Ciclismo a Fondo

PETER SAGAN

Los años han calmado a Peter Sagan. Ya no es ese niño que se cabreaba por perder cualquier carrera, ese potro desbocado. Ahora vive, disfruta y es feliz con lo que hace. Claro que lo que sigue haciendo es ganar. En el fondo, el resto, ¿qué más da?

- Texto Ainara Hernando Fotos Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport

El genial eslovaco concedió audiencia a Ainara Hernando.

Aunque no todo es tan fácil como parece en la vida de Sagan. El ciclista divertido, el hombre espectácul­o. No es fácil que tres periodista­s hagan cola mientras otra lleva a cabo una entrevista, que los tiempos estén marcados, que no se pueda ir más allá. Tampoco que fuera, tras la puerta del hotel en el que esos plumillas esperan su turno, haya una decena de chavales ansiosos, con sus padres, como si ahí dentro se alojase Justin Bieber y estén aguardando a que salga para pedirle autógrafos y suplicarle una foto. Él lo lleva bien, qué remedio. La vida, el ciclismo, tiene que continuar siendo una fiesta porque él quiere seguir un rato más bailando al son de su bicicleta.

SER FELIZ

¿En qué momento de la vida te encuentras? En que, con todo lo que he hecho y conseguido hasta ahora, me siento más tranquilo. No soy ese joven que siente que en cada etapa y cada carrera debe hacer algo. Porque la única cosa que como seres humanos tenemos que hacer es morir. Mi punto de vista en el momento presente es vivir la vida y disfrutarl­a de manera plena. Ser feliz. Si ganas una carrera más o menos, no cambia nada. ¿Antes no lo veías así?

No, estaba mucho más estresado. Tenía mayor presión encima, también la que yo me ponía porque quería hacerlo bien en todas las carreras donde participab­a. He aprendido que a veces la clave no es obsesionar­se en hacer siempre cosas. ¿Cambiando esa mentalidad se gana más?

No, pero se vive mejor. Y después, lo que llega lo tienes que aceptar. Sea bueno o malo. ¿Cómo se mantiene la motivación alta con todo lo que has ganado para querer seguir haciéndolo? Quizás es como cuando empiezas en un trabajo nuevo. Al inicio siempre estás atento, lo quieres hacer bien, trabajas más de lo que en realidad debes... En cambio, después tú mismo encuentras el camino que te indica cómo afrontar las cosas. Te conoces mejor y disfrutas con lo que haces. Creo que esa es la llave para mí. Quizás dentro de unos años me cambie la mentalidad.

¿Entonces, más que motivación, es saber disfrutar de las cosas como vienen? Sí, sobre todo saber ser feliz con lo que tengo. Querer hacerlo siempre bien, pero sin estrés. ¿Qué te falta por ganar?

¡Muchísimas carreras! Pero ahora depende de si las quiero ganar o no. Por ejemplo, el Tour de California no quería ganarlo y de repente me encontré ahí delante y lo conseguí. Cada año también quería conquistar la París-Roubaix, lo di todo por ella y me preparé siempre a la perfección. Al final ha llegado cuando ya ni pensaba en alcanzarla. Quizás por pensar en positivo, por no tener tanto agobio encima. El ciclismo es un camino para disfrutar de la vida, entonces.

Bueno, es que si no, ¿qué hago? Todos tenemos que vivir de algo y si lo dejo, ¿a qué me dedico en la vida? (ríe) Claro, pero quiero decirte que a muchos en el pelotón se les ve estresados. Tú lo sueles comentar frecuentem­ente. ¿A muchos? ¡A todos! Y en cambio, a ti se te sigue viendo disfrutar. Siempre.

Claro, siempre. Incluso cuando me caí en el Tour de Francia lo tomé de manera positiva. Entonces, ¿cuáles son esas carreras que te quedan por ganar y sí quieres ganarlas?

Donde quiero hacerlo bien. Lo que llega, llega. ¿Sin poner objetivos?

No, prefiero no hacerlo. ¿Cuántas veces te han preguntado si tu evolución se encamina a ganar vueltas por etapas o incluso disputar grandes? Muchas veces y no me gusta nada esa pregunta (ríe) Porque todos piensan que es muy fácil y no, no lo es. De primeras, sería más un sacrificio que otra cosa. Porque tendría que cambiar totalmente mi cuerpo, perder muchísimo peso y después esperar, porque no sabría qué efecto tendría eso en mi organismo y en mi potencia. Quizá me convertirí­a en un ciclista fuerte, pero podría pasar que me debilitara. Puedes sacrificar­lo todo por probarlo y después me arruinaría la vida. No me refiero sólo al ciclismo porque mi metabolism­o podría cambiar totalmente. Y yo no quiero arruinar mi vida por el ciclismo. Quizás la pregunta te la hacen tantas veces porque posees ese arte de transforma­r las cosas difíciles en sencillas. Pero no es así. Porque si fuera fácil en la Vuelta le hubiera ganado la etapa a Valverde... ¡y no pude! ¿Cómo te sentó aquello?

Valverde es un grandísimo corredor. Con la edad que tiene me parece enorme que muestre esa determinac­ión y esa

motivación para hacer las cosas y estar siempre delante. Correr el Tour, la Vuelta y siempre delante. Se necesita tener cabeza para eso. Siempre ha sido un campeón. Cuando pasé a profesiona­les, en 2010, ya disputaba sprints con él en París-Niza. Después lo pararon, volvió y siguió ganando. ¿Tú te ves así, con 38 años ganando carreras y siendo feliz como él?

Espero que no. Si estoy todavía aquí, ¡pégame un tiro! (ríe) ¿Por qué?

Pues porque hay otras cosas que hacer en la vida, no sólo está la bicicleta. ¡No quiero ofender a nadie! Es mi visión de la vida. Su decisión está claro que es la acertada porque pasan los años y sigue siendo fuerte. Un ciclista que ya es mayor y no gana nada, se cae y quiere estar continuame­nte delante porque ha sido un campeón en el pasado pero ya no puede con las piernas, es que ha llegado su momento y se debe marchar. En cambio, Alejandro siempre está delante. No se le puede decir nada. Es muy fuerte. A mí me gusta mucho correr con él, es un gran nombre dentro del pelotón. Hablamos y nos reímos mucho. Pero yo no me veo así, aunque nunca sabes cómo te irá la vida.

UN TIPO NORMAL

¿Eres más que un ciclista? Únicamente lo soy encima de la bici. ¡Ese es también mi gran defecto! Creo que no es bueno, pero logro desconecta­r. Puede ser positivo o no... Aparece Gabriele Uboldi, su jefe de prensa. ª¿Preguntas incómodas, te ha hecho alguna?º, le inquiere. No, son interesant­es pero no sé, ella me dice que soy más que un ciclista. Pero yo soy una persona muy normal. ¿Cómo se lleva eso de tener tanta gente alrededor? Aunque a veces resulta un poco pesado, también es placentero porque ves que haces muy feliz a la gente sólo con tu presencia. El día de descanso de la Vuelta, en Salamanca salimos a rodar y nos paramos en la Plaza Mayor a tomar un café. Se me acercaron muchas personas y uno de ellos, muy emocionado, me comentó que pensaba que nunca iba a verme en carne y hueso y que estaba muy feliz por tenerme cerca. Que era eslovaco, como yo. Venga, hazte una foto conmigo y sé feliz, le dije. Es bonito.

Sí, aunque a veces no tanto porque te tratan como un material. Venga, eres un personaje público así que haz esto, haz esto otro y esto también, te dicen. Como que tienes que hacerlo. No soy tu amigo. Vale, hazte una foto conmigo

pero ya está. Te tocan, te cogen... estoy habituado. La gente se vuelve loca, a veces se ponen tan nerviosos que no saben ni encender sus teléfonos móviles; es gracioso verlo. Creo que lo llevo bien. ¿Cómo te ha cambiado la vida ser padre?

Lo que más ha cambiado es que tengo una responsabi­lidad grande cuando vuelvo a casa. Quiero pasar tiempo con mi hijo cuando es posible, aunque con mi estilo de mi vida, que estoy tanto fuera, es complicado. Y lo echo mucho de menos. Cuando miro las fotos y voy viendo cómo crece siento que me estoy perdiendo algo, pero también pienso en que, si con mi esfuerzo puedo asegurarle una buena vida en el futuro, quiere decir que algo estoy haciendo bien. Esta es sólo una etapa de mi vida que durará tres, cuatro o cinco años más como máximo. Después podremos pasar mucho tiempo juntos. Ahora supone un gran sacrificio, que luego tendrá su recompensa. ¿Es verdad que cuando uno se convierte en padre se toca más el freno?

No lo creo (ríe) Pienso que se aprende más de las caídas, porque no quieres tocar el suelo y hacerte daño. Cuando pasa un tiempo que no has tenido ninguna caída quizá buscas desafiar más los límites. En 2018 no sufriste muchas caídas.

No, pero sí muy gordas. En los últimos tres años no he tenido nada grave, hasta que llegó la del Tour. ¡Por eso estoy contento de seguir vivo! ¿Cómo se hace para soportar ese dolor y seguir pedaleando?

Cuando estaba parado no tenía ningún dolor, pero al moverme y al pedalear sí, muchísimo. Además, de un día a otro cambiaba totalmente. Cuando me montaba en la bici quería exprimirme al máximo, darlo todo en cada etapa y no podía. Eso me hacía sentir frustrado. Sufrí mucho. ¿Es de las veces qué más has sufrido?

Depende, porque hay veces que estás cansado o sobreentre­nado y también lo pasas muy mal. No logras entender por qué te sucede eso encima de la bici. No estás habituado. Ese dolor del Tour de Francia sabía que era normal, estaba lleno de magulladur­as. Psicológic­amente hace que sea diferente, ya que sabes de dónde viene. ¿En qué se piensa cuando estás pedaleando en medio de ese dolor, subiendo el primer puerto de una etapa con otras tres subidas y ya te has descolgado? En sobrevivir. Y en llegar a la meta como puedas. Si la caída hubiera sido al principio de la carrera, a dos semanas del final, no hubiese tenido sentido seguir. Pero sabía que me faltaba sólo una etapa de montaña, debía sobrevivir a eso y nada más. Era un túnel con salida. Me mentalicé para sufrir durante cinco o seis horas y al llegar a la meta se terminaba, ya no quedaban más etapas de montaña. Si al acabar hubieran quedado otras y sin saber cómo iba a estar mi cuerpo tras semejante paliza, me hubiera retirado. Por eso, psicológic­amente no me pesaba tanto. Tenía el objetivo delante de mí, casi conseguido. Sólo debía cruzar la meta. ¿Qué te decían en el equipo?

Nada. No hace falta que me digan muchas cosas. Para mí es peor que estén encima todo el rato. En ese sentido es importante también conocerte, saber cómo tratarte.

Sí, claro. Bastantes cosas tengo en la cabeza como para que me estén diciendo todo el rato lo que debo hacer. Odio perder el tiempo. Además, tampoco soy capaz de estar con todo el mundo.

Necesito tener un feeling con las personas que me rodean. Con todo esto que me has dicho, entiendo que ya no te enfade tanto que te ganen como te sucedía antes. Bueno, depende de cómo me ganen y quién lo hace. Si es alguno que es más fuerte que yo, está bien. ¿Qué puedes hacer? Si te bate alguien que va todo el rato a rueda y te pasa al final...

Depende de las carreras. Cada una es diferente.

NO TODO SUCEDE COMO ESPERAS

¿Cada año es más difícil ganar? Un poco sí, pero también me pasa que he sumado victorias que me han costado mucho o que no esperaba lograr y con el tiempo me da la sensación de que casi ni he corrido, que han llegado rodadas. Quizá porque no lo esperas, porque piensas que va a ser un día muy duro de sufrimient­o, y en cambio al final todo se da fácil. ¿Cuándo te ha pasado eso?

Por ejemplo en la última París-Roubaix. Fue bastante más sencillo de lo que creía en la salida. Al final, me di cuenta de que todo es cuestión de tener un buen día y un poco de fortuna. Así puede ser menos complicado de lo que uno piensa. Aunque también puede convertirs­e en un infierno. El año anterior cuando hubo la caída en el pavés, todo el equipo QuickStep empezó a tirar y yo estaba con Cancellara. En Arenberg rodábamos a treinta segundos de ellos, después se cayó Cancellara y no logramos conectar. Yo tenía la condición, las piernas eran muy buenas, pero la suerte no estuvo de mi lado. Entonces la carrera pasa a ser un infierno porque tú has hecho todo lo que debías, estás listo para ganar pero la historia de la carrera es completame­nte diferente a lo que esperabas. Muchas veces la fortuna juega un papel más importante que todo lo demás. ¿Cómo te hace sentirte eso, cuando has puesto todo de tu parte y las cosas que no puedes controlar se vuelven totalmente en contra y la carrera se escapa sin remedio? No te queda más remedio que aceptarlo y vivir tranquilo, no estresarte. Antes no lo veía así, analizaba muchas cosas continuame­nte. Pero cuando entiendes que no hay nada que analizar, vives la vida.

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 ??  ?? 1 ¡Acción! Arrancó la temporada en el Tour Down Under, donde lució el maillot de campeón eslovaco... y llamativo bigote.
1 ¡Acción! Arrancó la temporada en el Tour Down Under, donde lució el maillot de campeón eslovaco... y llamativo bigote.
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2 Why so serious?Aunque en cierto modo más maduro, Sagan también saca su lado socarrón durante la entrevista.
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2 Primeradia­na. La estrella del Bora-Hansgrohe estrenó su cuenta de 2019 en la tercera etapa del Tour Down Under tras un bonito duelo con Luis León Sánchez.
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3 Las de siempre y una más. A Flandes, Roubaix, Tour y Mundial añade ahora sus ambiciones de cara a LiejaBasto­ña-Lieja.

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