VOLTA COMUNITAT VALENCIANA
Tras dos años de sequía y cuatro de su última -y únicaronda por etapas, el del Astana se reencontró con la victoria en una sensacional Volta a la Comunitat Valenciana. Su compañero Pello Bilbao, tercero, y Valverde, segundo, le acompañaron en el podio.
Segunda ronda para Ion Izagirre.
Una curva. El suelo mojado y el asfalto propio del centro de una ciudad europea, Düsseldorf. Aceite en la carretera, resbala y de repente, en una milésima de segundo, todo cambia: ¡Pam! Al suelo. Y para cuando se levanten, cuando se alcen los dos, será para ir directos a un hospital. Se acabó todo. Esa contrarreloj de la que apenas llevaban unos kilómetros recorridos y todo lo que iba a venir por delante. Los objetivos, los anhelos, los deseos. El Tour de Francia. Y quizás hasta la bicicleta, quien sabe. En esa maldita curva del prólogo del Tour de 2017 se cayó Alejandro Valverde. El mal tiempo y las condiciones adversas dificultaron las trasmisiones, pero poco antes también lo había hecho Ion Izagirre. Casi no se supo hasta el final de la etapa. Se fracturó dos vértebras. Y pasó meses dudando de si volvería a ser el mismo. De si iba a poder siquiera continuar su carrera profesional. Los primeros días los pasó apostado a una cama del hospital universitario de Düsseldorf, a escasos metros de la habitación que ocupaba Alejandro Valverde, con su rodilla hecha añicos. Los dos con los mismos miedos, los dos con idéntica incertidumbre. Un año y dos meses después, Ion Izagirre era el penúltimo hombre, ya solo con Mikel Nieve para proteger a Alejandro Valverde minutos antes de que se convirtiese, lágrimas de oro mediante, en campeón del mundo en Innsbruck. Esas cosas marcan. Todas. Para Valverde, Ion es y será siempre uno de los suyos. Da igual en qué equipo corra. En Movistar Team, donde era uno de sus más valiosos gregarios, en BahrainMerida o, como ahora, en Astana. Ion sigue siendo Ion. `El vasco'.
DECISIVA CRI
Por eso, Alejandro Valverde quiso que esta Volta a la Comunitat Valenciana
la ganase él. La quería suya, no se engañen. Pero todo se precipitó, como pasa en Valencia, con una crono en Orihuela que presentaba una subida con vistosas curvas como final de lo más atractivo para lucir el maillot arcoíris, pero allí Ion Izagirre marcó el segundo mejor registro, a sólo cinco segundos del vencedor, Edvald Boasson Hagen (Dimension Data). El Bala cedió más de diez segundos. Demasiado para una carrera de una semana con un único final en alto, el de la Ermita de Santa Llúcia en Alcossebre donde se cocinan las mejores paellas del mundo a la leña, y que en realidad era más bien una rampa, un repecho. Resultó, pues, que la contrarreloj, apenas una decena de kilómetros, acabó siendo la etapa más decisiva de esta Volta de Ángel Casero, que cada día es más grande, más World Tour. Allí, entonces, Valverde decidió que lo suyo iba a ser levantar los brazos, donde fuese, pero que la general iba a ser para el menor y talentoso hermano vasco. Ion, que lloró como nunca en la meta de Innsbruck al verle vestido de arcoíris. Él, que le hizo los coros a un brindis antológico esa misma noche y terminó tirándole a la piscina, de la que el crack murciano saldría tiritando. Se sentía, en cierta medida, en deuda con él.
ALCOSSEBRE SENTENCIÓ
No por ello no lo peleó. Los ojos certeros del Bala estaban puestos en Chera y Santa Llúcia. Los sprinters como Matteo Trentin, que ya había degustado las mieles del triunfo una jornada antes en Alicante, perdían opciones esos días. Valverde disputó la primera llegada, pero Greg Van Avermaet se la levantó para estrenar su cuenta con el naranja del CCC Team. Oro olímpico frente a oro arcoíris. Un duelo de altura. El del Movistar cruzó la meta en cuarta posición, por detrás de su paisano Luis León Sánchez. Todo iba a decidirse en Alcossebre, en los cuatro kilómetros de rampas y pequeños descansillos camino de la Ermita de Santa Llúcia. Allí, el Astana jugó a ser más conservador que hasta entonces. Las dos etapas anteriores desgastaron al pelotón, primero a favor de Magnus Cort Nielsen y, camino de Chera, para hacer sufrir a Boasson Hagen. Sin éxito. Así que cambiaron de táctica. A esperar. Tanto lo hicieron, que la fuga de Dillier, Rodrigues y un impresionante Diego Rubio, maillot de la montaña ganado a pulso en el debut del Burgos BH
en la temporada, casi se planta en la meta con el potente suizo del Ag2r en solitario. Pero aparecieron los grandes: Adam Yates, Ion Izagirre, Valverde, Pello Bilbao... y entre ellos, ª un ratoncitoº , como él se denomina, el brillante Sergio Higuita (Euskadi), que tiene tantas piernas y corazón como futuro por delante, y la carrera se puso al rojo vivo. Eléctrica. Rubén Fernández y Nelson Oliveira se lanzaron al ataque desde lejos para intentar quemar las naves, pero nadie se impacientó. Adam Yates, suelto y ligero, dejó hacer. Intratable. Y el campeón mundial no aguantó más. Quería a toda costa levantar los brazos, verse ganador, en su estado natural y con ese arcoíris que tan bien le sienta. Tendrá que esperar. Por detrás le amarraron bien, el británico del Mitchelton-Scott calculó su distancia y lo remachó con un demarraje sostenido. Valverde se quedó en la orilla, remando sin fondo. Atrancado.
CUATRO AÑOS DESPUÉS
La guerra de Ion Izagirre era otra. Y la tenía de su parte. El maillot amarillo era suyo y nadie fue capaz de arrebatárselo. La mejor versión del nuevo ciclista del
Astana ya está aquí. Vuelta a la senda del triunfo. Hacía más de dos años que no lo probaba, desde aquel brutal descenso en el Tour de Francia camino de Morzine. Y cuatro de su bautismo en una carrera por etapas, la Vuelta a Polonia 2015. ª He trabajado muy duro en invierno para esto, pero muchas veces haces las cosas bien y no te salen. Aquí, ha ido todo de cara desde el principioº , se felicitaba. Todos contentos. También Valverde, cómo no. ª Ion es un buen amigo y compañero de la selección en el Mundial de Innsbruck. Los dos nos caímos en la curva de la crono inicial del Tour y es una buena señal que ambos nos hayamos recuperadoº. Lo es que los dos sonrían en un podio de altura, junto a Pello Bilbao, clave en el final de Alcossebre para aupar a Ion Izagirre al amarillo. ª Volver a ganar me hace sentirme muy feliz. Las malas rachas siempre están ahí, pero tienes que continuar esforzándoteº. Esa es la principal lección aprendida. ª Que cuando te caes, tienes que levantarte y seguir luchando. Mi único objetivo era volver a ser el de antes. Aunque tuve muchas dudas, logré regresarº. Y no siendo el mismo como le ha pasado a Ion Izagirre, sino aún mejor.