El mundo de Ibai

Tres personas a las que les debes haber llegado hasta aquí. Jorge Azanza, mis padres y mi hermano.

Una lección que te haya enseñado el ciclismo. Ser constante y trabajador. La disciplina.

¿Quién era tu ídolo de juventud? Me encantaba Sylvain Chavanel. Siempre estaba en la pelea.

¿Sigues el ciclismo cuando no compites? Sí, lo mínimo si no estoy saturado.

¿Cuál ha sido tu mejor momento encima de la bicicleta? En Mallorca, primera carrera del año, cuando en la etapa que acababa en Andratx a falta de 3 km íbamos un grupo de quince corredores. Valverde, Wellens, Moscon... y yo ahí. No sabía

ni dónde estaba.

¿Y el peor? La Volta al Alentejo. Una etapa con 200 km, abanicos y lluvia. Pasé mucha miseria aunque aprendí un montón. ¿Cuándo y cómo supiste que ibas a dar

el salto a la Fundación Euskadi? A principios de octubre del año pasado y gracias a Jorge Azanza, que apostó por mí. Dio mi nombre y por él entré.

¿A quién llamaste primero para contárselo? A mi hermano. Es un sueño que él quería vivir y que se haga realidad en mí le hizo sentirse muy alegre.

¿Con qué victorias sueñas? Una etapa en la Itzulia delante de mi gente.

Una manía confesable. Le doy mucho al 'lap' en el Garmin. Me gusta ver en cada momento los vatios y el pulso que llevo. Entrenando y, sobre todo, en carrera.