Ciclismo a Fondo

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A 30 kilómetros de la meta de la primera etapa, al paso por la pequeña localidad de Arroyal, Matteo Moschetti (1996, Milán) sufre una dura caída. "Fue él solo", explica Pello Olaberria, ex ciclista profesiona­l y ahora en el staff del Polartec-Kometa. "No se hizo heridas ni rompió la ropa, pero tenía un fortísimo golpe en el glúteo y estaba mareado. No podía ni pedalear bien. Intentó montarse rápido en la bicicleta para enganchar con el pelotón entre coches y le resultó imposible. Yo le miraba a la cara y pensaba: 'Éste se baja hoy'. Sin embargo, se empeñó en llegar". Moschetti se presentó en el Castillo de Burgos quince minutos más tarde que el ganador Gavazzi, en solitario, el último, dibujando eses, tirando de coraje y determinac­ión. Así logró sobrevivir para, al día siguiente, sorprender a propios y extraños en la meta de Castrojeri­z, recta de meta de perfil descendent­e en la cual abusó de la potencia de su motor para imponerse por velocidad y habilidad. "Él es así, un tío con cojones e instinto ganador", define maravillad­o Olaberria. "Deportivam­ente pensábamos que era un ciclista para finales explosivos, pero nos ha demostrado servir también para sprints puros. En lo humano nos ha ganado por su carácter humilde y tranquilo, muy distinto a lo habitual en un velocista italiano". La próxima temporada saltará a la primera división con Trek-Segafredo, que se apresuró a firmarle después de las seis victorias que sumó en febrero y marzo. "Está preparado", asevera convencido el técnico. "El World Tour es otro mundo y sufrirá en las carreras más duras, pero cuando surja la ocasión brillará y a largo plazo se convertirá en un gran ciclista". El carácter y las posibilida­des físicas, sin duda, los tiene.

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