De la playa al cielo
Por primera vez, la Escalada al Pico de las Nieves partía desde el nivel del mar, en la Playa del Burrero, por lo que el kilometraje aumentaba hasta los casi 30 km y el desnivel se acercaba a los 2.000 metros. Así, con una estampa preciosa partiendo desde el mismo Paseo Marítimo, casi un centenar de cicloturistas afrontaron el reto de casi tocar el cielo en la que es considerada una de las subidas más duras de Europa. El carácter ciclodeportivo de la prueba quedó claro al pasar por la manta de control de los chips y rápidamente se formó un grupo de menos de diez ciclistas que se jugarían un triunfo con mucho prestigio entre los cicloturistas insulares. Me despedí de ellos poco después de pasar Ingenio, cuando apenas llevábamos 8 km, y pensándolo después en frío fue la decisión más correcta -tampoco hubiese aguantado mucho más, para ser honestos- porque eso me ahorró muchas fuerzas que después me vinieron muy bien. Un par de fotos hacia la playa para ver la altura que habíamos ganado en tan poco tiempo y seguimos hasta La Pasadilla, donde por fin me encontré con el tramo del que tanto había leído, incluso había escuchado divertidas historias de uno de los que más ha contribuido a popularizar el sobrenombre de 'La Pesadilla', nuestro compañero Joseba Beloki. Como es habitual, hasta que no lo compruebas por ti mismo no tomas consciencia de la dureza real de los puertos. Ahora puedo dar fe de que sí, el tramo de la subida al Pico de las Nieves desde La Pasadilla hasta Cazadores -casi 6 km con una pendiente media del 11% con picos que superan el 20%- es muy duro, durísimo, y sólo gracias a la corona de 32 dientes que equipaba la Cannondale Synapse que nos cedió la empresa de alquiler Free Motion pude afrontarlo con tranquilidad y sin sufrir demasiado, incluso manteniendo una amena conversación con Víctor, un triatleta madrileño que compartió la semana pedaleando con su chica. La salida del pueblo deja claro a lo que nos vamos a enfrentar: rectas en las que parece que la bici no avanza y donde nos vemos obligados a zigzaguear y un encadenado de curvas de herradura donde el tiempo parece detenerse. Sin embargo, un pequeño descansillo nos permite tomar aire y renovar energías para las últimas rampas antes del pueblo de Cazadores, donde podremos decir que ya hemos superado lo peor, aunque quede más de la mitad de ascensión. Esa concentración de la dureza en una parte de apenas 5 km me hacía dudar de su dificultad comparado con otros colosos… hasta que comprobé que la parte final también se pega bastante, sobre todo cuando antes de la impresionante Caldera de los Marteles tienes un tramo muy favorable, incluso con una bajada, y en la salida vuelves a encontrarte con rampas que superan de nuevo los dos dígitos. Ya sí, los últimos 6 km son más constantes, con pendientes en torno al 6-7%, y las magníficas vistas del norte de la isla y de la ciudad de Las Palmas hacen muy llevadero el tramo. Giro a la izquierda y por fin vemos la silueta del radar de la cima del Pico de las Nieves, donde nos espera el mirador, un caldito y la satisfacción de haber superado un desnivel tremendo que nos ha supuesto más de dos horas de esfuerzo.