Diez años de La Roja
Si la Vuelta a España ha conseguido una seña de identidad propia, una personalidad reconocible que la hace única entre las grandes, gran parte del mérito, por no decir todo, es de Javier Guillén. La edición de 2018 fue la de su décimo aniversario y en la próxima Vuelta quien cumple los mismos años es el maillot rojo de líder. En 2009, Alejandro Valverde fue el último ciclista en vestir el jersey oro en Madrid. Guillén se atrevió a cambiar el color, hasta entonces intocable, para hacerlo único. "Quisimos reivindicarnos como carrera y buscar un elemento que destacara la pasión y la intensidad que desprende este evento". El éxito ha sido más que palpable. "Al rojo asociamos la vida, el poder, la pasión, el corazón y la fuerza. Todo eso es también España y su Vuelta". El primero en llevárselo fue Vincenzo Nibali, la primera grande en su tremendo palmarés. Después, Juanjo Cobo derrotando al todopoderoso Sky de Wiggins y un por entonces desconocido Froome. El keniano ha sido, sin duda, la más fiel representación de esa lucha y pasión que significa este rojo por el que tanto peleó y que al fin logró llevarse en 2017. Ese "punto rojo que este año brilla con más fuerza", dice Guillén, que ha apostado por "nuevas oportunidades y descubrimientos" en el trazado de la próxima edición. "Somos fieles a lo que funciona", deja claro. Eso son paredes como Los Machucos o Mas de la Costa, la peregrinación a la cuna del ciclismo y su fiel afición con la llegada a Bilbao, a Navarra y la incursión en el País Vasco francés. "Mantenemos tradición e innovación -afirma el máximo responsable de Unipublic-. Es una Vuelta redonda y un gran homenaje a los diez años de La Roja", que en 2019 tendrá nuevo compañero, el tan ansiado maillot blanco al mejor joven que sustituirá al anodino premio de la combinada.