"Un día muy especial"

Si hay un nombre propio de la primera parte de la temporada con el permiso de los 'grandes', ése es, sin duda, Pello Bilbao. Un estelar inicio de año tenía que acabar así, con un triunfo ceremonial. Lo logró en La Rosière, la jornada reina del Dauphiné, que fue casi un calco de la que será 11ª etapa del próximo Tour de Francia. 110 kilómetros y 4 puertos llamaban al toque de corneta, al ataque y la guerra desde el inicio, y así fue. 27 corredores se marcharon ya en la primera ascensión del día, el Montée de Bisanne, entre los que estaba el ciclista de Gernika. El día anterior, en el triunfo de Dan Martin, se había dejado cuatro minutos. "Pagué los esfuerzos del Giro y acabé decepcionado". Buscó resarcirse de salida. "Quería devolverle al equipo Astana el gran apoyo que me había dado durante toda la semana". Pello tenía en el Dauphiné la última estación previa a las merecidas vacaciones después de unos primeros meses de 2018 en los que ha evidenciado un enorme salto de calidad. Una notable Itzulia le llevó a ganar una etapa en el Tour de los Alpes y de ahí directo al Giro de Italia, en el que en ningún momento se bajó del top10 de la general para finalizar sexto, mostrando una grandísima regularidad. La guinda del pastel fue el triunfo en La Rosière. "Me siento muy contento con esta victoria -primera que logra en el World Tour-. Ha sido un día muy especial. Es un regalo para el equipo, para mis seguidores y para mi novia, que está conmigo en los momentos buenos y también me aguanta en los malos". En el último puerto, Pello mantuvo un emocionante pulso con los favoritos, que tiraban por detrás pero no lograron darle caza. "Los compañeros me ayudaron durante todo el día a reservar energías, pero no pensaba en el triunfo de etapa. La ventaja que tenía era muy pequeña, pero cuando nos íbamos acercando a la meta empecé a creerlo posible y ya en los últimos tres kilómetros sabía que iba a ganar, me sentía muy fuerte -confesó-. Es la mejor forma de cerrar la primera parte de la temporada".