Ciclismo a Fondo

In memoriam

-

El día en que el Tour de 1914 ar rancó de París con dirección a Le Havre, el archiduque Francisco Fernando de Austria era asesinado en las calles de Sarajevo, a casi dos mil k ilómetros de distancia. La cascada de r eacciones y alianzas cruzadas que suc edieron a ese magnicidio cristaliza­rían semanas después con el estallido de la P rimera Guerra Mundial. En apenas un mes se sucedían llamadas a la mo vilización de las naciones beligerant­es y el mundo occidental se encaminaba a una tr agedia de proporcion­es nunca vistas hasta entonces. Millones de personas fuer on reclutadas para un conflicto del que recienteme­nte hemos recordado el c entenario de su conclusión tras la firma del Armisticio del 11 de noviembre, celebrado muy cerca de un lugar familiar para el mundillo ciclista, Compiègne, la localidad de salida de la París-Roubaix. Ese día se cerraba un ciclo de cua tro años de dolor y más de dieciocho millones de muertos. A las soflamas y alegatos bélicos de los primeros momentos les sucedería un sentimient­o generaliza­do de pesimismo y desazón frente a lo que aconteció. La muerte había pasado a ser un peaje forzoso del que parecían estar inmunizado­s quienes llevaban el mando. El ciclismo y el Tour de Francia pagarían un caro tributo en una c ontienda que visitó muchos de los esc enarios que hoy en día son fr ecuentados por las competicio­nes celebradas en el entorno de la frontera franco-belga -en la imagen un cementerio de soldados pr óximo al popular Kemmelber g de la G anteWevelg­em-. Algún concienzud­o estudio habla de la desaparici­ón de casi mil corredores de la época contando a ambos bandos, cifra difícil de asimilar bajo el prisma del pensamient­o de un occidental del siglo XXI, y donde se encontrarí­an corredores profesiona­les, aficionado­s y numerosos especialis­tas de la pista. En lo referente ala prueba gala, falleciero­n sesenta participan­tes de sus doce primera sediciones, y entre ellos tres vencedores finales: François Faber, caído en la batalla del Ar to is; Octave Lapize, derribado con su avión; y Lucien Petit-Breton, quien sufrió un desgraciad­o accidente de tráfico durante un permiso. Además de ese infortunad­o tridente, también se perdió aun ganador del Giro, Carlo Oriani. Este italiano del regimiento de los Bersaglier­i moría por culpa de una pulmonía contraída durante la batalla del Caporetto. Con la paz ya recupera da, el regreso se reveló muy duro. Ala crudeza y la precarieda­d del estado de carreteras y poblacione­s se unirían las penurias económicas del momento. Obligaron incluso hasta a constituir un consorcio entre los fabricante­s de bicicletas para permitir equipar a más de la mitad de los participan­tes en el Tour de 1919. En esa edición, primera tras la guerra, se instauró definitiva­mente el maillot jaune para distinguir al líder de la general, prenda de laquees te año se conmemorar­á su centenario y que tomó el color principal de L'Auto, diario patrocinad­or y organizado­r. Por entonces también se le quiso asimilar como símbolo del renacimien­to de la prueba. Qué mejor momento que ese, cuando el Tour volvía tras cuatro años de parón bélico.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain