ELIE GESBERT
Fran Reyes dibuja el perfil del francés.
NACÍ CON EL TOUR DE FRANCIA.
Soy de Saint-Brieuc, una ciudad mediana de la Bretaña francesa. El día que nací se estaba disputando en ella el prólogo del Tour de Francia de 1995; ganó Jacky Durand. Cuando debuté en el Tour, en 2017, fue también con un prólogo, en Düsseldorf. Coincidió con mi cumpleaños y salí el primero para celebrarlo.
DE PEQUEÑO VEÍA MUCHO CICLISMO EN TELEVISIÓN. Mi padre había sido ciclista amateur, bastante bueno, y seguía enganchado a ver las carreras por televisión. A día de hoy apenas miro ciclismo en la tele: cuando termino de entrenar o competir, prefiero tomar aire y dejar este mundillo a un lado. Mi padre nunca me animó a ser ciclista sino que me dejó practicar otros deportes como el tenis hasta que yo mismo di el paso de interesarme por la bici. Competí en mountain bike y ciclocross antes de inclinarme por la carretera con 16 años. Al principio lo pasaba bastante mal en los descensos porque la técnica del biker es muy distinta, como ya se demostró con Cadel Evans, que era campeón del mundo de MTB pero no un bajador brillante.
NO SÉ QUÉ TIPO DE CORREDOR SOY. Reconozco entre mis cualidades la explosividad necesaria para estar delante en un repecho... pero tampoco creo que me salga del mapa ni en este ni en ningún aspecto. Sí tengo claro que me gustan las carreras lo más duras posibles: una Flecha Valona, una jornada de montaña en el Tour de Francia y así. En 2018 mi misión era entrar en las fugas con Warren Barguil y tirar de él hasta que pudiera, y disfruté muchísimo de ello. Tal vez ese sea mi lugar en el ciclismo: gregario en grandes vueltas.
EL TOUR ES CICLISMO MULTIPLICADO POR DIEZ. Hay más gente en la caravana, más público observándonos, más movimiento en torno a la carrera. Los franceses estamos en casa y sentimos mayor presión, hay muchísimas más expectativas de lo normal depositadas sobre nosotros. Pero, sin embargo, encuentro en esta presión algo positivo. Pese a la exigencia de la carrera, cada día te levantas con el ánimo y la motivación renovados. Son tres semanas en las que no advierto el paso del tiempo. Después llego a casa, peto y me paso tres días KO, durmiendo. Pero merece la pena por los recuerdos y el cambio que genera dentro de ti. Te conviertes en otra persona: ya no eres "un profesional", sino "un ciclista que ha hecho el Tour de Francia".
ME PEGÓ GIANNI MOSCON EN EL PASADO TOUR. Era una etapa de transición que salía desde Millau, bajo un puente enorme y precioso. Quería entrar en la escapada e iba siguiendo ataques de otros corredores. En un momento dado, todavía en los primeros kilómetros, se formó un grupo en cabeza de carrera y Team Sky quiso bloquear el pelotón para que se estableciera la fuga. En esos movimientos, Moscon chocó su muslo con mi manillar: lo habitual dentro del pelotón. Yo estaba girado mirando a un rival y ni me di cuenta. Moscon me gritó nosequé en italiano y me lanzó un puñetazo que impactó en el casco, pero no le di demasiada importancia porque no me hizo daño. Fue después que los otros ciclistas y mis directores me preguntaron qué había pasado y me di cuenta de que el gesto había sido grave. Luego los comisarios actuaron de oficio para echarle de la carrera.
MI PASIÓN ES LA PESCA. Desde muy pequeño voy al mar con mi caña de pescar, solo, para apartarme de todo y relajarme. Mi modalidad favorita es la pesca en apnea. Me sumerjo bajo el agua y estoy en otro mundo: no hay nadie que no sea yo bajo el agua y resulta muy satisfactorio cenar con mi familia lo que haya capturado esa tarde. Puede dar un poco de miedo, pero si no entras en estado de pánico es una gozada. Ahora mismo aguanto dos minutos sin respirar bajo el agua, aunque he llegado a hacer tres. Encuentro que el ejercicio en apnea es un buen entrenamiento para los esfuerzos anaeróbicos sobre la bici.
NO DESEO SEGUIR EN EL CICLISMO PROFESIONAL CUANDO ME RETIRE. Estudié hasta bachillerato y quizá retome la vida académica después de colgar la bici. Tengo muy claro que no me apetece tener la vida de un auxiliar, viajando por todo el mundo a bordo de un camión. Si acaso continuaré como voluntario, ayudando a carreras o equipos de base bretones los fines de semana.
LOS VIAJES SON UN ARMA DE DOBLE FILO. Como corredor haces un montón de pequeños viajes de ida y vuelta a las carreras entre los que apenas puedes pasar un par de días en casa. Muchos pocos que forman un mucho de cansancio. El año pasado, entre competiciones y concentraciones, sumé 150 días fuera de casa. ¡Demasiados! No obstante, hay una parte buena en este peregrinaje: descubres lugares y culturas diferentes a la tuya. Me encanta observar que en España se cena muy tarde o que los nórdicos tienen hábitos y formas de ser totalmente diferentes a los franceses.