PROTAGONISTAS
Un primero, diecinueve segundos y un tercero. Líder en Jerusalén, segundo detrás de Dennis, Yates y Froome, y tercero el día del Gran Sasso adelantado de nuevo por el inglés de Mitchelton-Scott y su compañero Chaves. Al año de su estreno como ganador de una gran vuelta, Tom Dumoulin regresó al Giro sin abandonar nunca el top3 diario de la general, pero en casi todo momento con alguien precediéndole. Su segunda plaza cabría considerarla justa visto su rendimiento en carrera. Simon Yates, hasta su fatídica dupla Prato Nevoso-Finestre, y Chris Froome, tomando de inmediato el testigo en el sterrato alpino, fueron los dos contendientes a los que no logró desbancar. "Froome simplemente ha sido el mejor. Intenté todo lo que pude, pero no fue suficiente. Sé que no tengo de qué lamentarme y estoy orgulloso de mí, y del equipo", declaró con la general sentenciada en Cervinia, donde no se giró cuando el jefe de filas del Sky trató de saludarle. Tras una primavera aligerada y consagrada mayoritariamente a los entrenos en altitud, el holandés del Team Sunweb llegaba a la salida israelí como uno de los tres máximos contendientes al triunfo absoluto. La lógica decía que Aru y Froome serían sus grandes rivales, aunque la realidad de la carretera dictaminaría una lucha muy diferente, enfocada a contener a los Mitchelton-Scott y a Simon Yates en particular. Con la contrarreloj de Trento siempre en el horizonte, y sin el terreno y la inspiración de la que hizo gala hace doce meses, buscó minimizar pérdidas esperando remontar en la última semana, tarea que se antojaba complicada a cuatro días de terminar. "Yates está corriendo de modo increíble y mi trabajo no acaba de funcionar. Estoy un poco decepcionado con el resultado, pero habrá que continuar luchando y ver lo que depara la semana", afirmó tras la crono de Trento. Cincuenta y seis segundos le separaban del inglés a falta del último tríptico montañoso.
En Prato Nevoso se atisbó por fin el milagro. Con un recorrido a la medida de sus cualidades y la carrera disputada bajo su patrón preferido, "primero despacio y al final a tope", buscó su momento a dos kilómetros de la meta. "Yates me siguió, pero se quedó al contraatacar Froome. Aunque ha sido un gran día, los próximos esto va a ser muy diferente", explicaba seguramente a sabiendas de lo que aguardaba pocas horas después, una ofensiva de Sky con Chris Froome a la cabeza. "Lo esperaba, sabía que planeaban algo. Estaba bien e hice cuanto pude, pero Froome estaba demasiado fuerte y me resultó imposible seguirle. No tenía piernas para tanto".
REICHENBACH Y LA ABUELA
Aquel día expresó opiniones encontradas y de paso alguna frase para las hemerotecas sobre
la estrategia de caza del anglo-keniata en el grupo en que se encontró. "Entiendo que cada uno haga su carrera y la responsabilidad de tirar fuese fundamentalmente mía, pero cometí un error esperando dos veces a Reichenbach; bajaba como una abuela". Dumoulin no encontró la colaboración de Carapaz ni de Miguel Ángel López, ambos más pendientes del maillot blanco, y con la única ayuda de los Groupama-FDJ al final cedió 3’23’’ que le alejaron del triunfo por cuarenta y seis segundos, sumándole los seis que entregó al día siguiente en Cervinia tras sus postreros intentos por descolgar a un firme Froome. Concluido este periplo italiano parece lógico esperar para las semanas que vienen el anuncio de su participación en el Tour de Francia. El calendario aligerado que viene cubriendo desde enero, con sólo 33 días de competición y 3 vueltas disputadas -Abu Dhabi, TirrenoAdriático y el propio Giro-; el reconocimiento de los tramos de pavés de la novena etapa efectuado en marzo; y alguna declaración de propósitos por parte de sus directores -Aike Visbeek lo confirmaba en febrero en un podcast de su país- e incluso propia, hacen intuir, salvo sorpresa, su presencia el 7 de julio en Noirmoutier-en-l’Île. Sería la primera vez que acuda con intenciones de victoria a la Grande Boucle, prueba donde contaría con el valioso respaldo de Wilco Kelderman y en la que ya ha brillado gracias a sus éxitos de 2016 tanto en montaña -Arcalís- como contra el reloj -Caverne de Pont d’Arc-, pero en la que debería bregar con su inexperiencia en la lucha por la clasificación general. Han pasado 38 años desde el último triunfo de un holandés -Joop Zoetemelk en 1980-, y ahora, con el ciclismo de su tierra viviendo un momento muy dulce, es cuestión de aprovecharlo.