Cariño
Óscar Rodríguez abrió su palmarés sub23 en el Memorial Aitor Bugallo, prueba que se disputa el Jueves Santo en Durango (Vizcaya). Era la segunda vez que levantaba los brazos como ciclista: la primera, como infantil, le costó ser descalificado de la carrera porque en esa categoría no se puede soltar el manillar ni para celebrar la victoria. Una hora después de aquel triunfo que sabía a gloria, una dedicatoria: "Para mi novia Idoia, que hoy quería venir a verme y no ha podido". Hace cinco años y medio que Óscar e Idoia se conocieron. "Es una persona muy importante para mi vida", explica con ternura. "Pienso en una vida en la que no la hubiera conocido y mi conclusión es que ni en el mejor de los casos hubiera llegado a ciclista profesional. Ella me ha ayudado en todos los pasos que he dado desde que está a mi lado, aportándome la tranquilidad y el cariño que todos necesitamos. Intento valorarla cada día y demostrarle que estoy orgulloso de ella". Hace justo un año, 1 de enero de 2018, que ambos se mudaron a un apartamento en Pamplona. También vivieron juntos la Vuelta a España. "Estuvo todos los días conmigo", recuerda Óscar. "Cogió nuestro coche y fue durmiendo cada noche en lo más barato que podía encontrar: que si hostales en Booking, que si habitaciones en Airbnb...". En cada salida le esperaba con una sonrisa en la puerta del autobús del Euskadi-Murias. "Fue un apoyo impresionante". Porque una buena compañía es indispensable para llegar lejos.