Los Belda, su segunda familia

Cuando Miguel Ángel López era apenas un niño, recién pasado de la montaña a la carretera y empezó a ganar carreras, Rafael Acevedo, exciclista y compañero en su día de Lucho Herrera, le echó el ojo. "Siempre iba a entrenar con él y también me llevaba a correr. Pasaba más tiempo conmigo que con su mujer e hijos", explica Supermán a CAF. "Como en juveniles ya empecé a demostrar que era bueno, habló con Vicente Belda. Un día incluso le gané a Félix Cárdenas un prólogo de 4 kilómetros y le dijo que se fijara en mí porque era un buen corredor. Belda le contestó que quería verme y se quedó en eso porque al año siguiente estuve parado con mi lesión de rodilla. Desaparecí toda la temporada -rememora-, pero reaparecí bestialmente en 2014 y entonces ya se fijó en mí". En ese momento nació una relación que fue mucho más allá de la de un simple ojeador con un ciclista. Belda se convirtió en el segundo padre de López. "Me abrió las puertas de su casa y, desde que pasé a profesionales, entre carrera y carrera he vivido en Cocentaina con él y su familia", que se ha convertido en la suya. "Sus hijos y su mujer son excelentes personas. Ellos son mis padres en Europa. Me quieren mucho y yo a ellos también. Si no eres buena persona, no te quiere nadie. Me aprecian bastante". Hasta el pasado año, su maleta estaba en casa de los Belda. "Iba y venía de Colombia y me quedaba allí, pero el equipo me pidió que fijase un punto de residencia donde establecerme cuando paso bastante tiempo en Europa. Vinokourov me dio todas las facilidades posibles y las gestiones para vivir en Mónaco, que es donde ahora estoy. Pero en Cocentaina me siento como en casa".