Ciclismo a Fondo

ALEJANDRO VALVERDE

Es curioso. Porque ahora que por fin tiene lo que tanto deseaba y soñaba, por lo que tanto ha llorado y gritado, Alejandro Valverde se siente igual. El mismo de siempre; nada ha cambiado. El ciclismo es ahora, mucho más que antes, "mi diversión" y quiere

- Texto Ainara Hernando Fotos Rafa Gómez

Entrevista exclusiva de Ainara Hernando.

Cuando aparece para hacer la entrevista, Alejandro Valverde viene adormilado. Un tanto atolondrad­o. Se ve en sus ojos. Es la viva imagen de la relajación, de acabar de aterrizar directo de otro planeta. Juan Carlos Escámez, su inseparabl­e y querido masajista y amigo, ha hecho bien su trabajo. Como siempre, vamos. Su llegada es como la visión de una estrella del rock. Todos los que por allí pasan se giran ante su sola presencia. Así va despertand­o, descendien­do al planeta de los mortales. Todos quieren una foto con él. Normal, es el nuevo rey del mundo. Por fin. Lo que tanto merecía ya lo tiene a las espaldas, un jersey arcoíris que brilla con luz propia en su cuerpo. Y que le queda de maravilla.

MÁS DE TODO

¿Cómo ha sido este invierno tan especial? Bastante diferente a los anteriores. Con muchísimos más compromiso­s,

más entrevista­s... más de todo. Pero es normal, por una buena causa. Es bonito, pero al mismo tiempo es cierto que supone muchísimos compromiso­s y a un montón he tenido que decir que no. Por eso me parece un poco agobiante, ya que no me gusta decir que no a la gente. Y ha sido inevitable.

¿Qué es lo más bonito que te han dicho desde que eres campeón del mundo?

Todo han sido palabras alabándome. La alegría de tanta gente, y ver en estas primeras carreras, en las salidas y las llegadas, que me quieren un montón. Aunque ya me sentía muy apreciado, noto mucho la diferencia llevando el arcoíris.

¿Te das cuenta de que hiciste feliz a mucha gente?

Sí. La verdad que sí. Conforme ha ido pasando el invierno me he dado cuenta de eso y es muy bonito. El cariño de la gente. En la Vuelta a la Comunidad Valenciana, en una etapa después de la

meta me fui hacia el bus y venía una chica joven llorando hacia mí. `¡Espérate por favor, que viene mi padre y quiere hacerse una foto contigo! Que es el sueño de su vida'. Pero llorando venía ella. A lágrima viva, y su padre llorando también. Y a todo eso dices, ¡buah! Le he llegado mucho a la gente. El Guaje -conductor del autobús y masajista del Movistar Team- le pedía que estuviese tranquila, que no me iba a ir. Y ella no paraba de llorar, estaba muy emocionada de verme. Exagerado.

¿Te has dado algún homenaje?, ¿algún autorregal­o?

No, ni tampoco un viaje. Quería estar en casa, tranquilo y con la familia. A pesar de todo lo que me ha pasado, el invierno ha sido muy normal, como todos los años. El entrenamie­nto lo he hecho prácticame­nte igual, pero en lo que quizá sí me he relajado un poco es en el ansia de victoria. Eso sí que es verdad. El año pasado venía con muchísima ansia después de la caída. Quería ver si era el mismo Alejandro. Y esta temporada es diferente. Estoy ahí, delante y atento, aunque no con esa obsesión de ganar como sea. Claro que quiero ganar, ¡por supuesto! Pero el chip me ha cambiado un poco en ese sentido.

¿Y por qué?

Pues porque ya son muchos años y mi gran objetivo ya lo he conseguido, que era ser campeón del mundo.

Eso te ha relajado. Mucho. Porque para mí, a cada carrera que voy es como si hubiese conseguido la victoria sólo por el hecho de llevar este maillot. Si me hubiera pillado más joven, quizá no. Pero ahora mismo, con esta edad, es como si llevara siempre un maillot de líder. De campeón eterno.

¿Has guardado algo de lo que llevaste en Innsbruck?

Sí, todo. El dorsal, el maillot, la bicicleta... ¡claro! Tengo las bicicletas de todos los años guardadas, las

equipacion­es y los cascos también. Mi intención, cuando me retire, es hacer algo bonito. ¡Lo guardo todo! Y si no lo hago yo porque se me olvida, a Natalia no se le escapa.

¿Has visto muchas veces repetido el final del Mundial?

Sí, y cuando lo veo sigo emocionánd­ome.

¿Cómo se ve desde fuera?

Siento lo que sentisteis todos vosotros: que me van a pasar. Alguna vez viéndolo he pensado que esa sí va a ser la que

me rebasa. Es que cambia mucho desde fuera. Eso pasa siempre. Mira, en Valencia, en la llegada donde ganó Van Avermaet, entré quinto en la curva para meta. Llevaba delante a Ben Swift y luego me dijo Escámez: ª Ya sé dónde te ha faltado, que te has quedado cortado y has tenido que remontar. Justo cuando ibas a rueda de Swift, al querer lanzarte los demás ya estaban ocho o nueve metros delanteº. Hostia, ¿iba delante de mí Ben Swift? Es que vas con la tensión, mirando hacia delante, que no sabía ni quién tenía delante. Pensaba que me había cortado y resulta que no, me corté después. Con la tensión del sprint no te das ni cuenta.

¿El día del Mundial te pasó?

No, ahí ya sabía quién tenía al lado, pero para que veas que en los sprints muchas veces no aprecias cosas que después, mirándolo repetido por televisión, están ahí. Pero con la concentrac­ión que llevas no te das cuenta. En el final del Mundial estaba muy seguro de mí mismo. Sabía que me encontraba bien y no estaba desgastado.

ESCÁMEZ

Y ahora, pasados unos meses, ¿cuál es la imagen que te queda grabada por siempre en la mente?

De ese día me queda el abrazo con Escámez. El cruzar la meta y cuando me rompe la emoción. Ese momento que sigue al inmediato después de ganar.

¿Qué había en ese abrazo?

Muchísimo, emoción contenida. Un momento para los dos.

¿Y en todas esas lágrimas que derramaste?

Las lágrimas son por todos los años de haber estado rozando el arcoíris. Era un `por fin', ha llegado. Ya está aquí.

¿Hubieras reaccionad­o igual si esto te hubiera ocurrido hace cinco o diez años?

No, creo que no. Lo ganas, pero no hubiera sido lo mismo. No tan valorado. Tampoco creo que me hubiera cambiado como corredor lograrlo antes, ni como persona, que no hubiera conseguido hasta entonces el Mundial, pero sí otras cosas muy buenas. Y no he cambiado. Por ser campeón del mundo no lo voy a hacer. Lo que sí hubiera sido diferente es el modo en que reaccioné.

Fue la carrera perfecta.

Y además de verdad. Para todos. El tiempo, el clima, toda la selección conmigo... Me habían salido carreras muy buenas en la temporada 2018, pero en una prueba tan larga, que te pueden pasar tantas cosas y con la selección, que al final no es tu propio equipo, no. Ha sido la más redonda. No tuvimos que poner el morro para tirar nada más que cuando llegamos al circuito. No hubo caídas, ni tampoco averías.

¿Y físicament­e te habías sentido tan bien en alguna carrera como ese día?

En una carrera tan larga, no. Había tenido días muy buenos en otras más

cortas, pero así no. Lo noté cuando me monté en la bici, tenía muy buenas sensacione­s. Al levantarme sentí que mi estado de ánimo era muy bueno, pero no sólo ahí. Desde que estábamos en la concentrac­ión de Granada, a partir del segundo o tercer día. Todo nos lo tomamos con humor, hasta el avión que perdimos en Madrid. Y mira que yo esas cosas me las tomo fatal. Me cabrea, pero esa vez no. Perdimos el avión, cenamos y luego al lado teníamos un bar. Fuimos y nos pedimos nuestro helado. Estábamos bien, relajados.

¿Pensaste que nunca llegaría un día así?

¡Claro! Incluso ese mismo día de la carrera sabía que tenía la oportunida­d de lograrlo, aunque no llegué a creérmelo. Pero cuando ya estaba en el repecho duro dije, `joer, ¡si me encuentro bien!'. Íbamos tres nada más. Ahí pensé que podía ser mi año, pero ya no me obsesionab­a. Casi me daba por vencido. Y por fin pude cumplir mi sueño.

¿Cómo te quedaste cuando viste aparecer a Peter Sagan en el podio?

Fue muy bonito, le di las gracias. Me hizo mucha ilusión recibir de él la medalla, fue una pasada. Me dijo que de no llevarlo él, estaba encantado de que lo luciese yo.

¿Alguna vez te ha costado algo tanto?

(Lo piensa) El podio del Tour. Incluso más que el Mundial. Lo logré antes, pero fue diferente. Era otra obsesión. Porque he conseguido el podio, no ganar el Tour de Francia. Y en los mundiales ya llevaba muchas medallas. Eso en cierto modo me relajaba. Aunque no tenía el arcoíris, sí seis medallas; era el ciclista con más en la historia. Eso no significa que valore más el podio del Tour. Las dos cosas son superespec­iales.

Es curioso que siendo siempre un corredor tan ganador, tus dos grandes sueños, el Tour y el Mundial, se te hayan resistido tanto. ¿Por qué?

Ya, pero es que estamos hablando de un Mundial. Y me ha costado, pero he estado siempre muy cerca. Peleándolo. También soy ganador y no he conquistad­o el Tour. Hay ciclistas que son muy ganadores y no cuentan con un Mundial en su palmarés. Y otros que no lo son tanto y tienen el arcoíris.

¿Se llegó a convertir en una obsesión?

Al principio sí, llegó a serlo. La primera medalla la conseguí muy pronto y pensé que antes o después tenía que caer, pero no. No llegaba. Por eso tanta rabia en la meta, tanta ilusión, tanta descarga junto a Escámez. Son muchos años luchándolo y buscándolo.

¿Quizá el problema era tu obsesión con la carrera en sí?

Sí, lo dije durante los días anteriores. Que no tenía que obsesionar­me, que era una carrera más en la que podía ir bien, pero que ganar siempre es muy difícil. La clave creo que fue esa. No obsesionar­me.

De Astarloa y Van Petegem en el primer podio en 2003 a Bardet y Woods en Innsbruck. Han pasado quince años y tantas generacion­es.

¡Muchísimas! Me las voy cargando a todas. Ya soy de los pocos que quedan. Los de mi edad o están haciendo otras cosas o ejercen como directores. Han pasado generacion­es... ¡buah! Pero yo me sigo sintiendo corredor.

10 YEARS CHALLENGE

¿Te sientes mayor? No. Siento mucha satisfacci­ón. Además, una cosa es sin casco, ¡pero cuando voy con el casco y las gafas me veo igual de joven que antes o mejor! (ríe) Si me lo quito ya cambia un poco la cosa, ¿eh? Y si llevo barba también se nota. Pero cuando salió eso de Instagram del reto de los diez años, hubo gente que ponía fotos mías cuando fui campeón de España en 2009 y otra foto de ahora y oye... ¡no parece que hayan pasado los años! No se nota mucho. ¡Digo con el casco y las gafas! Es como Horner, que cuando se quitaba el casco decía: `Me cagüen diez, ¿qué hace aquí mi abuelo corriendo?' Pero iba con casco y gafas... ¡y bueno, no desentonab­a! No parecía tan mayor.

¿Qué Valverde veremos este año?

Pues es que no tengo un objetivo claro. Quiero hacerlo bien donde se pueda.

¿Volverás al Tour?

No te lo sabría decir ahora mismo, pero no me preocupa en absoluto. De hecho, mira el cartel de los que vamos al Giro este año. Me gustó mucho la carrera, el ambiente y la gente, por eso he querido regresar. Allí de líder irá Mikel Landa. Yo llegaré con un inicio de temporada bastante cargado. Vamos a ver cómo se da. Estar ahí.

¿Y el Tour de Flandes sigue en pie?

En principio, sí. A no ser que llegue el momento, salga un día de perros y diga: ¿a dónde vas? Compañeros de la grupeta que iban a participar en la París-Roubaix cicloturis­ta se han cambiado para hacer Flandes y quedarse a verme en la carrera.

¿Cómo te ves para el Mundial de Yorkshire?

El circuito es duro, con 285 kilómetros y mucho desnivel, pero el abanico es más amplio. Pueden ganar corredores más rápidos como Van Avermaet, Kwiatkowsk­i, Sagan, Matthews... Aunque hay menos opciones, me motiva estar allí y luchar por reeditarlo. Me veo con posibilida­des; será difícil, igual que lo ha sido siempre.

¿Qué es ahora el ciclismo para ti?

Mi trabajo, por supuesto, pero mi diversión también. Ambas cosas por igual. Al ser mi trabajo es mi obligación. No soy de los que ha conseguido cosas y luego ya pasa del tema y le da igual todo. Cuando me suceda eso diré hasta luego. También es disfrute. Lo ha sido siempre, pero ahora mucho más.

Termina la entrevista y Alejandro se acerca al teléfono que está haciendo las veces de grabadora.

¡¡¡Fin!!!

Y se echa a reír.

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 ??  ?? Luciendo el arcoíris. Comenzó la temporada 2019 en la Challenge de Mallorca, donde no estuvo lejos de dar en la diana.
Luciendo el arcoíris. Comenzó la temporada 2019 en la Challenge de Mallorca, donde no estuvo lejos de dar en la diana.
 ??  ?? 2 Siempre estáahí. Su masajista e íntimo amigo, Juan Carlos Escámez, pendiente de las necesidade­s del ciclista de Movistar Team.
2 Siempre estáahí. Su masajista e íntimo amigo, Juan Carlos Escámez, pendiente de las necesidade­s del ciclista de Movistar Team.
 ??  ?? 1 Seguirá dando alegrías. Aunque no se marca objetivos concretos para esta campaña, no descarta nada de antemano.
1 Seguirá dando alegrías. Aunque no se marca objetivos concretos para esta campaña, no descarta nada de antemano.
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