AL DETALLE
A primera vista, ninguna diferencia con el archiconocido Evade II, el casco aerodinámico de carretera que tantas veces hemos visto en las cabezas de ciclistas como Peter Sagan, Philippe Gilbert o Anna Van der Breggen. Lo que nos interesaba en este test es la renovación que Specialized ha llevado a cabo en su gama de cascos para incluir dos nuevos elementos de seguridad. El más innovador es el ANGI, un pequeño dispositivo electrónico fijado en el sistema de retención trasero que cuenta en su interior con un giroscopio y un acelerómetro capaces de detectar cuando sufrimos una caída. Al captar un incidente, mediante la conexión Bluetooth a nuestro teléfono a través de la App Specialized Ride es capaz de notificar el accidente a los contactos que indiquemos, enviando a su vez nuestra posición. No os podemos decir mucho más acerca de su funcionamiento o de si genera falsos positivos -circunstancia que hemos sufrido con algún ciclocomputador que incluye esta función-, ya que al abrir su carcasa para instalar la pila tipo CR2032 con la que funciona descubrimos que en nuestra unidad de prueba se trataba únicamente de eso, de una carcasa. Mucho más interesante nos ha parecido la otra novedad que incluye. Se trata del ya habitual sistema MIPS que reduce la componente rotacional de las fuerzas que nuestra cabeza recibe cuando sufrimos un impacto. La innovación viene de que no es la típica lámina plástica fijada con gomas que encontramos en la mayoría de los cascos y que perjudica, por regla general, la evacuación de calor, sino que encontramos un desarrollo propio de Specialized junto a MIPS que integra el sistema en las propias almohadillas del casco. Para conseguir el funcionamiento deseado las almohadillas se laminan sobre una tira plástica que permite su deslizamiento, mientras que en los puntos de fijación una pequeña goma elástica las abraza y fija al casco con los habituales velcros. Son esas pequeñas gomas las que realizan la absorción del movimiento de giro. Simple pero ingenioso, a la vez que solventa el principal inconveniente del MIPS convencional ya que, como hemos podido comprobar durante el test, la ventilación no difiere en nada del Evade II que ya conocíamos salvo en la parte frontal, en la que la lámina plástica que se sitúa bajo la almohadilla nos ha generado más sudoración en la frente -incluso en estos días de frío invierno-, llegando en alguna ruta con las gafas llenas de gotas de sudor. Quizás el próximo paso deba ser que estas láminas plásticas reciban microperforaciones o el uso de algún material transpirable que mejore este aspecto. Por lo demás, no tenemos más que alabar el diseño de este Evade, que mantiene un peso envidiable para un casco aerodinámico con MIPS y un ajuste a la cabeza que podemos calificar de perfecto. De hecho, la mejor prueba es que sólo ciñendo el sistema de fijación el casco permanece firmemente colocado en su posición mientras que regular sus correas es cuestión de un minuto. Por cierto, nos encanta el cierre magnético que cada vez vemos en más cascos. Sencillo de poner y quitar incluso con gruesos guantes de invierno y con el que decimos adiós a esos pellizcos que más de una vez nos hemos llevado en el cuello al fijar un cierre tradicional.