Ciclismo a Fondo

CLÁSICA DE ALMERÍA

Pascal Ackermann (Bora) es el primer ciclista teutón que gana la clásica almeriense. Lo hizo por delante de su compatriot­a Kittel y de Mezgec, aprovechan­do el trabajo del Mitchelton-Scott. Carlos Verona (Movistar Team) brilló en la fuga y se llevó la mont

- Texto Ainara Hernando Fotos Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport

Pascal Ackermann se apuntó la volata.

Desde hace algún tiempo, algo ha cambiado en la cabeza de Pascal Ackermann. 25 años recién cumplidos y todo el futuro por delante. Crece. Se terminó de convencer el pasado mes de junio, cuando se convirtió en campeón de Alemania por delante de Degenkolb, Greipel y Kittel. ª Ahí vi que podía ser uno de los grandes y eso me hizo más fuerte de cabezaº. Ahora ya se codea con ellos. Les gana y lo hizo también en la llegada de la prueba almeriense, situada esta vez en Roquetas de Mar, en uno de esos sprints limpios, anchos y rectos. Puros. Perfectos. De los que le gustan, por ejemplo, a Marcel Kittel, a quien dejó ahogado en la orilla del campeonato teutón y al que volvió a derrotar en la clásica andaluza. El del Bora-Hansgrohe se ha convertido en su peor pesadilla, en el sprinter que viene junto al colombiano Hodeg. El futuro es suyo. Aunque de momento tiene que compartirl­o con Peter Sagan y Sam Bennett. La eterna discusión de siempre. ¿Hay espacio para los tres? Ackermann pide a gritos que se lo den. ª Si nos repartimos las carreras, todos podemos ganarº. Él ha empezado pronto, casi al mismo tiempo que Bennett y el astro eslovaco, del que aprende a cada paso. Y ya tiene la primera del año en el bolsillo, que es también la primera de un alemán en el palmarés de la Clásica de Almería.

SIETE EN FUGA

Que la Clásica de Almería iba a ser una prueba para sprinters lo sabían todos. Por eso el protagonis­mo y lucimiento en los 192,5 kilómetros de recorrido había que buscarlo como se pudiese. Carlos Verona, por ejemplo, supo que si quería dejarse ver había que hacerlo de otra forma. Casi sin darse cuenta se encontró delante y no le negó al cuerpo las ganas que tenía de fiesta. De batalla. El del Movistar Team se largó junto a seis aventurero­s más. Juan Antonio López-Cózar, Chupe para los amigos, por parte del Euskadi-Murias; Axel Journiaux del Direct Energie; Jetse Bol (Burgos BH); Justin Timmermans (Roompot); Emerson Oronte (Rally UHC) y Petr Rikunov (Gazprom) hicieron grupo y se marcharon a descubrir juntos el agreste desierto de Tabernas. El Katusha-Alpecin de Kittel y el Astana tomaron la responsabi­lidad del pelotón, dejando hacer a la fuga. Pero la calma tensa terminó cuando todos los escapados, a excepción de Verona, fueron atrapados. El madrileño aguantó solo hasta el último paso de montaña, el de Turrillas. El esfuerzo final para llevarse un premio de la seca Almería. Entre el mar infinito de plástico, el gran grupo se partió en dos. El Mitchelton­Scott de Matteo Trentin hizo sangre de la herida y empezó a eliminar rivales. Todo el Caja Rural-Seguros RGA se vio cortado y tuvieron que tirar a bloque para intentar dar caza a la cabeza. Sin éxito. Eliminados. La carrera estaba delante. Poco más de una treintena de corredores aguantaban en el primer grupo, donde los hombres del Mitchelton-Scott tiraban a fuego. José Joaquín Rojas, Carlos Barbero y Rubén Fernández (Movistar) aguantaban unidos el endiablado ritmo. También los hombres del Katusha, protegiend­o a Kittel. Y, agazapados, escondidos en un segundo plano, reservando lo máximo posible, sin tragar viento ni desgastars­e, rodaban los Bora-Hansgrohe. La apuesta del Mitchelton fue decidida y firme. Tanto que Omar Fraile sufrió un

pinchazo a 25 kilómetros del final y ya no empalmaría con los que se iban a jugar el triunfo en esta 32ã edición de la Clásica de Almería. Descartado.

SPRINT DE FUERZA

Sólo quedaba la entrada al circuito final de Roquetas de Mar, con sus dos vueltas a orillas del mar de Alborán, para dilucidar el vencedor de la Clásica. La escuadra australian­a no cejó en su empeño. A bloque. Tomaron posiciones los Bora-Hansgrohe por una esquina con Patrick Konrad guiándolos, los KatushaAlp­ecin por la contraria y el Mitchelton­Scott, de la mano de Juul-Jensen, por el medio. Pascal Ackermann se soldó a la rueda de Trentin y apenas levantó un instante la cabeza para darse cuenta de que el campeón de Europa estaba empezando a acelerar. 200 metros. Demasiado para el sprint. Ackermann reaccionó rápido y supo leer que esta vez la rueda buena no era la del italiano, sino la del esloveno Luka Mezgec, la baza del Mitchelton en Roquetas. Ni se molestó en mirarlo. Adelantó a 100 metros de la meta a Trentin con el espacio suficiente para ponerse primero y acelerar. Limpio. Kittel se colocó a sus espaldas. Demasiado tarde. Ni con el golpe de riñón pudo rebasar al chavalito que le birló el Campeonato de Alemania y ahora, también, la Clásica de Almería.

Primera de 2019 y aviso para sus compañeros veloces del Bora. ª Empezar así el año, ganando tan pronto, me parece muy importante para mantener la moral altaº. Pero ahora no le vale sólo con esto y quiere más. ª Ya tengo mi propio tren dentro del equipo y creo que puedo dar muchos triunfos al grupo. Espero la llegada del Giro de Italia con enorme motivación­º.

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3 Hasta el último metro. Ackermann y Marcel Kittel protagoniz­aron una ajustada volata que acabó sonriendo al campeón alemán.

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