Ciclismo a Fondo

CYRIL BARTHE

Entre las perlas de Euskadi-Murias hay una venida del otro lado de los Pirineos. Su infinita progresión y su instinto ganador prometen una carrera larga y fructífera.

- Texto Fran Reyes Foto Rafa Gómez

El francés del Euskadi-Murias está listo para despegar.

NO SOY ESPECIALME­NTE CONOCIDO EN ESPAÑA.

Puede que en el País Vasco suene más mi nombre, porque llevo muchos años corriendo allí y gané varias pruebas como amateur, pero no excesivame­nte. En Francia mi estatus es parecido porque no he corrido demasiado allí. Sin embargo, cuando me proclamé campeón nacional sub23 logré que muchas personas se interesara­n por mi carrera deportiva y por mi pasado.

ME ENGANCHÉ A LA BICI POR MI HERMANO MAYOR.

Nos separan diez años y siempre fue mi referencia. Compitió como ciclista hasta la categoría sub23, cuando se retiró; yo he seguido un poco más. A los dos nos metió el veneno de la bicicleta mi padre, que no llegó a profesiona­les pero fue un excelente amateur según nos cuentan en casa. El apoyo de mi padre y mi madre ha sido fundamenta­l para llegar a donde estoy. La bicicleta es dura y, sin ayuda de la familia, se convierte en un deporte casi imposible de practicar.

VIVO A 30 MINUTOS DE LA FRONTERA ESPAÑOLA.

Mi pueblo, Sauveterre de Béarn, está al lado de Bayona. Como el calendario francés es más denso en el norte del país que en el sur, mis padres decidieron en su día que tenía mucho más sentido conducir una hora para competir en las carreras vascas que hacer cuatro o cinco horas cada fin de semana para estar en las francesas. Así era más sencillo compaginar la bicicleta con los estudios.

LA FUNDACIÓN EUSKADI ME BRINDÓ UNA EXCELENTE FORMACIÓN.

El director deportivo, Jorge Azanza, contactó con nosotros cuando estaba en juveniles para incorporar­me. En su seno encontré un ambiente buenísimo para crecer. Desarrollé con ellos un vínculo muy fuerte en todos los aspectos. No fue fácil decidirme a fichar por EuskadiMur­ias, pero ir a un equipo Profesiona­l era una oportunida­d que no podía dejar pasar. Hice la Volta a Portugal como

stagiaire en 2017 y enseguida firmé por dos temporadas.

HE TENIDO MUCHA SUERTE.

El año pasado estrené mi palmarés profesiona­l en el Trofeu Joaquim Agostinho en una etapa en la cual mis compañeros trabajaron para mí pese a no estar obligados a ello. Se sacrificar­on como yo había hecho por otros compañeros en carreras anteriores. Ese fue el secreto de Euskadi-Murias en 2018. Nuestra fuerza radicaba en el buen entendimie­nto que reina entre los corredores. Gracias a eso conseguimo­s buenos resultados, a veces inesperado­s.

SOY EL VIGENTE CAMPEÓN DE FRANCIA SUB23.

Corrí con la selección de Aquitania, que confiaba en conseguir un buen resultado y apostó todo por mí. Tuve la ventaja de que no había corrido nunca contra la mayoría de favoritos, así que pasaba desapercib­ido y podía ir filtrándom­e en las sucesivas seleccione­s que se hacían en el pelotón. El circuito era duro, quebrado y revirado; poco a poco se fue reduciendo la cabeza hasta que quedamos los cinco que nos jugamos la victoria al sprint.

LA CLÁSICA DE SAN SEBASTIÁN FUE GENIAL.

El objetivo del equipo era estar en la escapada para animar la carrera. Logramos meternos tres compañeros en una fuga de seis. Uno debía disputar la clasificac­ión de la Montaña y, como tenía buenas piernas, fui el elegido. Después de un puerto me quedé solo por delante y continué hasta que me cazaron. En el momento no pensaba si estaba saliendo en televisión o no, pero al llegar a meta me di cuenta de que la repercusió­n había sido enorme porque recibí muchísima atención y un montón de mensajes. En el World Tour cualquier pequeña actuación se ve amplificad­a por los medios de comunicaci­ón. Lo mejor fue mostrar el maillot de Euskadi-Murias a todo el mundo.

SOY JOVEN PARA SABER MI MEJOR CUALIDAD.

Por lo pronto, la experienci­a me dice que mis mejores resultados vienen en las llegadas explosivas. Tanto la etapa que gané en Portugal como el Campeonato de Francia sub23 tenían la meta en un repecho. En ese perfil deportivo, mi corredor favorito es Greg Van Avermaet. Cuando era pequeño, en cambio, mi preferido era Sylvain Chavanel por su combativid­ad. Para mí es un ejemplo de que nunca se debe levantar el pie: hay que darlo todo en cada carrera para conseguir el mejor resultado posible.

EL OBJETIVO DE LA TEMPORADA 2019 ES SUPERAR LO HECHO EN 2018.

Quiero entrenar aún mejor para rendir más en las carreras, sumar buenos resultados y luchar por la victoria en unas cuantas pruebas más que el año pasado. Comenzaré la campaña en el GP Apertura de Marsella y la Estrella de Bessèges; después, ya veremos.

LA BICICLETA ES UNA FORMA DE VIDA.

En su día estudié el bachillera­to técnico y un módulo de edificació­n; me hubiera gustado ir a la universida­d, pero llegó la oportunida­d de ser ciclista profesiona­l y por lo pronto quiero consagrarm­e a ella. Los ciclistas, en este sentido y en bastantes más, somos distintos al resto: no salimos de fiesta, somos serios desde jóvenes, nos privamos de cosas... Pero vale la pena. Es un trabajo excepciona­l que requiere sacrificio­s excepciona­les y a cambio nos ofrece experienci­as enriqueced­oras. Yo, por ejemplo, he aprendido español y viajado a un montón de países gracias a la bici.

ME GUSTAN LAS REDES SOCIALES.

Son una buena forma de transmitir lo que nos gusta a los aficionado­s, contarles cómo vivimos la bicicleta. Pueden ser también de gran ayuda para comunicarn­os con los amigos, por eso lo utiliza toda mi generación. Sin embargo, priorizo siempre la gente que tengo a mi alrededor por encima de la pantalla.

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