Ciclismo a Fondo

Los cinco monumentos

- Texto Octavio Béjar

Me encanta esta sección, en la que las personas cuentan parte de sus vidas y en ocasiones consiguen que algunos que las leen se motiven y empiecen a montar en bicicleta. Pues bien, yo también quisiera aportar un granito de arena en el mar de ilusión que tienen las personas por alcanzar sus sueños en el ciclismo. Me llamo Octavio Béjar, soy de Alcobendas, un pueblo de Madrid, nací hace cuarenta años en una familia de once hermanos, los mejores que uno puede tener. Fui el octavo de ellos en llegar al mundo, esa es la razón por la que me llamo Octavio. He practicado deporte desde pequeño, pero en 2009 me diagnostic­aron Diabetes Tipo 1 y mi vida dio un giro radical, ya que debía cuidarme mucho más que el resto para hacer lo mismo. La cosa se complicó cuando me sobrevino un problema de asma. Cuatro años después, en 2013, me compré mi primera bicicleta. Fue entonces cuando esa flaca y yo nos conocimos. Empecé haciendo triatlones de media distancia, luego me atreví con un Ironman y más tarde intenté terminar un Ultraman, pero mi salud empeoró y me vi obligado a parar. Este es el punto en el que uno debe de sacar fuerzas y valorar lo que tiene: la familia, los amigos, la compañía de la grupeta con esas palmeras y esos cafés. Pero algo en mi interior se removía, las ganas de superarme, de no darme por vencido. Y es aquí donde el ciclismo me dio alas y fuerza para intentar cumplir un reto. Quiero ser el primer diabético Tipo 1 en realizar las cinco marchas cicloturis­tas que transitan por los míticos monumentos ciclistas: Lieja-Bastoña-Lieja, Tour de Flandes, París-Roubaix, Milán-San Remo y Giro de Lombardía. Hasta la fecha he participad­o en dos de ellas, la Lieja en 2017 y Flandes en 2018. Este año me he apuntado a la París-Roubaix y espero completar las cinco en 2021, si todo sale como está previsto. ¿Qué es lo que os quiero transmitir? Pues que todo ser humano es capaz de superar obstáculos y conseguir metas más allá de nuestros miedos. Debemos disfrutar de cada parte del camino, lo más importante es saber por qué lo hacemos y con quién lo queremos compartir. Destacar la colaboraci­ón de mi hermano Arturo, ya que sin él no podría hacer realidad estas metas. Me cuida, me mide el azúcar, me da los geles, hasta sus calcetines en el kilómetro 100 de la Lieja porque los míos estaban mojados, quedándose sin ellos por mí. Es el mejor escudero del mundo, un fiel amigo al que se lo debo todo. Agradecer también a todos los integrante­s del Club Ciclista Zerro Zycling, que recienteme­nte formamos unos cuantos amigos, y a mi novia Ainhoa -si logro concluir los cinco también será en buena parte gracias a ti- y a mi madre Aurora, por darme la vida y por hacerme fuerte de corazón. Y deciros a todos que la vida está llena de sueños, solo tenéis que ir en su busca.

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