El cielo que no llega
Una temporada y media llena de complicaciones ha discurrido desde la eclosión deportiva de Esteban Chaves. Sus podios en Italia -perdió el rosa ante Vincenzo Nibali un día antes de acabar- y España -tercero tras Nairo Quintana y Chris Froome- unidos a las dos victorias posteriores en Lombardía y Giro de Emilia, le auguraban numerosos éxitos del más alto nivel, pero la realidad y los problemas se han impuesto desde entonces. El colombiano de Mitchelton-Scott sigue esperando para llegar a un cielo al que parecía irremediablemente predestinado. Por lo que respecta a su Giro, después de un esperanzador primer tercio culminado en el Gran Sasso a sólo treinta y dos segundos de distancia de su compañero Simon Yates, el bogotano se hundía y desconectaba de la carrera justo después del primer día de descanso, un momento que va camino de ser temido en este tipo de pruebas. "Ni ha caído, ni está enfermo, ni herido. No tenemos ninguna respuesta clara", comentaban contrariados desde su equipo en Gualdo Tadino. Apenas volvería a asomar, finalizando en el anonimato a más de tres horas de Froome. "El Giro es así. Tengo una difícil relación con Italia, amor y odio a la vez. En pocos días he pasado de disfrutar uno de mis mejores días a esto, muy duro para mi moral...", apuntaba resignado. Cinco etapas antes, en la meta de la sexta en el Etna, culminaba con permiso del propio Yates una larga escapada de la que acabó siendo el único superviviente. "Cuando Simon llegó a mi altura me dijo que adelante, que ganaba yo". En los momentos de alegría posterior habría un lugar para el recuerdo a Diana Casas -su fisioterapeuta en Colombia fallecida en accidente de bicicleta- y también para el Doctor Julio Sandoval, su salvador deportivo al mando del equipo que le recuperó para este deporte tras una grave caída en el Trofeo Laigueglia de 2013. En el choque perdió parte de la movilidad de su brazo derecho y se llegó a especular con el final de su carrera. Esteban Chaves completaría el Giro de Italia defendiendo mientras pudo las opciones de Simon Yates, paseando su habitual simpatía por salidas y metas, pero esta vez con un halo de decepción acrecentado con unas sentidas lágrimas en la línea de meta de Jafferau. Dos años después de sucederle a él, su líder y su equipo seguían un camino idéntico al suyo de 2016, sin una maglia rosa final acariciada hasta los últimos momentos.