Ciclismo a Fondo

MOTIVACIÓN

- Texto Luis Pasamontes

Tres ejemplos de cómo puede cambiarnos la vida montar en bicicleta.

Con 18 años recién cumplidos llegué a Madrid desde Asturias. Aterrizaba en la categoría amateur y buscaba gente para entrenar, ya que me sentía un poco desubicado. Aquella grupeta era perfecta, plagada de profesiona­les de los que podía aprender mucho y entre ellos había un tipo no muy alto, con una musculatur­a tremenda y al que todos respetaban.

Pregunté quién era y me dijeron que se llamaba Raúl, pero que le conocían como Raúl el de Soto -vive en el municipio madrileño de Soto del Real-. Los entrenamie­ntos daban para mucho, también para hablar de nuestras vidas. Me contó que la suya no había sido fácil, las adicciones le habían jugado una mala pasada pero ahora, afortunada­mente, se había enganchado a la bici y a todo lo que esta ofrece. Me gusta escucharle mientras pedaleo, es el mayor reflejo de que nunca es tarde para cambiar y buscar una vida mejor. Hoy quiero compartir la conversaci­ón que mantuve con él, con mi amigo Raúl de Lanuza. Raúl, tu vida era todo lo contrario a salud, a deporte. ¿Cómo aparece la bici en ella? Mi historia con la bicicleta comenzó en el despacho de un médico. Me recomendó cambiar de vida urgentemen­te. Me lo puso muy negro, fue como un ultimátum. "Tu cuerpo no aguanta más. Estás en las últimas, llevas mucho tiempo quemándolo. Las adicciones te están haciendo un daño enorme". Me asusté mucho. Necesitaba cambiar y me compré la bici porque siempre me había gustado. Veía ciclismo pero como entretenim­iento, no pensando en subirme yo a una. En aquella época era transporti­sta y veía a chicos pedalear con calor, lluvia, frío... Aunque pensaba que estaban locos, lograron despertar mi curiosidad. Gracias a la bici se cruzan en tu vida personas que veías al otro lado de la pantalla y que jamás imaginaste conocer. Así es. Veía a un grupo que me llamaba muchísimo la atención por lo rápido que iban y lo bien que circulaban. Sabían ir a rueda, en paralelo y pegados a la derecha. Guardaban la formación de manera impecable. Un día le pregunté a uno de estos jóvenes si podía rodar con ellos; era un tal Félix García Casas. Me dijo que sin problema, pero el problema lo tenía yo que apenas aguantaba 5 km (risas) También estaban Perdiguero, Rebollo y Castellano­s, además de un grupo de amateurs como Marchante, Castaño, Lobato y, años después, tú. En la bici todos somos iguales, da igual a lo que nos dediquemos o quienes seamos. Pilotos de motos, grandes empresario­s, presentado­res, ganadores de vueltas... pero todos ciclistas. He pedaleado con Pantani, con Virenque o con la selección italiana que venía con Lombardi -Cipollini, Scirea...-. Impensable poder cruzarme con ellos en la vida de no haber sido por la bici. ¿Qué te llamaba la atención de aquellos profesiona­les? Sobre todo cómo os levantabai­s después de una dura caída. Os he visto entrenar con brazos vendados, quemaduras o llenos de golpes y ese coraje de no querer parar me alucinaba. Aunque lloviera, aunque hiciera calor, seguíais adelante. Eso me ha marcado. ¿Qué rutina llevas con la bici? Con buen tiempo me encanta subir Morcuera; es un puerto único para mí. Tirando por lo bajo, suelo subir unas cincuenta veces al año y lo llevo haciendo más de 25 años. Te has cruzado con corredores como Alberto Contador, que tiene el récord de la subida más rápida. Tú también tienes otro... cuéntanos. Sí (carcajada), lo llamo el récord de la hora y se trata de llegar desde Miraflores hasta Morcuera -9,2 km- en una hora. Eso es más difícil que subir rápido. Veo a algunas personas cortar curvas y pienso que pueden provocar accidentes, no sé qué les importa tardar cinco segundos más o menos. Hace tiempo sufrí una recaída de las enfermedad­es que arrastro y me quedaron algunas secuelas. No quiero subir mucho las pulsacione­s y la tensión, por eso hago el tortuga. Disfruto del paisaje oliendo las plantas y para eso mi velocidad es perfecta. Me gusta subir con mi mujer, Alicia, que también pedalea. ¿Los conductore­s nos respetan más ahora o antes? Debo ser honesto y he visto un cambio favorable en el trato al ciclista. Veo a muchos conductore­s dejar distancia, reducir velocidad, etc. No es en todos los casos, pero sí en la mayoría. La gente que va borracha o drogada, esos son otra historia. También tengo que decir que hay ciclistas que no respetan normas: van en paralelo de a tres, se meten al centro de la calzada... No ayudan al coche y hay que decirlo. La bicicleta ha sido importante para tu salud y para salir de todo aquello que te perjudicab­a. Además, gracias a ella vives momentos únicos. Me han dado medicament­os muy agresivos y gracias a la bici he conseguido ir eliminando esos residuos. Estoy aquí en este momento porque pedaleo, lo tengo muy claro. Poder disfrutar de mi nieta es algo que hace años no me hubiese planteado y ahora es uno de los mayores placeres de mi día a día. El ciclismo para mí ha sido trabajo, competició­n, amigos, lugares... ¿Qué es para ti? Para mí es vida, es vivir de verdad. Conocer personas, hacer amigos que comparten la misma pasión. Me alegra pedalear con los brotes verdes, como los denomino, que son los hijos de aquellos ciclistas que conocí hace tantos años. Significa que la vida avanza. El ciclismo es vida plena, aunque pueda sonar cursi.

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