Monsieur Ugarte
La de hoy no es una cita para una entrevista, sino un encuentro con una persona a quien aprecio un montón. Un hombre de ciclismo, elegante y señor, líder de un grupo al que este deporte debe mucho. Con ustedes, Don Jaime Ugarte.
Crecí mientras él presidía la Federación Vasca y desarrollé mis días como ciclista profesional cuando desempeñaba el cargo de mandamás en la Vuelta al País Vasco, la Clásica de San Sebastián y las 6 Horas de Euskadi. Hace ya siete años que, mediante unas entrañables líneas, cerraba su carpeta. Tanto Jaime como su grupo de confianza ponían el punto final a una larga y exitosa carrera organizativa. Su hermano Fernando, Santi y Antxon Ayestarán, Eceiza e Iñaki Lertxundi, los integrantes de su guardia pretoriana cerraban la persiana. Siete años de espera han merecido la pena. Hoy nos hemos citado aquí, en el Boulevard de San Sebastián, donde ídolos como Marino Lejarreta y Miguel Indurain alzaron los brazos entrando victoriosos en la Clásica. ¡Cuántas vivencias, qué gran historia! La meteo apunta galerna.
LLUVIA DE RECUERDOS
Joseba Beloki: Jaime, no nos caerá la misma que en el 92... Jaime Ugarte: Espero que no. 1992, menudo final.
Se nos hizo de noche en pocos minutos. En contadas ocasiones hemos visto llover de esta manera. Una victoria -se impuso Raúl Alcalá- de mucho mérito. Sin prácticamente tiempo nos resguardamos en una cafetería del Boulevard donostiarra. Dejaremos el paseo por la bahía y la visita a Igeldo para más tarde. ¿He entendido bien?, ¿eres de Las Arenas?
Sí, sí. La gente piensa que soy de Donosti de toda la vida. Mi padre era marino y nos vinimos cuando yo tenía cinco años. Casi, casi, toda la vida. Ahora que estamos frente a frente, ¿sabes lo primero que se me viene a la cabeza? Las concentraciones invernales de la selección vasca en Izarra (Álava). Fue un gran ejercicio. Sabes que nos gustaba trabajar mucho con la base.
Elosegi, Niko, Quintanilla, Gorrotxa..., personas que conformaban el staff técnico que tanto fruto dio. Veros a todos bien uniformados, en orden, conviviendo, suponía una gran satisfacción. Fueron diez años en la Vasca (1986-1996). Nosotros la creamos, fui el primer presidente elegido democráticamente, y también la desarrollamos. Entre otras muchas cosas, hicimos la salida del Tour de Francia en San Sebastián. ¿Cómo surgió lo de Organizaciones Deportivas El Diario Vasco?
Yo estaba en la Federación Guipuzcoana y La Voz de España organizaba la Vuelta al País Vasco (1981). Me presenté a presidente y salí elegido. La Voz desapareció y la prueba se quedaba huérfana. Ese año estaba todo preparado y asumimos el reto. A falta de una semana nos comunicaron que la montaña no se podía vender. Valorábamos unas cantidades y El Diario Vasco nos ayudó aportando publicidad. Al año siguiente hablamos con Unipublic, empresa que había cerrado prácticamente todo lo de la edición precedente, y expusimos nuestras necesidades. Hacía falta una cantidad importante para sobrevivir. Nos pusimos manos a la obra y gracias al periódico conseguimos bastante publicidad. Valor no os faltaba.
Bueno, entre el periódico y la Guipuzcoana sacamos adelante aquella Vuelta al País Vasco y ya en 1982 creamos Organizaciones Deportivas El Diario Vasco. Quiero dejar claro que la administración, tema cuentas y demás, la llevaron siempre las personas del periódico. Nosotros seguíamos con nuestro grupo homogéneo de trabajo de cuando comenzamos en la Guipuzcoana. Por si no teníamos tarea suficiente, poco después nos inventamos la Clásica de San Sebastián y las 6 Horas de Euskadi. ¿Ese fue el ciclo más difícil?
No, no. Aquel fue un momento en el que tocaba luchar por no perder la mejor vuelta que había en España.
Tu relación con el periódico se remontaba años atrás. Sí. En 1962 comencé a escribir mis crónicas, por lo que allí todo el mundo me conocía. Además, hasta me pusieron un pequeño despachito con la creación de Organizaciones Deportivas. ¿Qué tal fue vuestra relación con el Tour de Francia?
Muy buena, siempre. Acoger en 1992 la salida del Tour fue un hito a tener en cuenta. El ciclismo se ha globalizado.
Mucho. Un dato: antes contratábamos a la gente para venir; ahora, con el World Tour, las condiciones ya son con los equipos y ellos acuden con quienes consideran oportuno. Tenemos la satisfacción de haber podido traer siempre a los mejores a nuestras carreras. ¿Recordáis el critérium nocturno del Boulevard? Yo sí. Ya lo creo, bien pequeñito que era entonces.
Conseguimos reunir a más de 30.000 espectadores por todo el circuito. Un gran complemento. Respecto al invento de las 6 Horas, aquello se interrumpió por unas obras en el velódromo y ya no fuimos capaces de remontar. Déjame que te cuente. Mis primeras 6 Horas como espectador fueron las que participaron Txomin Perurena y Linares. Desde esa edición, año tras año veníamos en familia. Una fiesta, una tradición. Aquí tuvimos la oportunidad de ver a los mejores especialistas del anillo en comunión con las estrellas de la ruta. Indurain, Bugno, Hinault, Olano, Rominger, Chiappucci, Berzin, Moser, Fignon, Freuler, Clark, Doyle... Me vas a perdonar, pero se me pone la piel de gallina sólo de recordarlo. Era un formato diferente. Ciclismo y cultura iban de la mano. Con inventos como la Barqueta de Vilariño, ciclismo artístico, atletismo, el deporte rural... Una verdadera fiesta de la bicicleta. Ya en 2007 la falta de público nos hizo pensar que sería difícil remontar. 2008 fue peor y se acabó. Estoy muy agradecido por el homenaje que me hicisteis en 2001. En dos ocasiones más regresé para sendas exhibiciones en formato persecución. Para mí, que previamente lo había vivido desde la grada, ser protagonista en la pista fue, y será, lo máximo. Todo ha cambiado, ¿verdad? Mucho y en poco tiempo. Fíjate en las pruebas de 6 días, que también se han ido desinflando poco a poco. Y por no hablar de las figuras. Ahora no podríamos traer a Froome a las 6 Horas. Tuvimos a los mejores y, en cambio, a los de ahora sería prácticamente imposible.
DETRÁS DEL ARCOÍRIS
¿El Mundial de Donosti fue la guinda? Sí, sí. Pero tuvimos un problema. No corrieron ni Miguel, ni Olano. Para nosotros era importante que participasen, pero no pudo ser. Abraham no estuvo y Miguel había cerrado su carrera deportiva en enero de aquel año. Aun así, Indurain estuvo una semana colaborando
con nosotros. Fue un Mundial donde afrontamos bastantes trabas y parte de ellas repercutieron en la poca presencia de público. Decir ahora que incluso se alcanzó un beneficio económico es darle valor a nuestra gestión. No mucho, pero algo hubo. En dos días se lo repartieron entre las instituciones. Y en lo deportivo, creo que la semana estuvo bien. Hemos hablado de la Vuelta al País Vasco, pero la Clásica era la Clásica.
Claro que es importante. Hemos tenido aquí corriendo a lo mejorcito del mundo. Incluso cuando no era pagando, reunimos a gente muy buena. Sólo tenemos que mirar quienes habéis estado. Hasta Armstrong. Recuerdo que el año que llegó el último a la meta estaba mosqueado porque alguno del público le había silbado. Prometió volver para ganar y así lo hizo. ¿Qué tiene el País Vasco para el ciclismo?
Los corredores saben a donde vienen. Los de fuera son como los de casa para el público. Han sido muchísimos años de trabajo. Si tuvieras que quedarte con alguno...
Me quedaría con lo vivido con mi grupo. Todos los lunes cenamos juntos desde
hace muchos años. Somos gente de tradiciones. Y todos los años vamos al Tour. Si hay una etapa interesante en la Vuelta o el Giro, o incluso el Tour, nos citamos en un sitio y la vemos juntos. Seguimos siendo un grupo compacto. Si hemos dejado los mandos ha sido en mi caso por mis circunstancias y los demás porque no se han atrevido. Háblame de la fusión entre la Vuelta al País Vasco y la Euskal Bizikleta.
El Gobierno Vasco patrocinaba a las dos organizaciones y sólo quería hacerlo con una. Con todos mis respetos, la Bicicleta Vasca no era de nuestra categoría. A ellos para hacer la carrera les daban lo mismo. Entonces llegó el ultimátum: si no hay fusión, no hay apoyo. Yo fui presidente con la cláusula de que siempre el presidente iba a ser de Organizaciones Deportivas El Diario Vasco, con el fin de que si yo lo dejaba alguno de mi grupo tomaría el testigo. Cuando me fui, Enrique y José Luis continuaron dos años y luego no siguieron. La cláusula ya no vale para nada. Pero siempre en buena armonía con Julián, aunque cada uno defendió lo suyo como creyó conveniente. Los dueños de la carrera éramos nosotros, los que hicimos las cosas fuimos nosotros y ahora no admitimos que nadie diga que tiene los mismos derechos. Ese fue el planteamiento inicial, pero que nadie piense que yo me he pegado con Eraso.
PRIMERA LÍNEA DE FUEGO
Lo dejaste con 75 años. ¿Tuviste alguna vez la tentación de dar un portazo y olvidarte de todo? No, no. Los momentos difíciles eran los más motivantes. Desde la lucha con Irazusta en la Guipuzcoana hasta la fase final, todo ha sido bonito. Siempre me ha gustado la primera línea de fuego. Estamos orgullosos de lo que conseguimos montar. Mucha gente nos ayudó. Recuerdo que cuando, por ejemplo, Etxeondo nos echaba una mano en la Vasca, yo me encargaba de hacerle publi en el periódico. Allí nadie me decía nada y cualquier cosa era buena para devolver la fidelidad de tanta gente. Leo en tu carta de despedida que en 1983 dejaste de escribir en El Diario Vasco por cuestiones éticas. Escribir de uno mismo nunca me ha gustado. Era lo lógico. Algo que te honra, sin duda. ¿El ciclismo es agradecido con el organizador?
No siempre, aunque lo importante es estar satisfecho del trabajo de uno mismo. Con eso, muchas veces resulta más que suficiente. Quiero cerrar estas líneas agradeciéndote, Jaime, este ratito que nos has dedicado. Desde hace unos años inmerso en otra carrera, y no exactamente una prueba llana, siempre tendrás toda mi admiración y agradecimiento. Eskerrik asko a tu grupo y un fuerte abrazo para ti y toda tu familia.