Ciclismo a Fondo

ADELANTO EDITORIAL

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Ainara Hernando narra la intrahisto­ria del triunfo de Valverde en el Mundial.

El Campeonato del Mundo de 2018 pasará a la historia como una de las victorias más sonadas y emotivas del ciclismo español. Alejandro Valverde, a sus 38 años, se sacaba una espina hundida en sus carnes, paradójica­mente, a golpe de medallas mundialist­as: tras dos platas y cuatro bronces en 12 participac­iones, se hacía con el metal más preciado. Ainara Hernando fue testigo y lo ha inmortaliz­ado en su segundo libro, que se publicará en abril. Cuandofuim­oslosmejor­es (Cultura Ciclista) es una crónica minuciosa y rebosante de emoción del camino que empezó en la concentrac­ión de la selección en Sierra Nevada y culminó con el grito de júbilo de Alejandro al cruzar la meta de Innsbruck. Aquí tenéis un avance de la obra.

Puntuales, los ciclistas van asomando por la primera planta. -¿Por dónde es? -pregunta algún despistado al salir del ascensor y dar de bruces con la cafetería. -A mano derecha, en la sala que está con las puertas abiertas. Quien guía a los que van bajando es Fernando Quevedo, exprofesio­nal siempre bajo la batuta de Javier Mínguez. Para él, Quevedo es un amigo de verdad, el padrino de su hijo y, retirado del mundo del ciclismo, se lo ha traído a Austria para que le eche una mano. A veces, con que sea un hombro para sus desaliento­s es más que suficiente. Pero en la reunión, Mínguez le pone una labor especial. -Tú en la puerta. Como policía. No quiero que entre nadie durante la reunión. A esa sala accederán los ocho ciclistas, Javier Mínguez, Pascual Momparler y Juan Carlos Escámez, que no quiere. ª ¿Qué pinta un masajista en una reunión técnica?º , piensa. Pero Mínguez es implacable. Ya lo tenía decidido desde hace tiempo. -Tú dentro, Escámez -insiste. -Que no, Javier. No... -¡Que te quedes! Quiero que escuches.

LA PIZARRA

Cuando Valverde llega, aún no están todos. En la sala hay una pizarra blanca. Alejandro se levanta de la silla mientras espera al resto, coge el rotulador, le quita el tapón y se pone a dibujar. Un rectángulo, largo, otro pegado a él y unos pequeños circulitos debajo. Ruedas. Es un camión gigante. Como los que le gustan y conducía su padre cuando era pequeño. Le encantan. Mientras lo dibuja, Momparler y Enric Mas ya han entrado en la sala. También Mikel Nieve, Ion Izagirre y Omar Fraile. -¿Qué haces, Bala? -le preguntan. Y justo le da tiempo a inscribir un nombre dentro del camión, en el espacio destinado a la carga: BalaTrans. Los demás se echan a reír. -Mira qué bonico, ¿eh? ¡La balica! ª Fíjate tú la cabeza dónde la tiene, a unas horas de correr el Mundial. Muy nervioso no estẠ, piensa Pascual Momparler. Llega Mínguez, la puerta se cierra. Escámez se queda atrás, de pie, como no queriendo hacer notar su presencia. Quevedo, en el otro lado de la puerta, vigilante. Y la reunión empieza. Unos minutos antes, Momparler habla con Mínguez mirándole a la cara. -Javier, esta reunión cúrratela bien. Tiene que ser como esas que daba Luis Aragonés en el Mundial de fútbol. Que se vea que eres el líder por designio propio, por tu carisma, Javier. Mompa, el chico que ha crecido a la vera de Javier Mínguez, tiene claro que a su maestro y amigo del alma le viene pesando demasiado el Mundial de Florencia de 2013. Donde tenía que haber sido campeón del mundo y acabó como un funeral. Sabe la presión que tiene encima y quiere motivarlo. -Enamora con lo que les digas. Y de pronto, sin necesidad de papeles ni de un discurso preparado, sin micrófono siquiera, Mínguez comienza a hablar y en segundos se convierte en el líder que capitanea a su manada de corredores. -Bueno, primero voy a hablar yo y no me interrumpe nadie. Y cuando termine, me decís todo lo que queráis. Os voy a dar la táctica y luego, si fallo, podéis salir y decir que soy un viejo chocho, que no tengo ni puta idea y que me

echen. Tenéis mi permiso. Pero la táctica la doy yo; me dejáis que me equivoque yo. Señores, tenemos que correr mañana como equipo. Pero al compás de la prueba. Puede haber dos carreras: la de los que van a buscar la escapada y la que venga después. Si hay una fuga de salida con peregrinos que cogen mucho tiempo, olvidaos. Esa no es nuestra guerra. Que después de todo eso empieza el baile y hay cortes, pues ahí debemos procurar estar. Siempre que esté Francia, que va a ser un enemigo importante, Holanda, Italia, puede que colombiano­s... Y luego habrá otros corredores, como los ingleses, que se meterán en la pelea. Esas son las seleccione­s claves y en esos sitios tenemos que estar. Mientras habla, Mínguez gesticula con los movimiento­s de sus brazos tan caracterís­ticos. Manos de un lado a otro, dedos girando. Abre sus pequeños ojos. Ha empezado a hablar y ya no para. -¡Ojo con el corredor de vosotros que entre en la escapada! Que saque pecho y se luzca, porque nos está representa­ndo a todos los que estamos detrás. Va a ser una carrera de eliminació­n. Quiero que estéis en todos esos cortes, ¡pero nada de tirar! Y si no está ninguna de las seleccione­s fuertes, tranquilos, porque alguna de ellas se pondrá a tirar y entonces ya entraremos nosotros también. ¿Que no se ponen? Pues nosotros tampoco. Y para cuando se venga el final de carrera, tú, Omar -dice señalándol­e-, tienes que estar en el principio de esa parte final con Alejandro. Y tú, Castro, deberás cubrirlo y luego, según como venga la carrera, vamos a actuar. Pero aquel que esté en los cortes lleva el peso de un país encima. Quien entre no se puede descolgar, ¿eh? ¡Porque nos hunde en la miseria! Debemos estar al pie del cañón y controlar la carrera en todo momento. Y al final, Valverde tiene que hacer todo lo que pueda. Porque mandarte atacar antes y que luego te quedes es una tontería. ¡Oíd! Que Valverde no os prohíbe a ninguno de vosotros que seáis campeones del mundo. -¡Claro que no, yo encantado! -responde Alejandro. -El problema es que hay que ganar. Y hay que estar en la escapada. Porque si estás en la fuga para lucirte y luego quedarte y dejarnos el muerto a los de detrás nos estás arruinando. Hay que estar y luego, a ver si se puede triunfar... Mínguez deja unos segundos para que sus ciclistas lo asimilen. -¿Está claro? -todos asienten-. ¿Alguna cosa más? Nadie habla ni rebate a Mínguez. -Valverde, ¿quieres decir algo? -No, nada. Es que lo has dicho todo. -Te tienes que guardar para el final. Corre cuando tengas que correr, Alejandro. Tú antes del repecho no corres, lo hacemos nosotros. Y en el repecho, corres tú.

Y cuando te vengan a buscar los enemigos, porque te van a vigilar toda la carrera, les haces con el brazo una señal de que no puedes y te dejen en paz. Porque ellos verán que no puedes y cambiarán de actitud. Si no les dices nada, igual la cosa va más tensa. -Claro... -Javier, ¿y si la cosa se pone mal, bajamos al coche a preguntart­e? Porque al no tener pinganillo­s... -pregunta Ion Izagirre. -Puedes bajar, ¿pero luego cómo subes? El problema es que vamos a ir de uno en uno y jodidos. Cuidado. ¿Sabemos lo que tenemos que hacer? Sí. Pues vamos a interpreta­rlo lo mejor posible. ¿Que hay un error? Lo corregimos lo antes posible para no perder el tiempo en solucionar el problema. -Estoy preparado para estar en el final con Alejandro. Me siento bien -comenta Mikel Nieve. -Y yo, tranquilos, que de salida voy a pecho descubiert­o -promete Omar Fraile. -Herrada y Castro, os quiero al principio de la carrera y para los cortes, junto a ti, David -señala a De la Cruz-. Aquí tenemos un líder pero todos sois muy necesarios y debéis aportar. Saldremos con un depósito y no hay paradas para repostar. Como se te acabe la gasolina, vas directo a boxes... Que luego ha habido una gran faena de toda la

cuadrilla y el matador ha cortado dos orejas y el rabo al toro, pues perfecto. Y si igualmente sale una buena faena pero no rematamos, os daré igualmente la enhorabuen­a. Ya he dicho ahí fuera a algún periodista que este es el mejor grupo que he tenido en mis seis años de selecciona­dor y no voy a cambiar ese discurso salga lo que salga mañana. Sois lo mejor que he tenido. ¡Ahora bien! Tenemos un tiro, ya lo sabéis. Bala, un tiro, un muerto. Y cuidado con Nibali, que estará ahí disputándo­te la carrera. -¡Baaaaaah! ¿Qué dices? -¿Cómo? -Ni de coña Nibali está ahí mañana. Está muy pasado -de repente el ambiente se relaja, vuelven las sonrisas-. Vamos a jugarnos una comida. ¿Quién dice que Nibali acaba por delante nuestro? -¡Yo! -y Mínguez se queda solo en su apuesta. -Ya puedes ir pagándonos una comida a los demás, Javier. Todos se van levantando y se encaminan por el pasillo hacia el restaurant­e. Y allí, en la sala, se queda el susurro de las tácticas, las órdenes dadas, la estrategia secreta y perfecta. Y el BalaTrans dibujado por Valverde. La Balica. Pero con ellos, en la cabeza de todos y cada uno de los ocho ciclistas, se va una idea clara. El Bala será campeón del mundo mañana.

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 ??  ?? Una piña. Ion Izagirre y Mikel Nieve fueron los primeros compañeros de selección que abrazaron a Alejandro Valverde. En el libro se relata cómo se forjó esa unión.
Una piña. Ion Izagirre y Mikel Nieve fueron los primeros compañeros de selección que abrazaron a Alejandro Valverde. En el libro se relata cómo se forjó esa unión.

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