ABRAHAM OLANO
En 2018 se cumplen dos décadas del triunfo en la Vuelta a España de este guipuzcoano ilustre. Es una ocasión idónea para charlar con uno de los mejores ciclistas españoles de todos los tiempos.
Rememoramos el vigésimo aniversario de su triunfo en La Vuelta con el guipuzcoano.
Corría 1992. Yo daba el salto al campo amateur con el Kaiku-Gurelesa, un equipo guipuzcoano, ilustre, de músculo y tradición. Una familia comandada por Joxe Mari Goñi e Iñaki Juanikorena, donde yo sólo era un
pipiolo entre tanto gallo: Urizar, Palacín, Juanan Zarrabeitia, Nijboer, Galarraga, Noguera, García, los Odriozola, Ortego, Goiko, Sagasti, etc., gente con muchísima proyección. A última hora se sumó Abraham Olano. Su andadura por el profesionalismo se había abortado por culpa del fiasco del CHCS. Era el momento de una nueva oportunidad. Ganó Bidasoa, pasó con Lotus el 25 de julio y... ¡zas! ganó. Llegar y besar el santo. Desde ese momento pude decir que había corrido con aquel chaval del ‘culo gordo’. Seguimiento y total admiración, en casa vibramos con su Mundial y cada uno de sus grandes logros. Por suerte la vida nos dio la oportunidad de reencontrarnos en ONCE-Eroski (2001-2002) y fue un máster de profesionalidad en el día a día. Estuvimos juntos en el Tour 2002, ese último maillot de Abraham lo guardo con todo el cariño en mi museo, dedicado y en un lugar de privilegio. Hace ya veinte años que Abraham conquistó la Vuelta a España del 98. El tiempo pasa y cada uno sigue su camino. En su caso, un camino relacionado con el ciclismo y de la cual hoy vamos a conversar.
APRENDIENDO DE UN FENÓMENO
Joseba Beloki: Eres un habitual de las marchas cicloturistas. ¿La última ha sido la Indurain?
Abraham Olano: Sí, eso es, la Indurain. Anteriormente la de Gárate, la Quebranta, la mía y la de Zubeldia. Son las de los que me avisan con algo de tiempo. Es bueno acudir, sobre todo para agradecer a la gente el cariño recibido. ¿Cuál es ahora tu relación con el ciclismo? Sobre todo asesoro a la escuela de Ciclismo Oriako. Intento ayudar a los niños y niñas a que disfruten de la bicicleta, vean el ciclismo como un juego y se diviertan sin presión de los padres. Que vivan a tope la experiencia. Crear acciones como mi Marcha Cicloturista donde toda la recaudación va para la escuela. Este año hemos sufrido una gran desgracia: la pérdida de un matrimonio atropellados mientras hacían el Camino de Santiago junto a su hijo Orats. Una verdadera pena y un palo muy gordo. Intentamos inculcar valores a los ciclistas y deberíamos hacerlo también con los conductores. En ocasiones, y me incluyo, los necesitamos. ¿Cuántos jóvenes hay en el proyecto Oriako?
60 ciclistas. Abarcamos desde escuelas, pasando por algún prebenjamín y hasta juveniles. Nos gusta que maten el gusanillo y rompan esa barrera competitiva incluso entre ellos. A todos nos ha gustado competir; de no ser así en muchas ocasiones optan por otros deportes. Entre Andoaingo, Zizurkil, Goierri y Oriako, quien tenga un patrocinador más potente saca el equipo de aficionados. En este caso ha sido AMPO. Hace ya unos años que saliste de la organización de La Vuelta.
Sí, 4 o 5 ya. ¿Sigues manteniendo el contacto?
Sí, hablo con gente. De vez en cuando me preguntan sobre recorridos, hospedaje de la zona... pero directamente, no. Veo que hay más cosas en las que aportar, se están haciendo muchas mal.