GIRO DE ITALIA, 14 DE JUNIO
-¡Es el mejor que podía haber saltado! Al pasar el avituallamiento, Chiappucci, harto de la compañía de LeMond y cuando todo el mundo trata de reponer fuerzas e hidratarse, salta en busca de Miguel, que ya aventaja en 1’14’’ al resto de favoritos. Echávarri habla de coche a coche con el director del Carrera, Sandro Quintarelli. -Miguel os espera, pero hay que colaborar. Ganáis la etapa y Miguel coge el liderato. -Vale, vale, de acuerdo. Echávarri vuelve a ponerse a la altura de Miguel para informarle de que se aproxima un aliado. -Miguel, por detrás ha saltado Chiappucci y sería bueno esperarle. Come, bebe y recupérate un poco. Él gana la etapa y tú coges el amarillo. ¡Ánimo! Miguel asiente. “En esos momentos el ciclista está muy tensionado. Él se la había jugado y ya estábamos metidos en la aventura”, apunta Echávarri. Chiappucci se aproxima a Miguel, que busca con la mirada la llegada de su aliado idóneo para poner la carrera a su favor. Por detrás los rivales se atacan entre ellos. Prevalece el desorden y la escasez de fuerzas. Cuando Chiappucci alcanza a Miguel no hay palabras; con una mirada se lo dicen todo. Los dos están interesados en que la fuga tenga un final feliz. “Durante toda la escapada no nos hablamos, solo nos mirábamos”, recuerda el de Uboldo. La diferencia en la general entre Miguel y Chiappucci supera los seis minutos, por lo que la maniobra de Miguel y el Banesto es magistral. 21ª etapa, Vigevano-Milán, 66 km (CRI) A primera hora de la mañana, Miguel reconoce el recorrido de la última etapa del Giro, una contrarreloj llana como la palma de la mano, junto a Fabrice Philipot. Los dos mantienen la típica charla distendida entre compañeros. -Hoy igual cojo a Chiappucci por detrás. Es la confidencia que Miguel le hace a Philipot, que se queda sorprendido ante el inusual comentario de la maglia rosa. Chiappucci saldrá tres minutos antes y, aunque el recorrido es favorable a Miguel, parece complicado que pueda restarle tal diferencia. Philipot se lo dice a Echávarri, que dirigirá a Miguel en la crono y tendrá como copiloto al ministro de Educación y Ciencia, Javier Solana, que llega a la salida nervioso. -¿Y qué? ¿Qué posibilidades tenemos? Echávarri, sabiendo las intenciones de un Miguel pletórico de forma, le transmite su habitual prudencia y serenidad. -Bueno, ministro, Miguel está bien, es una contrarreloj para él, 66 km llanos, podemos sacar segundo y medio o dos segundicos por kilómetro a Chiappucci. Quizás estaremos cerca de cogerlo, pero el objetivo de hoy es ganar la etapa. En las interminables rectas de la parte final del recorrido se atisba, al fondo, el coche del italiano. La estela de Miguel es espectacular, rodando casi sin moverse con su rostro inmutable. Vuela bien acoplado en su Pinarello blanca con el manillar Italmanubri que ya utilizó en Sansepolcro y con las ruedas Mavic, esta vez lenticular trasera y repitiendo la de tres bastones, más pequeña, de 26 pulgadas, delante. Avanza sin piedad moviendo el máximo desarrollo posible con un plato de 54 dientes y la corona más pequeña, de 12. Va dejando impronta de su poderío físico, mientras Chiappucci nota el aliento del navarro. Ya en las calles de Milán, una estela rosa sobrepasa como una exhalación a Chiappucci. El ministro, eufórico, empieza a gritar y a dar saltos de alegría. Echávarri se incomoda porque sabe lo mal que lo estarán pasando en el coche del Carrera, con su corredor doblado. -Ministro, habrá que comportarse un poco, ¿no? -¡Ah! Sí, sí, perdón. Por un momento, Javier Solana dejó de ser ministro y fue hombre, como si se tratara de un aficionado más vibrando con Miguel frente al televisor. Tras la pasada de Miguel a Chiappucci, el coche del Banesto hace lo propio con el del Carrera casi pidiendo perdón. Echávarri observa cómo dentro del coche de equipo de Chiappucci aplauden la hazaña que está realizando Miguel. Es probable que Miguel quiera dar un golpe moral a Chiappucci de cara al Tour que empieza dentro de tres semanas en San Sebastián. La llegada de Miguel, esprintando hasta el último metro, es apoteósica. Gana la etapa con 2'46'' sobre Guido Bontempi, firmando la primera gran contrarreloj de su carrera. En su trayectoria no habrá muchas más contrarrelojes en las que saque más de dos minutos al segundo. De hecho, solo serán tres más. Miguel se proclama vencedor del Giro de Italia, primer español en conseguir tal gesta.