25 años sin Antonio
Un cuarto de siglo, se dice pronto. Tanto que cuando la mañana del 11 de febrero leí las primeras publicaciones sobre la efeméride, lo primero que pensé es que no podía ser posible. 25 años... Algunos de los que integramos la redacción de esta revista ya andábamos enredando en el mundillo en 1994 -por entonces en la redacción de Bicisport- y recibimos el mazazo cuando el también recordado Pedro González anunció durante la retransmisión en TVE de la Vuelta a Andalucía el fatal atropello de Antonio.
Por fortuna, algunas cosas han cambiado desde entonces. Como un guiño del destino, prácticamente coincidiendo en el tiempo se va a aprobar ¡al fin! una ley por las que muchas personas se han dejado la piel, con Anna González como indiscutible motor, que recoge algunas peticiones históricas del colectivo ciclista. Así, se protege a las víctimas más habituales, con lesiones no invalidantes, y condena a quienes las han atropellado. Si se quita la vida a más de una persona se elevan las penas entre seis y nueve años. Y quien se fugue, a partir de ahora tendrá siempre una condena penal. A Antonio ya no le servirá, pero a un muchacho tan noble como era el de Torrelaguna seguro que le alegraría enterarse de que los sufridos practicantes del deporte que amaba podrán pedalear algo más protegidos por su legislación. Dejando la maraña legal a un lado, a mí lo que me apetecía era escribir sobre aquel chico encantador que tuvimos la suerte de tratar los que estamos más cerca de la crisis de los cincuenta que de la anterior década. Sí, también era un corredor llamado a marcar una época, pero me quedo con la impronta personal que dejó a los que le rodeaban. ¡Grande, Antonio Martín Velasco!