Desafío superado
El 17 de junio se celebró el Desafío Puertos de Guadarrama. No dudé en acudir a la llamada de la organización de una prueba que llevaba ya un tiempo queriendo vivir desde dentro. se formaron grupos con distintos ritmos y ascendimos la primera dificultad montañosa, La Trampa. No es muy larga, pero sí constante y con un par de rampas en las que hay que tirar de manillar y meter todo el desarrollo. Pronto llegamos al avituallamiento líquido de Navalafuente, agua fresca y tiempo para estirar las piernas y compartir con el resto de compañeros las primeras sensaciones. Continuamos hasta Guadalix de la Sierra, donde nos separamos de los compañeros de club que optaron por la corta. Comenzamos a ascender hasta Miraflores de la Sierra, donde arranca La Morcuera y también el tramo cronometrado. Cada uno con sus fuerzas buscando la cumbre, animándonos unos a otros y empezando a sufrir el calor. A falta de dos kilómetros para coronar, les recordé la aceleración de Landa en favor de Aru, en La Vuelta 2015, momento en el que al gran Dumoulin se le escapó la carrera. Alguno suelta: "Subían un poco más rápido que nosotros ahora", todo vale para hacer la subida más entretenida y restar dureza, al menos mental. Qué maravilla el avituallamiento tras la dura ascensión. Aprovechamos para repasar la presión de alguna rueda con los chicos de asistencia Shimano y comer sandía fresca, plátano, reponer agua en los bidones y algún sorbo al refresco de cola. Tocaba disfrutar del descenso, de las curvas de herradura, pero siempre con precaución que no estamos en carrera. Buscábamos ya el comienzo de Canencia, aunque antes un poco de viento en el Valle de Lozoya. Giro a la derecha y a subir, protegiéndonos lo que podíamos del fuerte sol en las zonas sombrías, que invitaban a no salir de ellas. Arriba tocaba volver a reponer fuerzas. Voluntarios entregados partiendo fruta a destajo, llenando bidones y abriendo refrescos a la vez, que lanzaban palabras de ánimo a los participantes. "Vamos, que ya no os queda nada; lo tenéis hecho". ¿Qué haríamos en este tipo de pruebas sin los voluntarios? Durante la marcha nos sentimos siempre atendidos. Un coche de organización, una moto o un agente de la Guardia Civil de Tráfico invitaban a los vehículos a respetarnos y aminorar su velocidad. Bajada buscando de nuevo el Cerro de San Pedro para afrontar los últimos kilómetros. Después de los exigentes puertos previos, lo pasamos sin apuros. Las ganas de ver la línea de meta y ser finisher ayudaban. Entramos a la Plaza de Toros de Colmenar alentados por los aplausos de los espectadores. Conseguido, habíamos disfrutado al máximo de la marcha, el principal objetivo. Estoy convencido que volveré a estar en la línea de salida de un evento que os recomiendo. Enhorabuena a los organizadores por desafiarnos y a todos los participantes por aceptar el Desafío.