CAMPEONATO DEL MUNDO C.R.I.
Dobló a Castroviejo y Kiryienka, desde el primer punto intermedio no dio opción a sus rivales y acabó masacrando a Tom Dumoulin (plata) y Victor Campenaerts (bronce). El único dueño del tiempo es él, Rohan Dennis.
Dennis se sale y eclipsa a Dumoulin.
A Rohan Dennis le gusta tener todo programado y bajo control. Y que todo salga según lo previsto. Como no sea así, se cabrea. Y mucho. Canguro con malas pulgas. El heredero de Michael Rogers, que entre 2003 y 2005 le dio tres títulos mundiales contrarreloj a Australia, siempre ha sido de carácter temperamental. Desde pequeño. Para apaciguar las constantes peleas que tenía con su hermano mayor, los padres les pusieron un bañador, el gorro, las gafas y los metieron en la piscina. A nadar. El deporte que ejercita el cuerpo al completo, el que más cansa, pensaron. Los niños se hicieron más fuertes... pero no se calmaron. Ya de ciclista, Rohan explotaba de rabia con cada derrota o cuando algo no salía bien. La emprendía a golpes y gritos con lo primero que pillase. La selección australiana incluso amenazó con dejar de convocarle, pese a su prometedor futuro, si no aparcaba ese mal genio.
Pero nunca dejó de creer en él. El premio a esa confianza, al trabajo largo y duro, lo recogieron en Innsbruck. ª Son muchos años de esfuerzoº , apuntaba Rohan Dennis minutos después de recoger el maillot arcoíris, ª y se lo debo a esta selecciónº. Los que le enseñaron a serenarse. Aun con la lección aprendida, las manías son incurables. Dennis llegó a Innsbruck con la obsesión de tenerlo todo bajo control. El día anterior a la disputa de la crono mundialista, mientras inspeccionaba el circuito de 52 km sobre el que horas después volaría, unos periodistas lo frenaron. Le recordaron las cinco estrellas que revoloteaban sobre su cabeza como máximo favorito para adjudicarse el oro. ª No digáis esoº , les cortó rápido el australiano. ª No lo digáis más porque como sigáis así, pierdo seguro. Nunca he ganado un título, en ninguna de las categorías, y tampoco he subido al podio ni una sola vezº.
RIVALIDAD CON DUMOULIN
La historia de Dennis con los mundiales es de inquina. Problemas mecánicos, pinchazos... Fue quinto en Ponferrada, sexto en Richmond -tuvo que cambiar de bici a mitad de camino-, quinto en los Juegos Olímpicos de Río -iba en tiempos de medalla cuando se le soltó el acople del manillar-, sexto en Doha y octavo el pasado año en Bergen después de una caída. Desesperante. Como para no sacar toda la mala leche que lleva dentro. Pero nunca dejó de creer. Ni él, ni la selección australiana que tanto le ha hecho madurar, ni su BMC, el mejor soporte posible. Ellos lo han mimado y calmado con el paso de los años, manteniendo la ilusión intacta al tiempo que le hacían grande. Por eso a Innsbruck llegó, al fin, candidato de verdad. Con todo el viaje recorrido sobre lo previsto. Dos triunfos en crono en La Vuelta, uno en el Giro y sin correr el Tour. Fresco como un canguro recién levantado. Y con el marcador de la rivalidad a su favor. Porque de eso, lo que motiva y da morbo, Dennis venía bien surtido. Desde hace tiempo sabe que su enemigo número uno es Tom Dumoulin. Con el afilado holandés lleva años batiéndose por el dominio de las agujas del reloj. Integrantes ambos de la generación del 90, compartieron equipo en 2011 cuando eran las promesas más brillantes
del Rabobank Continental. Dennis ya empezaba a mojarle la oreja en las cronos, fue segundo en la del Tour del Porvenir por delante de Dumoulin y sólo superado por otro aussie, Michael Hepburn. El tiempo quiso que Dumoulin acabara dando el estirón antes que él. En el Mundial de Ponferrada ya se subió a su primer podio, ª y desde entonces he ido por detrás, persiguiéndoleº , admite Rohan Dennis. Creciendo a fuego lento. Así, mordiéndose la lengua, tuvo que aguantar que en 2017 el holandés se llevara el maillot arcoíris de crono en Bergen. Aplacando ese mal genio y transformándolo en fuerza y energía para ganarle algún día. Quién sabe cuándo. Al fin lo ha logrado. Hasta llegar a Innsbruck se habían visto las caras en tres cronos. La primera, el prólogo del Giro en Jerusalén, Dumoulin le derrotó por 2''. En Trento, escenario de la 16ã etapa, Rohan se la devolvió y Tom no pasó del tercer puesto. Meses antes se cruzaron en el Tour de Abu Dhabi, donde Dumoulin sólo fue 12ë en la victoria de Dennis. En marzo, en el cierre de la Tirreno-Adriático, el australiano también se impuso, aunque el holandés se había retirado tres días antes. 2-1. Pero Dumoulin ni siquiera acarició opción alguna en Innsbruck. Dennis saltó a la pista austriaca, entre las bellas montañas tirolesas y el paisaje bucólico, dispuesto a destrozar lo que se le pusiese por delante. Desde el primer punto intermedio lo dejó claro. Allí ya era ocho segundos mejor que el defensor del trono. ª Los primeros kilómetros he disfrutado, me sentí bien porque eran llanosº , confesaba después. Así que se envalentonó. El australiano está aprendiendo a escalar y le está gustando. Se puso a prueba en la ascensión a Gnadenwald y por la cima pasó con más de un minuto sobre el neerlandés y 1'12'' con Campenaerts. Inapelable. ª Pero entonces he empezado a dudar si no me acabaría arrepintiendo de haberlo dado todo en la subida, de haberme exprimido demasiadoº. Cuando Bradley McGee, el consumado croner que le dirigía desde el coche, le cantó los tiempos, le sonaron irreales. Imposible tanta diferencia. ª Bloqueé todos esos pensamientos y pensé que era capaz de hacer estoº. La confirmación de la obra maestra que a cada pedalada estaba firmando se la dieron las figuras de Vasil Kiryienka primero y Jonathan Castroviejo después, al tope de sus posibilidades, con todos sus vatios produciendo energía, a quien dobló en el kilómetro 32 y con veinte por recorrer. Tortura.
ENORMES DIFERENCIAS
Nada que hacer. El mal genio de Rohan Dennis estaba desatado para llevarlo en volandas hacia el arcoíris. En la línea de meta asestó un golpetazo de un minuto y veintiún segundos a Dumoulin y Campenaerts. La plata, por 53 centésimas, fue para su eterno rival. ª Honestamente, pensaba que iba a haber una gran batalla entre nosotros y que la diferencia sería como máximo de diez segundos. En los últimos kilómetros, cuando me dijeron que tenía más de un minuto de ventaja, no podía creerlo y lo di todo hasta la metaº. 49,60 km/h de media.