ACERO Y RASTRALES
La prueba barcelonesa, que dejó de celebrarse en 2008, marcó durante más de cuatro décadas el final de la temporada de ruta española.
La historia de la Escalada a Montjuïc.
Se dice con razón que el calendario profesional de los últimos años es cada vez más extenso y denso a nivel mundial. En paralelo, muchas pruebas de carácter más local sufren para subsistir y encontrar sitio en un circuito cada día más elitista. La Escalada a Montjuïc fue un buen ejemplo de ello. Referente como fin de la temporada de ruta en España desde mediados de los 60, desapareció hace más de una década sucumbiendo a las fuertes exigencias y dificultades que tantas organizaciones encuentran. La última etapa de La Vuelta marca desde entonces la conclusión del año ciclista español. Un epílogo demasiado casual donde el desenlace de la prueba ensombrece cualquier posible resumen y recuerdo de lo acaecido en los meses anteriores. Ahora que el calendario parece recuperarse quizá cabría pensar en crear un evento que rescatase su espíritu. El deporte ciclista de España necesita de un referente como lo fue la Escalada.
DOBLE ARRANQUE
Con la organización del Esport Ciclista Barcelona y la figura de Joaquim Sabaté al frente, la Escalada a Montjuïc nació en 1965. Se celebró en dos ocasiones en su primer año de vida; en marzo en formato de prueba en línea tras la Semana Catalana y siete meses después con el añadido de una crono individual. Federico Martín Bahamontes -retirado tras la segunda Escalada- y Raymond Poulidor abrirían un palmarés carente de fisuras en las cuarenta y cinco ediciones celebradas. La dureza de la ascensión al Castillo sirvió siempre de filtro para evitar cualquier invitado inesperado, quedando un elenco de ganadores donde abundaban los dominadores de grandes vueltas y especialistas en la alta montaña. Únicamente Maurizio Fondriest, José Iván Gutiérrez y Andrei Zintchenko se alejan de esos perfiles entre sus vencedores. Los primeros años vendrían marcados por el dominio extranjero. Al triunfo inicial de Bahamontes le seguiría una racha de ediciones conquistadas por foráneos ilustres: Poulidor -3 victorias-; Merckx -récord con 6-; Pollentier -2-; Criquielion, Thévenet y Motta -1completaron hasta 1980 un palmarés donde sólo asomaron el manchego Jesús Manzaneque y Marino Lejarreta, quien con los años se acercaría a la marca del Caníbal totalizando cinco Escaladas. El suizo Fabian Jeker -3- fue el único que logró aproximarse al belga y al vasco en los últimos años, cuando el palmarés anduvo más repartido y con acento eminentemente nacional.
AGRIO FINAL
El interés por el evento fue creciendo exponencialmente hasta gestarse una matinal ciclista con sitio para la despedida anual de todas las categorías. De cadetes a veteranos pasando por tándem e incluso BTT sobre asfalto, centenares de ciclistas de todas las procedencias cerraban su temporada competitiva en las duras rampas -14% en una época donde los dobles dígitos no abundaban- del Alto del Castillo. La primera mitad de los 90 supuso el último gran periodo de apogeo de la prueba. Tras abandonar la tradicional salida del Poble Sec para moverla junto a los grandes recintos de la Barcelona Olímpica, las ediciones protagonizadas por muchos de los campeones del momento -Indurain, Bugno, Chiappucci, Rominger, Fondriest, Delgado, Zülle o Jalabert- se saldaron con un éxito rotundo a todos los niveles: público, repercusión y sobre todo participación, con cifras de más de 800 inscritos en las distintas categorías. Una paulatina y prolongada decadencia sucedería a esos momentos de gloria, culminando con el anuncio de su desaparición en septiembre de 2008, el mismo día en que curiosamente se presentaba la llegada a Barcelona de una etapa del Tour del año siguiente. Al fallecimiento de Joaquim Sabaté, su primer impulsor, se unirían progresivamente los problemas derivados de las fuertes obligaciones económicas y la falta de televisión, ausencia de estrellas extranjeras y toda clase de apoyos. Por desgracia, desde 2007 -cuando se impuso Dani Moreno- la Escalada a Montjuïc es historia pasada de nuestro ciclismo y, por el momento, parece que sin sucesión a la vista.