Amigos y rivales

SAGAN Y GAVIRIA DISFRUTAN DE LA VIDA EN MÓNACO

Ambos son mucho más que ciclistas. A los dos les encanta disfrutar de las cosas que van más allá de la bicicleta, desconectar, disfrutar. Tienen una filosofía de la vida muy parecida. Era cuestión de tiempo que acabasen siendo grandes amigos. Lo contaron en las diferentes jornadas en las que atendieron por separado a la prensa durante las largas mañanas en las que los ciclistas paseaban por el hotel a la espera del comienzo vespertino de las etapas. "Entrenamos juntos y luego solemos quedar para tomar algo o dar una vuelta por Mónaco", contó Sagan. También estuvieron juntos de vacaciones el pasado otoño en las Islas del Rosario, en Colombia. "Preparó un viaje para mí y mis amigos muy bueno, lo pasamos de maravilla", abundó el eslovaco, que aprovechó para visitar Medellín e inspeccionar "y hacer fotos de diferentes sitios donde poder ir en un futuro a entrenar en altitud". "Pero que seamos amigos no intercede en que, después, en carrera seamos rivales -argumentó Gaviria-. Sé que si él tiene que ganarme lo hará, no va a frenar. Y yo haré lo mismo". Sagan detalló que en el final de la cuarta etapa, "estábamos en la parte trasera del pelotón, hablando y haciendo bromas mientras otros equipos intentaban formar abanicos. A tres kilómetros del final le dije: Venga Fernando, vamos a disputar la etapa". Aunque la complicidad está clara. En el primer parcial, cuando todos los velocistas buscaban la rueda de Sagan, Gaviria sabía de antemano que la baza del Bora era Sam Bennett y que el tricampeón mundial sería el último hombre en lanzarle el sprint. El propio Peter se lo comentó en la salida. Hay mucho más que ciclismo. "Antes del Tour nos apostamos que cada etapa que ganase cada uno, tendría que comprar una botella de champagne para beberla juntos y celebrar nuestros éxitos -explica Sagan-. Y acabamos compartiendo seis".