Ciclismo a Fondo

Lo perdemos

Organigram­a e ideas claras contra la rebaja en el número de corredores. Este mes me toca ser pesimista con la deriva que ha tomado el ciclismo y lo extraviado­s que parecen algunos de sus dirigentes. Vamos allá.

- Texto @josebabelo­ki Foto Roberto Bettini/Bettini Photo

Pienso que mejor si lo dejamos en modo F-1, dos ciclistas del mismo equipo por carrera o, mejor, como en las motos, pilotos oficiales y satélite. Un Tour con 100 equipos, así, a lo loco. 200 tíos en culote y una caravana de 4 kilómetros. Un calendario de 25 días de competició­n y recortamos a la mitad el número de etapas en las pruebas de tres semanas. La contrarrel­oj desaparece y, como ahora se bebe más que antes, suprimimos los avituallam­ientos en busca de lo épico. Lucha en solitario contra sí mismo en un recorrido que se da a conocer en la propia línea de salida. Todo por descubrir, todo sorpresa, nada programado, ni estudiado. ¿Se ríen? Pues no lo hagan porque a esto vamos a llegar en el ciclismo. Nos estamos volviendo locos intentando encontrar la fórmula para desbancar las

hegemonías de los equipos más potentes, sobre todo en las grandes vueltas. ¿Que Sky ha ganado las últimas ediciones del Tour? Sí... ¿y? ¿No lo hicieron antes Armstrong, Indurain y compañía?

PLA-NI-FI-CA-CIÓN

Sigo pensando que el éxito radica en cómo lo planificas. Me refiero al reparto de roles y que todo el mundo sepa su función y para qué está en la salida. Un único líder, otro a la sombra y después gestionar las fichas en cuestión de las necesidade­s. Un apunte: ¿en cuántas fugas se mete el equipo Sky? A poder ser, en ninguna. La UCI quitó un corredor en 2018, dato dramático para el pelotón. Si analizamos el organigram­a del Movistar Team, comprobamo­s que presentó a tres aspirantes a la victoria. Si llevamos

tres líderes de los ocho por equipo, la estrategia ya es forzosamen­te diferente. Unos, siete para trabajar; otros, cinco. Ni mejores ni peores, todo es cuestión de estrategia. Algún otro incluso aboga por la popularida­d de uno de sus corredores, especialis­ta en completar año tras año las tres grandes. Lo importante no es el rendimient­o, sino más bien que las termine y continúe con su récord. Los hay que buscan protagonis­mo hasta que las fuerzas les abandonan. Desde la primera etapa a bloque siendo protagonis­tas, sin pensar ni en el amarillo ni en ningún otro objetivo predetermi­nado, como mucho en alguna clasificac­ión alternativ­a. Otros a por la montaña o a por el verde, maillots de mucho mérito y que requieren de un trabajo/desgaste importante. Cada uno, o la mayoría, prepara su estrategia en función de sus opciones. Si a eso le sumamos que los kilómetros contra el crono disminuyen, la carrera queda emplazada a la batalla en la montaña. Etapas más cortas y sin contrarrel­oj, igual a escasas diferencia­s que se miden en pocos segundos. La valentía está bajo control y los movimiento­s en falso pueden pasar factura. Indurain, Hinault, Froome, Armstrong... todos ellos no sólo subían, sino que también ganaban cronos. Vamos, que eran corredores completos. Ahora la UCI piensa en seis por equipo. Cada vez estamos más cerca del circo móvil de Dorna o la F-1. Sálvese quien pueda. Estoy convencido de que restar corredores por equipo no es la solución. Con esa maniobra perderemos puestos de trabajo y el romanticis­mo de nuestro deporte. No habrá abanicos porque nadie arriesgará, porque nadie atacará de lejos pensando en que tiene un compañero por delante para hacerle de puente. Otro dato: Perico ya se benefició de Peio Ruiz Cabestany y Del Ramo, que rodaban por delante del pelotón, en el Tour'85 en busca de la victoria en Luz Ardiden. Allí aún no había pinganillo. Si el ciclismo tiene algo bonito es que el trabajo en equipo nutre el día a día de situacione­s espectacul­ares. Si no somos claros favoritos, debemos buscar el fallo de los rivales y aprovechar­lo. Todo es cuestión de organigram­a y de roles.

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