Ciclismo a Fondo

JAKOB FUGLSANG

Ainara Hernando entrevistó al completísi­mo ciclista danés del Astana.

- Texto Ainara Hernando Fotos Rafa Gómez

Durante más de una década, Jakob Fuglsang vio pasar a su lado a los más grandes: Andy Schleck, Fabian Cancellara, Vincenzo Nibali, Fabio Aru. A todos entregó cuerpo y alma. Sin pedir nada para él, ni una palabra más alta que otra. Ahora ha llegado el momento de ser el jefe.

Jakob Fuglsang acude majestuoso y solemne a la cita fijada para la entrevista con esa sonrisa suya, tan tranquila, enclavada en un rostro perfecto de actor de cine. Echando un vistazo al archivo de sus fotos, apenas ha cambiado. Los años no parecen pasar por él, el ciclista ejemplar que sin dar ruido ni montar polémicas se ha vaciado por los demás sabiendo todo el talento que tenía dentro. Siempre ha aceptado su rol. Las de Fuglsang son respuestas largas, razonadas, propias de alguien que sabe lo que dice, pero sobre todo, lo que quiere. Madurez. Con una quincena de años -de sus 34- como ciclista profesiona­l a sus espaldas, está seguro de que lo mejor está por venir, que todavía sigue creciendo. Y no hay más que mirar a su espectacul­ar inicio de temporada para comprobar que es cierto.

UN POCO MEJOR Victoria en Andalucía, etapa en Tirreno y tercero en la general, segundo en Strade Bianche... ¿Es el mejor inicio de tu carrera?

Sí, sin duda lo está siendo. Siempre me ha gustado empezar fuerte las temporadas y estar delante, pero quizá este año he dado un pequeño paso adelante. Soy apenas un poco mejor y eso es lo que me está trayendo tan buenos resultados y victorias.

¿Por qué?

No lo sé, en realidad no he cambiado prácticame­nte nada, aunque siempre quieres hacerlo bien, superarte a ti mismo y cambiar pequeñas cosas que te lleven a progresar. Estas Navidades, por ejemplo, las pasé en Sudáfrica y eso me ha permitido entrenar todo el invierno sin tener que parar. Creo que me ha ayudado mucho. También he cambiado mi alimentaci­ón, he quitado la pasta de mi dieta y estoy comiendo más del resto de carbohidra­tos que antes. También me he acostumbra­do a comer más encima de la bici, durante las carreras. Hasta ahora no lo hacía tanto. Son pequeñas cosas que me han hecho ser mejor. Me subo a la bici y me siento muy bien. También he trabajado durante las concentrac­iones el cambio de postura al pedalear, que me ha dado otro nuevo plus. Al final es la suma de muchas pequeñas cosas que están marcando la diferencia. Me hacen sentirme más fuerte, especialme­nte cuando entreno. Todos esos detalles me están facilitand­o entrenar más, trabajar más duro en casa.

Con muchas motivacion­es entonces, a pesar de tantos años siendo profesiona­l.

Sin duda. Ya llevo quince años de profesiona­l, diez desde que firmé con Saxo Bank. Ojalá lleguen aún buenos años. Tengo la convicción de que será así, no me siento cansado de dar pedales. Todavía sigo aprendiend­o, de los temas de alimentaci­ón, de entrenamie­nto... y eso mantiene alta mi motivación. Mientras la mantenga, mientras siga queriendo crecer, quiere decir que estoy capacitado para ello. Ya son unos cuantos años y siempre he estado ahí, peleando por un top10 en las generales de muchas carreras. Quizá me ha faltado siempre esa pequeña cosa, ese detalle que marca la diferencia, aparte, por supuesto, de la confianza que el equipo te pueda dar y el apoyo que tengas. Durante muchos años he sido sólo un

ayudante para algunos de los mejores ciclistas. Estaba un poco por detrás, en segundo plano, pero ahora dispongo de la oportunida­d de pelear por cosas y demostrarl­o. Eso me motiva.

¿Finalmente has encontrado tu hueco, tu sitio?

Sí. Y es bueno que no sólo yo consiga victorias, sino todo el equipo, y eso lo estamos logrando en Astana este año. Todos estamos andando bien y eso nos hace querer más, estar muy unidos porque sabemos que podemos alcanzar grandes victorias. Estamos dispuestos a colaborar unos con otros porque sabemos que todos vamos a conseguir un trozo del pastel. Aquí no hay un único corredor o dos que sean los líderes y se dediquen en exclusiva a ganar las carreras. En Andalucía, por ejemplo, Ion Izagirre trabajó para mí y yo lo he hecho en País Vasco encantado. Igual que en la Vuelta a Murcia me sacrifiqué para Luis León Sánchez y ellos te lo devuelven ganando. Es una de las claves de la gran cantidad de triunfos que hemos conseguido. Somos unos diez corredores dentro del equipo que estamos ganando.

¿Entonces veremos un Jakob Fuglsang diferente esta temporada?

Conseguir victorias estos primeros meses me ha dado mucha confianza. Me siento muy seguro y creo en mí más que nunca. No tengo dudas de que voy por el buen camino, de que no debo presionarm­e y todo irá rodado. Otros años tienes las piernas, pero fallas en una ocasión y eso te desmoraliz­a. Ahora no es así; veo que puedo, que gano. Y cuento con la confianza de saber que si una vez no lo logro, seguro que la siguiente sí, porque ya lo he conseguido. Eso está siendo fundamenta­l. Me siento muy fuerte y sólido. ¿Que estoy sufriendo? Los que van a mi lado también, ¡seguro que incluso más!

¿Dónde veremos a ese Jakob Fuglsang fuerte, seguro y confiado?

En el Tour, que es mi gran objetivo este año. Tras las clásicas de las Ardenas hago un descanso y después me centraré en prepararlo al máximo. Sigo creyendo que puedo pelear por estar en el podio. Sé que no es fácil, pero es mi reto y trabajaré para ello. Voy a darlo todo. Veo a Geraint Thomas, que nunca había acabado en el top10 en ninguna de las grandes que había disputado y de repente ganó el Tour de Francia. Es un gran ejemplo de que es posible. Considero que no he llegado todavía a mi nivel máximo como ciclista y prosigo explorando cómo hacer más, dar más de mí, ser más fuerte.

¿Es importante mantener esa confianza en uno mismo que tanto repites?

Me parece vital. He visto mucha gente de mi generación que eran ciclistas muy fuertes y peleaban por

cosas más grandes que yo hace cinco o seis años y ya ni siquiera están en el pelotón. Perdieron la motivación. Me sigo sintiendo preparado para mantenerla.

¿Te ves a ti mismo como un capitán?

Sí, un poco sí. Además soy uno de los más veteranos del equipo y de los que más años lleva en el pelotón. He corrido contra y con los mejores grandes líderes de los últimos años, eso me da mucha experienci­a. Sí, claro que soy uno de los líderes. A veces mi rol es también el de mostrar el camino. Enseñar que puedo ayudar a otros y quedarme en un segundo plano para después ser el jefe de filas. Por lo que he recorrido y vivido, tengo muy claro que los grandes líderes no son sólo aquellos que están ahí en el momento crucial, rematan y ganan, sino que también son esos ciclistas que están dispuestos a sacrificar­se por otros. Me di cuenta cuando Fabio Aru se marchó del equipo. Hasta

entonces corríamos muy centrados en él o en Nibali, pero luego ya no teníamos un gran líder. Pero nos hicimos fuertes y nos dimos cuenta que todos disponíamo­s de la oportunida­d de ganar, de ser puntales si lo hacíamos como bloque, unidos. De esta forma encuentras la motivación y todos conseguimo­s grandes resultados. Me parece mucho mejor así en vez de que cada uno vaya por libre, buscando lo suyo.

DEPORTE DE EQUIPO Siempre has sido capaz de ser un líder y, a la vez, que no se te cayesen los anillos por rebajarte a ejercer como gregario.

No, claro. Es un rol que puedo hacer bien y que también me gusta. Si hay alguien en el equipo que es más fuerte que yo, no tengo problemas en ayudarle. Sé que hay otra gente que no es capaz de hacerlo. Cuando pasé del mountain bike a la carretera fue una de las primeras cosas que me impactó, que te sientes parte de un conjunto. Y trabajas como un equipo. Puedes conseguir cosas grandísima­s si te mantienes unido a tu equipo. En MTB era más individual, pensabas todo el rato en ti. Aunque formases parte de un equipo, allí cada uno salía a hacer sus cosas, sin ayudarse unos a otros. Creo que esa es una de las cosas más bonitas de este deporte.

¿Nunca has pedido tu espacio porque te sentías preparado y no te lo daban?

Siempre ha habido carreras en las que me lo han dado, pero en las que no sucedió así quizá fue porque no era capaz. También tenía que demostrar cosas para ganármelo. Al llegar a Astana hice un top10 en el Tour. Luego me tocó ayudar a Nibali, que va y lo gana, como el Giro, y hace segundo en la Vuelta. Así es difícil pedir algo, exigir ser un capitán. Los Juegos Olímpicos de Río lo cambiaron todo, también la manera en que el equipo me veía como ciclista e incluso la mía. Estaba llegando a unos años en los que ya empezaba a dejar de lado la idea de ser un líder o de buscar resultados. Aquella carrera me devolvió lo que necesitaba. Éramos una selección muy pequeña, para nada de las más fuertes y conseguí hacer segundo.

¿Qué te dio?

Aquello cambió el punto de vista de mí mismo. Y creo que el del equipo también. Me di cuenta de que no podía quedarme satisfecho siendo sólo un gregario, que podía buscar resultados intentando hacer grandes cosas.

¿Cómo te ves como jefe de filas?

Sé lo que hay que tener para serlo. No me veo como uno de esos corredores que está consultand­o constantem­ente a sus compañeros las cosas que debe hacer. Pero sé cómo tengo que ejecutarlo. He pasado años viendo a diferentes líderes, cómo trabajan y se mueven. Y siendo un gregario siempre he tenido claro cómo me gustaría que me tratase un líder. Estar en la otra parte es muy saludable. Hay gente que es capitán desde el primer día y nunca prueba el otro lado. Para mí es importante y muy sano de cara al trato que luego tendrás con los compañeros que lo dejan todo por ti.

¿Es más fácil ser líder o gregario?

Sin duda, ser gregario. Tienes menos presión. No hay que llevar las cosas al extremo, pero igual cuando eres jefe de filas alargas más los entrenamie­ntos, las series, estás más preocupado por los números. Si ejerces como gregario te puedes relajar un poco más. Si en una etapa de una grande estás al 90% no tendrá una gran consecuenc­ia. Siempre he intentado estar a tope, pero cuando eres líder la exigencia es mucho mayor.

EJEMPLAR ANDY ¿De cuál de los líderes para los que has trabajado aprendiste más?

Andy Schleck ha sido el mejor. También fue con el que mejor relación tuve. Si debo elegir qué tipo de jefe de filas ser, sin duda diría que como él. Era especial. Siempre estaba feliz y era muy agradecido

con lo que hacíamos por él. Además nunca se estresaba. El ciclismo no era lo más importante, sino la vida. Pasó años difíciles cuando fue a Leopard, donde se complicó la cosa, pero los primeros años fue súper. Es el ciclista del que más he aprendido. Fue el primero con el que compartí grandes objetivos y eso también fascina y te deja cautivado para toda la vida, pero su forma de ser era incomparab­le.

¿Cómo era enfrentars­e a Alberto Contador?

Fueron los mejores años para mí. Teníamos un equipo tremendo y lo pasábamos muy bien. El ciclismo ha cambiado bastante y se ha convertido en algo más serio y competitiv­o. Todo debe ser perfecto. Entonces era mucho más relajado y también divertido.

¿Cómo eran los días antes de una gran etapa del Tour?

Muy normales y relajados. Con Andy nunca había estrés, no se lo tomaba tan en serio como para amargarse. A veces estábamos en un desayuno antes de salir a la etapa y Bjarne Riis se acercaba a recordarno­s que teníamos que comer más. Andy nos miraba y se reía, no le preocupaba. De eso he aprendido mucho, todo fluye más fácil si no te estresas. Hay gente que se pone nerviosa por nada y en una grande eso lo pagas. Toda esa presión te viene encima un día y, aunque estés bien, te pega el bajón. Al final es cuestión de tomártelo de manera tranquila. Si puedes, claro. Andy lo conseguía.

¿Hoy en día tienes algún ejemplo a seguir dentro del pelotón?

No, ya no. Una de las cosas que echo en falta en el ciclismo son los caracteres fuertes, las grandes personalid­ades que había y que tenían tanto peso y poder dentro del pelotón, como Fabian Cancellara o Mario Cipollini. Armstrong también lo tenía. Me gustaría ver quién sería capaz ahora de parar a todo un pelotón en una etapa del Tour de Francia como hizo Cancellara. Me cuesta imaginar a un ciclista actual con ese poder y esas pelotas para decir: hasta aquí. Eso falta hoy en día.

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 ??  ?? Sentencian­do la Itzulia. Su papel en el triunfo de Ion Izagirre fue decisivo. La ofensiva del Astana desarboló a Buchmann.
Sentencian­do la Itzulia. Su papel en el triunfo de Ion Izagirre fue decisivo. La ofensiva del Astana desarboló a Buchmann.
 ??  ?? Agradable charla. El danés se extendió en las respuestas a las preguntas que le formuló Ainara Hernando.
Agradable charla. El danés se extendió en las respuestas a las preguntas que le formuló Ainara Hernando.
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La plata que lo cambió
todo. El segundo puesto en los Juegos Olímpicos de Río supuso un punto de inflexión en su carrera.
Seguro de sí mismo. Tantos años al servicio de grandes líderes, Fuglsang se considera preparado para afrontar nuevos retos. La plata que lo cambió todo. El segundo puesto en los Juegos Olímpicos de Río supuso un punto de inflexión en su carrera.

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