El oro que le faltaba

Con 28 años, el palmarés de Anna Van der Breggen resulta abrumador. Campeona olímpica de línea y bronce en la crono, campeona de Europa, del Giro Rosa, de un sinfín de clásicas belgas y holandesas, le faltaba el oro en el Mundial. Pero a una mujer tan perseverante no se le iba a resistir, aunque le ha costado. Tuvo ímpetu en conseguir ser ciclista profesional. No comenzó con buen pie su trayectoria en 2009 y después de una temporada se recalificó como amateur para regresar en 2012 con el equipo Sengers. Su victoria en el Tour de Bretaña y el Campeonato de Europa CRI le valieron su fichaje por el Rabo Liv, la versión femenina de Rabobank. Ahora milita en el conjunto neerlandés Boels-Dolmans, patrocinado por sendas empresas de alquiler de maquinaria industrial y jardinería. Su idilio con el Mundial tuvo el primer capítulo en 2015, cuando se llevó la plata en la línea y en la crono. Al año siguiente, en el que fue oro olímpico en Río en línea, bronce en la crono y campeona de Europa, además de llevarse la Flecha Valona y la plata en el Europeo CRI, no logró ninguna medalla y en 2017 fue plata en la crono. Le faltaba ese ansiado oro, su sueño, y esta temporada se centró en la tarea, tomándose un respiro en la carretera a partir de junio. Renunció a participar en el Giro de Italia -lo ganó en 2015 y 2017- y se puso a competir en mountain bike con la planificación para el Mundial en la cabeza. "Quiero llegar más fresca a Innsbruck, donde hay un recorrido que me viene bien". Y acertó. "He podido hacer realidad un sueño gracias a mis compañeras de equipo y a tanta gente que me ha ayudado", declaró en meta después de su exhibición.