MILÁN˜SAN REMO
El francés del Deceuninck aceleró en el Poggio y luego fue el más veloz en el reducido sprint para hacer atronar los acordes de La Marsellesa en la Via Roma. Valverde, en su regreso, estuvo con los mejores y acabó séptimo.
Julian Alaphilippe, imperial en el Poggio y en la Via Roma.
Segundos antes de que Julian Alaphilippe extienda los brazos, poderoso y enérgico, hacia el cielo brillante y luminoso de la decadente San Remo, la primavera estalla en mil colores. Ya está aquí. `Il grande ciclismo', como dicen los italianos. El sol, las flores, los almendros, un gelato a la orilla de la Costa Azul, con sus chiringuitos cerrados a cal y canto todavía, y las carreras. Dicen en la Gazzetta dello Sport -la hoja
parroquial italiana del ciclismo-, el día antes que los corredores se paseen por el Castello Sforzesco de Milán en busca del rotulador con el que estampar su firma para partir hacia San Remo, que la Classicissima es la primera carrera de verdad. Como si todo lo recorrido, todo lo pedaleado hasta ahora, no valiera. Como si la clavícula rota de Mikel Landa en Mallorca que le ha hecho volver a competir en San Remo no valiese de nada. Como si tampoco contase el esfuerzo más allá de lo habitual que a Valverde le ha supuesto conseguir su primer triunfo en 2019. Como si la ParísNiza del impresionante Egan Bernal tampoco suponga nada. O la Tirreno in extremis de Roglic. O más. Como si los éxitos de Alaphilippe en Argentina, en Colombia, en Tirreno y en la Strade Bianche, vamos, en todos los lugares donde ha participado, no metiesen ningún miedo.
PRIMERO, LOS SPRINTERS
Y claro, como piensan así y ellos son los que dictan discurso y sueltan sermón, la Milán-San Remo, dicen, la misma carrera que en los últimos años ha sido rota de manera estelar por los valientes, debe ser este año para los sprinters. Hablan de Elia Viviani, claro, el orgullo de la patria italiana. Bandera tricolore envolviendo el cuerpo del ciclista más laureado de la pasada temporada, el gran valedor. Para los que escriben sobre papel rosa él es el principal y, parece, único candidato. Resulta que la manada del Deceuninck