Regularida­d total.

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