TIRRENO˜ADRIÁTICO
Una crono por equipos para abrir, otra individual para cerrar, muros explosivos, emociones a diario y la guinda de un duelo apretadísimo que no permitió conocer al ganador hasta el final. Una Tirreno-Adriático muy superior a lo que se esperaba de ella.
Gloria para Primoz Roglic, mejor que Adam Yates por menos de un segundo.
En el ciclismo moderno cada vez hay mayor igualdad. Cuesta más hacer diferencias y se llega al desenlace de las carreras con varios corredores en un margen de tiempo que no les descarta para ganar, resolviéndose por segundos. Ha vuelto a ser el caso en una de las pruebas de una semana más prestigiosas del calendario, la Tirreno-Adriático. Que una vuelta se acabe decidiendo por 69 centésimas después de siete días en los que ha habido una contrarreloj por equipos, otra individual que decidía quien se adjudicaba finalmente el tridente que acredita al ganador de la Carrera de los
dos mares y dos -incluso tres- de las cinco etapas en línea con desenlaces con posibilidades de mover la general, era algo por lo que difícilmente habríamos apostado. Y sin embargo, sucedió.
ALTA MONTAÑA POR MUROS
Para esta 54ã edición, RCS Sport huyó de la fórmula que venía primando en los últimos años, con al menos una etapa con montaña de entidad suficiente para convertirse en decisiva en muchas de las últimas ediciones. Prati di Tivo lo fue en los años de Nibali (2012 y 2013); la jornada con el Passo Lanciano y final en el Muro di Guardiagrede en el triunfo de Contador en 2014; el Terminillo en las dos de Quintana (2015 y 2017); y Sassotetto -etapa para Landa y general para Kwiatkowski- el año pasado. En 2016, cuando ganó Van Avermaet se tuvo que anular la etapa reina con el Monte San Vicino. Ahora la apuesta era combinar cronometradas y muros en una sucesión vertiginosa. Si lo que querían era finales entretenidos y emoción hasta el final, no cabe duda de que lo han conseguido. No basta con que el recorrido proponga, se necesita además que los protagonistas dispongan y lo hagan bueno. Aquí los ciclistas otorgaron su bendición... y de qué manera. Cada día tuvo su miga. Adam Yates y Primoz Roglic iniciaron su particular duelo desde la crono inaugural y lo mantuvieron hasta el final. Y por su parte, los Alaphilippe, Viviani, Lutsenko, Fuglsang, Bettiol, Maestri, Oomen y compañía fueron dándole espectacularidad y un brillo inusitado en momentos puntuales. Todo junto hizo que la nota final se acercara al sobresaliente. Empezando por la crono por escuadras de Lido di Camaiore, donde JumboVisma partía como favorito después de
imponerse en la disputada en el UAE Tour. El equipo neerlandés no decepcionó y marcó un tiempazo, mejorando en 30 segundos el del Deceuninck-QuickStep. Los dos últimos en salir, Team Sunweb y Mitchelton-Scott, eran los únicos que podían inquietar su confirmación en la especialidad. Las huestes de Dumoulin se quedaron a quince segundos, pero el conjunto australiano les rebajó siete rodando a 57,546 km/h, por lo que Michael Hepburn vestiría el primer jersey azul de líder y Adam Yates era el favorito mejor colocado. La segunda jornada, primera en línea, presentaba un final ascendente en Pomarance. Con su escapada junto a Berhane (Cofidis), Irizar (Trek-Segafredo), Kurianov (Gazprom) y Schönberger (Neri Sottoli), Mirco Maestri (Bardiani) iniciaba una apuesta tan osada como bien recompensada: la de terminar vistiendo en el podio final la maglia arancione que distingue al vencedor de la regularidad a base de acumular puntos metiéndose en las fugas. La dureza de la última parte hizo que apenas una treintena de corredores disputaran el triunfo en Pomarance. En esos ocho kilómetros con un porcentaje ligeramente superior al 3%, y un tramo al 16%, Lutsenko (Astana), lanzado por su compañero Fuglsang, consiguió abrir un hueco en compañía de Roglic (Jumbo-Visma), Stybar (Deceuninck), Clarke (EF) y Dumoulin (Sunweb), pero fueron neutralizados poco antes del último kilómetro. Situación que no desaprovechó Julian Alaphilippe para anotarse claramente el triunfo por delante de Van Avermaet. Adam Yates pasó a vestir el azul de líder. En Foligno, llegada de la tercera jornada, disfrutamos del único sprint entre velocistas puros. Berhane, Kurianov, Maestri y Schönberger repitieron cabalgada, esta vez junto a Tonelli (Bardiani) y Cataford (Cycling Academy), antes de ser reducidos por los equipos de los velocistas. En la volata, lanzada por Sagan (Bora) con Viviani (Deceuninck) perfectamente acoplado a su rebufo, se impuso el campeón italiano, que rebasó justo a tiempo al eslovaco mientras que Gaviria (UAE), sin hueco, se tuvo que conformar con la tercera plaza. Viviani salvaba el honor de los locales, que por primera vez en la historia fueron incapaces de meter a uno de los suyos en el top10 de la general.
A TODO O NADA
Los muros volvieron a cobrar protagonismo en la cuarta etapa, primera de las dos en las que los menos favorecidos en la CRE podían tratar
de entrometerse en el duelo entre Yates y Roglic. Y efectivamente hubo un equipo empeñado en buscarles las cosquillas, Astana, que de desahuciado -cedió 1'13'' con Mitchelton-Scott en Lido di Camaiore- pasó a protagonista indiscutible en ambas jornadas, en las que lanzó desde lejos a sus dos hombres fuertes para intentar la sorpresa, buscando la épica. La carrera ganó muchísimos enteros gracias a ellos y, aunque no llegaron a desbancarles, los pusieron en serios apuros. Fueron líderes virtuales y se llevaron un apreciable botín: el triunfo en ambos parciales y colocar a Fuglsang como tercer clasificado de la general en detrimento de Dumoulin, Pinot y el resto de aspirantes. Los 221 kilómetros entre Foligno y Fossombrone vivieron el recital de Alexey Lutsenko. Justo tras neutralizar a los diez aventureros, entre los que se metió Maestri por tercer día consecutivo, atacó el campeón kazajo. Restaban treinta kilómetros. En la primera de las dos ascensiones al Monte de los Cappuccini, a 15 km del final, su ventaja le convertía en líder virtual. En el descenso se cayó por primera vez, sin apenas pérdida de tiempo. Al inicio de la segunda subida, coronada a siete de Fossombrone, mantenía 55'' que sólo empezaron a verse recortados cuando saltaron del grupo Roglic y Yates, con Fuglsang de secante. Coronó con 13'' y se lanzó a tumba abierta. Seguro ganador, a kilómetro y medio de la raya sufrió la segunda caída, que le costó verse absorbido por el trío. Sin embargo, lo de Lutsenko fue de otra galaxia y tuvo arrestos para responder a la arrancada de Primoz Roglic y rebasarle para firmar un triunfo de raza. En la jornada reina, 180 kilómetros con la llegada más dura de todas, que incluía cuatro pasos por Porta d'Osimo y tres ascensiones a San Pietro, en total siete
muros con tramos del 19% y del 20% respectivamente, le tocó el turno de lucimiento a Jakob Fuglsang, que atacó a 24 km de la conclusión, en el penúltimo paso por meta. Fue sumando segundos hasta que a Yates y Roglic les volvía a sonar la señal de alarma: el danés, con 1'10'' de ventaja, se había situado líder virtual. En San Pietro atacó el líder y respondió el esloveno con ciertos apuros. Fuglsang coronó con 45'' sobre el dúo, que arrastraba a los fugados que el del Astana había descolgado. Aunque por momentos volvió a incrementarse la diferencia, el arreón de Adam en el último muro, donde descolgó a Roglic, dejó la ventaja del héroe del día en 40''. La general, a la espera de los 10,5 km de San Benedetto del Tronto, parecía sonreír a Adam Yates, quien ampliaba su colchón hasta los 25 segundos. Fuglsang, 3ë, quedaba a 35''.
GANA ROGLIC, PIERDE YATES
El penúltimo día, el final en Jesi anunciaba una segunda volata que, aunque picaba hacia arriba, no dejó de tener un desenlace sorprendente, pues se la llevó Alaphilippe -lanzado impecablemente por Richeze- y no Viviani, tercero por detrás de Cimolai. Los demás velocistas ni entraron en el top ten salvo Sagan, quinto. Para conocer el nombre que se llevaría el tridente a casa hubo que esperar al último segundo. Aunque Roglic no tuvo un día especialmente inspirado y fue 11ë a 13'' del ganador, Victor Campenaerts (Lotto-Soudal), Adam Yates terminó entregando la cuchara... ¡por 69 centésimas de segundo! Y eso que en el punto intermedio del kilómetro 4,4 apenas cedía siete segundos. En esta crono corta de ida y vuelta es vital llegar entero a la segunda mitad, donde verdaderamente ganas o pierdes. Ahí flaqueó el campeón del mundo, Rohan Dennis, que marcó el mejor tiempo intermedio para dejarse luego
una eternidad con el campeón europeo, que acabó volando. Roglic reguló mucho mejor como buen especialista. A Adam le pesó demasiado su mal historial en San Benedetto del Tronto, donde siempre había cedido cerca de un minuto con el ganador y el año pasado lo hizo 36 segundos peor que su rival. Psicológicamente partió con demasiadas dudas. ª Voy a darlo todo y lo que salga, saldrá. Ojalá que sea suficienteº , había declarado. Con el paso de los kilómetros fue a menos y cruzó la pancarta del triángulo rojo cuando el GPS saltaba de 21 segundos de retraso a 22''. Si perdía más de tres en esos mil metros finales se despedía de la preciada maglia azzurra, como así sucedió. Hablar de quién lo mereció más de los dos sobra, aunque salta a la vista que en esa decisión a los puntos que otorga el corazón, Adam ganó mayor número de asaltos y más brillantemente. Pero lo que cuenta es el reloj y ese señaló la victoria de Roglic... ¡por 69 centésimas!