42 años y la ilusión de un niño
Defendía el dorsal 1 que no pudo disfrutar el pasado año, el triunfo recibido meses después, y Óscar Sevilla se presentó en esta edición de la Vuelta a San Juan con renovadas ilusiones. Con más ambición y motivación. Y con un año más: ya son 42. Qué más da. La edad es sólo un número. El de Ossa de Montiel volvió a demostrarlo. "No tengo que demostrar nada a nadie, salvo a mí mismo". Y por ello logró colarse en un podio de mucha calidad, junto a Winner Anacona y Julian Alaphilippe. "Es un orgullo ver que pasan generaciones y sigo ahí. Supone un premio muy bonito y difícil de describir, porque cumplo años pero disfruto igual o más de la bicicleta". Y no hay secretos. Es simple y pura pasión. Amor por lo que hace y por ello se sacrifica cada día, sudando el maillot para seguir el endiablado ritmo de su amigo Egan Bernal. "La bestia lo llamo yo", dice. Eso le mantiene vivo. "Hasta que se muere, uno está aprendiendo y me gusta mejorar constantemente. A Egan le pregunto mucho por sus dietas y con Sergio Henao, también. Me gusta ver sus entrenamientos y sus números. El material...". En continua evolución, porque no quiere ni oír hablar de la retirada. Esto, el ciclismo, le sigue haciendo demasiado feliz como para dejarlo. Sólo hay que atender a la sonrisa del niño risueño que siempre ha sido.