¿Qué has hecho, Philippe?
El viento de cara y el frenético ritmo de carrera marcaron una edición de la clásica del pavés donde los ciclistas del equipo Deceuninck-QuickStep dominaron de nuevo a la perfección.
La costumbre de ganar en el Velódromo André-Pétrieux no parece hacer mella en el ánimo de Patrick Lefevere. Quizá en este 2019 se le vio incluso un punto más feliz que de costumbre tras el triunfo de Philippe Gilbert. Suyo es seguramente en gran medida el mérito de reconducir la carrera del valón y hacerle ganar consecutivamente dos pruebas como el Tour de Flandes y la París-Roubaix cuando su techo deportivo parecía ya alcanzado en las clásicas de asfalto. “Es una victoria muy particular porque se sale de lo ordinario -declaraba el veterano mánager belga-. Jamás he visto tanta gente emocionada en el equipo como hoy. Quizá tengamos la mala costumbre de categorizar a los corredores en determinados tipos de pruebas para no dejarles salir nunca, pero él lo ha conseguido, y con una victoria de raza”. Su compañero Yves Lampaert, tercero al final, era más elocuente ante las cámaras en el momento de abrazarle: “¡¿Qué has hecho, Philippe?!”, exclamaba con una mezcla de alegría y pasión.
VIENTO Y ATAQUES
Ni el viento de cara ni la baja temperatura -muchos ciclistas acabaron con los manguitos puestos- harían mella
en el ánimo de los ciento setenta y cuatro participantes de la 117ª París-Roubaix. Desde que se bajó la bandera se asistió a un carrusel de ataques y contraataques que mantuvieron extremadamente viva la marcha pese a las dificultades de la mañana. Astana, menos protagonista que en la mayoría del calendario disputado hasta la fecha, sería uno de los principales animadores colocando sucesivamente en cabeza a diferentes corredores en los cortes. Junto a los kazajos, era habitual ver a integrantes de los siete equipos invitados y a algunos WorldTeam especialmente activos como Team Sunweb, Katusha-Alpecin o TrekSegafredo. En estos últimos, mención especial para el danés Mads Pedersen, muy fuerte tras su discreta actuación de Flandes en la semana anterior. Movistar Team también se trabajó su cuota de protagonismo durante esta fase con tres hombres, el belga Jürgen Roelandts y los dos altoaragoneses de la plantilla, Jaime Castrillo y Jorge Arcas. Arcas, que sufriría un infortunado abandono kilómetros después por problemas en la visión, consiguió junto a otros 26 ciclistas integrar el primer corte de la carrera, fraguado a partir del kilómetro 83 como resultado de sucesivas fusiones de grupos destacados. Matteo Trentin, Yves Lampaert o Nils Politt eran las presencias más destacadas en una avanzadilla que nunca lograría
irse más allá del minuto gracias al trabajo por detrás de Bahrain-Merida, Bora-Hansgrohe y Team Sky. A los escapados les dio tiempo a comenzar en cabeza los primeros sectores de adoquinado, siendo reducidos después de cincuenta y cuatro kilómetros, a la salida del tramo de Verchain.
DAMNIFICADOS
Con el Bosque de Arenberg próximo, la carrera afrontaba agrupada una nueva fase. El discurrir de los kilómetros y el paso por el pavés se iba cobrando sus primeras víctimas en forma de caídas como Daniel Oss o los dos pinchazos que arruinaron la Roubaix de Alexander Kristoff. El noruego del UAE llegaba con aura de favorito tras dos brillantes semanas en suelo flamenco -ganador en la Gante-Wevelgem y tercero en el Tour de Flandes-, pero una mala elección de material le dejó fuera de la lucha. “Elegimos rodar con tubeless. Pinché dos veces antes del Bosque y me fue imposible regresar. Ahora queda claro que fue una mala idea. Aunque en Flandes había funcionado a la perfección, aquí resultó un desastre”, reconocía resignado. Wout Van Aert y Tiesj Benoot fueron los otros dos damnificados del segundo tercio de competición. El primero sobreviviría, sin embargo, gracias a un cambio de bici en pleno Arenberg con su compañero Pascal Eenkhoorn primero,
y a una notable remontada posterior, con caída incluida después. El ciclista del Lotto-Soudal se llevó la peor parte al chocar con la trasera del coche del Jumbo-Visma y romperse la clavícula. “Pudo haber sido peor -manifestaba-, en el estrechamiento de una carretera el coche paró bruscamente y me fui contra su ventana”. El avituallamiento de Beuvry-la-Forêt marcó el inicio del desenlace con el grupo de favoritos todavía compacto tras atravesar sucesivamente Arenberg, Wallers y los otros tres sectores posteriores, Hornaing, Warlaing y Tilloy. Nils Politt provocó una avanzadilla a la que se sumarían Philippe Gilbert y Rüdiger Selig. El trío dio caza y descolgó al escapado en aquel momento, Wesley Kreder, y llegó al arranque de la parte decisiva con ligera ventaja sobre el resto de aspirantes.
POR ELIMINACIÓN
Al paso por el sector de Auchy, el resto de implicados en la resolución final se irían incorporando a la cabeza desde atrás. Peter Sagan, Yves Lampaert, Sep Vanmarcke y un sorprendentemente recuperado Wout Van Aert alcanzaron al terceto acompañados por Marc Sarreau, Christophe Laporte e Iván García Cortina, quien cedió por culpa de un pinchazo en el peor momento. En la meta el del Bahrain-Merida sería una vez más el primer español, 41º, aunque esta vez con cierto poso de resignación por la oportunidad perdida. Eliminados los dos franceses, Selig y el asturiano, el sexteto resultante fue avanzando en relativa armonía hasta que Gilbert decidió moverse a la salida de Bourghelles. Con su acelerón formó un trío junto a Politt y Sagan que sirvió para enterrar las opciones de un exhausto Van Aert, que se quedó... en un puente. Yves Lampaert y Sep Vanmarcke -el belga del Education First con reiterados problemas en el cambio- mantendrían el paso y se reincorporarían justo antes del emblemático Carrefour de l'Arbre, donde Philippe Gilbert probó de nuevo una ofensiva sin romper definitivamente el quinteto.
Instantes después, en el sector de Gruson, Nils Politt sí lograría marcharse acompañado de nuevo por Philippe Gilbert. El dúo abrió hueco sobre un terceto de perseguidores donde los problemas se acumulaban. Las fuerzas parecían abandonar a Sagan, descolgado por Lampaert justo en el momento en que Vanmarcke podía por fin cambiar su bicicleta. Parecía claro que la carrera sería cosa de dos y, una vez más, con la situación a favor del DeceuninckQuickStep; Gilbert no tenía la obligación de darlo todo gracias a la amenaza que suponía la proximidad de su compañero. La ventaja táctica, unida a su relativa frescura frente a Politt, resultaron decisivas en el embalaje final para el valón, quien atacó a ciento cincuenta metros por la parte baja del peralte y se impuso con cierta suficiencia. Era ya el cuarto monumento de su palmarés, la séptima clásica de 2019 para su laureado equipo y la victoria 700 en la historia de la estructura. Los números cobraron protagonismo en la meta del Infierno del norte.