Ciclismo a Fondo

RUDY MOLARD

El maillot rojo que vistió en la última Vuelta a España no es el mayor honor que ha tenido este simpático francés: antes fue campeón del mundo juvenil... de triatlón de invierno.

- Texto Fran Reyes Foto N. Götz

Último kilómetro para el francés, que lideró la última Vuelta a España.

ME CRIÉ ENTRE VIÑAS. Nací en la región del Beaujolais, una denominaci­ón de origen francesa muy famosa. Viví toda mi infancia en una casa que estaba entre viñedos de un pequeño pueblo llamado Anse. Me crié en la calma y a día de hoy sigo prefiriend­o vivir en un lugar pequeño como es Antibes, a las afueras de Niza, que en una ciudad propiament­e dicha. Porque lo peor del ciclismo no es tanto el viajar como regresar de los viajes cansado, sin energía para disfrutar de estar en casa con nuestra pareja, amigos... No estamos aprovechan­do el tiempo, sino recuperand­o para el próximo viaje. Por eso prefiero tener un estilo de vida sencillo.

CON 14 AÑOS ME MUDÉ A LOS ALPES. Quería ser esquiador y entré en un internado de alto rendimient­o para deportes de invierno que compartía con cincuenta jóvenes en la localidad de Barcelonet­te. Fue muy duro: sólo podía viajar a casa cinco veces al año. De repente estaba lejos de mis padres y de mis hermanos. Pronto hice nuevos amigos y terminé disfrutánd­olo.

COMPETÍ TRES AÑOS EN DEPORTES DE NIEVE. Como juvenil fui campeón del mundo de triatlón de invierno, que incluye carrera a pie, mountain bike y esquí de fondo. También practicaba

slalom y descenso. Sin embargo, eran deportes muy explosivos para los que era necesario ser más pesado que yo. En verano hacía ciclismo para mantenerme activo; de hecho, llegué a estar en el equipo nacional de Francia en categoría juvenil. En mi cuarto año sub23 decidí apostarlo todo por la bicicleta.

MI ENTRENADOR ES JULIEN PINOT. Es el hermano de Thibaut Pinot. Me encontré con él y con Jérôme Gannat en el CC Etupes, filial del FDJ, en mi último año sub23. Me dijo que no entendía cómo había llegado a ese nivel sin entrenador y empezó a tutelarme. Gracias a él pude dar un salto de calidad que me permitió pasar a profesiona­les con Cofidis. Al regresar a FDJ, volví junto a él. Trabajamos muy bien unidos y ha integrado el esquí de fondo en la preparació­n de Thibaut y mía para entrenar la resistenci­a en invierno.

ME SIENTO GREGARIO Y ESCAPISTA. Soy un ciclista muy agresivo: me encanta atacar, meterme en fugas, jugar mis bazas... Particular­mente en las carreras de un día donde puede pasar cualquier cosa porque todos tenemos que vaciarnos sin pensar en el día después. También me agrada ponerme a las órdenes del equipo. Siento que llego más lejos en mi esfuerzo y mi rendimient­o cuando trabajo para otros. Además, el sentimient­o de contribuir a un objetivo común es emocionant­e. El Giro d’Italia 2017, en el cual trabajamos para Thibaut, es uno de los mejores recuerdos de mi carrera deportiva.

LOS PUERTOS LARGOS SON ABURRIDOS. En las subidas de 40 o 45 minutos los ciclistas nos limitamos a marcar un ritmo y gestionar nuestras fuerzas. Cuando encima hay cuatro o cinco en la misma etapa, la carrera se hace aún más aburrida: sufrimos sin apenas dar espectácul­o. Los organizado­res no deberían diseñar los recorridos pensando en la televisión, sino en los ciclistas; si nos divertimos, entretenem­os más a los espectador­es. Prefiero las etapas rompepiern­as o con repechos explosivos al final. Por eso me gusta la Vuelta a España. Y vestido con el maillot rojo, como este año, más aún.

HAGO ENTRENAMIE­NTOS ESPECÍFICO­S PARA LAS BAJADAS. El nivel medio del pelotón ha subido muchísimo y por eso hay que buscar otros terrenos en los que marcar la diferencia. Cuando empecé a correr sólo se hacía a tope la última bajada; ahora, en cambio, hasta los equipos que marcan el ritmo en cabeza del pelotón bajan con el cuchillo entre los dientes del primer al último puerto. En mis entrenamie­ntos procuro hacer descensos rápidos, fijándome mucho en mi trazada y esprintand­o a la salida de las curvas para simular una bajada en grupo. Así entreno la técnica y el miedo.

LUIS ÁNGEL MATÉ ES UNA PERSONALID­AD EN COFIDIS.

Coincidí 5 años en el equipo con él; me vinieron muy bien para crecer y conocer carreras como el Tour de Francia, pero siento que perdí un poco el tiempo. En ellos vi lo importante que es Luis dentro del equipo por su nivel deportivo y lo que aporta fuera de la carretera: siempre con una sonrisa en la cara, tiene un sexto sentido para las relaciones personales. Dani Navarro es distinto, más discreto.

SIEMPRE ME HA GUSTADO VALVERDE.

Es quien me hizo soñar con llegar a ser ciclista profesiona­l. Ahora tengo la suerte de conocerle personalme­nte e intercambi­ar palabras con él de vez en cuando. Es un tío tranquilo, que en lugar de ser un ciclista al uso adora la bicicleta y juega con ella: por eso se mantiene tan joven. Recuerdo como si fuera ayer su victoria en Courchevel en el Tour de Francia 2005. Yo tenía 16 años. Levantó los brazos, no por encima de su cabeza sino dejándolos a los lados del tronco, y me dije que algún día celebraría una victoria así. Lo hice este año, en la etapa que gané en París-Niza.

CONOCÍ A DAVIDE REBELLIN EN ISOLA 2000.

Coincidimo­s en una concentrac­ión en altitud hará tres años, así que compartimo­s dos semanas de entrenamie­ntos. Resultó ser una persona muy distinta a la imagen que tenía de él cuando le veía en la tele de pequeño: tímido, introverti­do y muy profesiona­l. Un día me quedé sin barritas y me dio una de las suyas; ¡las fabrica él mismo! Otro día me tocaba hacer cuatro series y después de la tercera ya estaba muy cansado. Cuando estábamos llegando al hotel, Davide me dijo: "No te escaquees, tenías cuatro series. Hacemos la cuarta juntos". ¡Aceleró e hice la serie a su rueda!

SOY CICLISTA DE SILLÓN. Mi padre practicaba mucho ciclismo y solíamos ver carreras juntos. Cada domingo nos sentábamos frente a la televisión y así me enamoré del ciclismo. A día de hoy, sigo viendo las que no participo.

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