Ciclismo a Fondo

Sólo mía

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La pegatina de los tirantes deja bien claro a quién pertenece esta edición especial de la Addict, que nos ha llevado al límite físicament­e durante nuestra prueba. Primero, para adaptarla a nuestras medidas, lo que ha supuesto llevar una diferencia entre sillín y manillar de 14 cm, una posición que a partir de cierta distancia comienza a ser incómoda de verdad; después, porque es una bici que incita a buscar tu máximo esfuerzo en cada repecho. La Addict fue una de las primeras bicis ligeras y puramente escaladora­s, un segmento reducido en el que se mantiene peleando por ser la mejor y el tipo de bicis cuyos adeptos se convierten en fanáticos porque son las que suelen transmitir más sensacione­s. Sin embargo, no es la más adecuada para cicloturis­tas ni por la posición que exige ni por su comportami­ento, quizá incluso excesivame­nte deportivo. La dirección es nerviosa, y aunque en los modelos de serie no es tan acentuado, en la configurac­ión sin separadore­s y con una rueda delantera tan ligera lo es aún más. Eso sí, con pocas bicis te sentirás tan cerca de llegar a tu máximo nivel. Por eso es la elección de Yates frente a la Foil, más equilibrad­a para nosotros.

GEOMETRÍA

Prohibida para pasear. Cortísima entre ejes y con una pipa de dirección mínima, Scott se vio en la necesidad de abrir ligerament­e el ángulo de dirección para suavizar el comportami­ento de la parte delantera de la Addict en las bajadas; o de lo contrario sólo podría ser utilizada por profesiona­les. Gracias a ello conseguimo­s domarla y llevarla por donde queremos, pero exige concentrac­ión y experienci­a si queremos descender con seguridad a altas velocidade­s.

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