La fibra
Hay grandes acontecimientos que nos conmocionan y provocan que mucho tiempo después recordemos exactamente qué estábamos haciendo en ese preciso momento. Y luego hay otros particulares que no impactan a todo el mundo, sino a individuos predispuestos a que les lleguen muy adentro por sus circunstancias personales. Son aquellos de los que dicen que te tocan la fibra. La mañana que descubrí la historia de Anna González estaba desayunando en una cafetería. Lectura rápida de El Mundo mientras tomaba el café y por casualidad me detuve en las cartas al director, sección que cuando vas con prisa te saltas en el 99% de las veces. Eran apenas unas líneas, 15 o 20, pero me removieron por completo. No sé si fue la crudeza de lo que contaba, que me afectaba de manera directa por mi puesto de trabajo, o lo maravillosamente escrita que estaba aquella carta, pero mi empatía -palabro que no se estilaba por entoncesse disparó. Salí del local deseando compartir mi descubrimiento. Tres años después he sentido la satisfacción íntima del lector que ve a su escritor preferido en el número uno de ventas o la del fan irredento de un actor que asiste a su consagración al recibir el Oscar. Anna y su #PorUnaLeyJusta han logrado lo impensable: aunar voluntades políticas en un país donde el cainismo debe ser el segundo deporte nacional, sólo por detrás del fútbol. Además he disfrutado del privilegio de tratarla y comprobar que su persona está a la altura de lo que me hizo sentir una fría mañana de 2015 con sus palabras en un diario. En la página 12 os contamos los detalles de la votación que salió adelante en el Congreso de los Diputados y contribuirá a incrementar la seguridad de los ciclistas en las carreteras, pero este mes deseaba darme el gustazo de escribir lo que el cuerpo me pedía a gritos. Enhorabuena Óscar, a tu Anna le han dado el Oscar.