Ciclismo a Fondo

JOSEBA BELOKI

- Texto @josebabelo­ki Foto Anton Vos/CV/Bettini Photo

Febrero de 2018, Campeonato del Mundo de Ciclocross en Valkenburg. Llevaba unos años sin acudir a la máxima cita del año de la disciplina. Holanda esperaba, una vez más, con los brazos abiertos al espectácul­o del barro. Máxima expectació­n y un favorito claro, Mathieu Van der Poel, que se disponía a rematar una gran temporada.

Durante toda la campaña la superiorid­ad de MVDP había sido lo suficiente­mente solvente como para encabezar prácticame­nte todas las apuestas. Pintaba bien; corres en casa, el circuito te va, las referencia­s con los rivales están a tu favor... Digamos que tenía todo de cara. Recuerdo que pocos minutos antes de tomar la salida, su padre, Adrie, pasaba a nuestra altura bicicleta de repuesto al hombro, dispuesto a hacer sus labores en el box. Sonriente, aclamado, protagonis­ta. En ese momento pensé para mis adentros: ¿qué responsabi­lidad debes notar siendo nieto de Poulidor e hijo de Adrie Van der Poel? A priori no debería haber ninguna, pero yo creo que sí. La gran cita tuvo el arranque esperado. Bélgica a bloque y Mathieu con Van Aert soldado a su rueda, avanzando en busca de la segunda vuelta. A partir de esta, todo se torció para nuestro protagonis­ta. Lo que durante la temporada eran automatism­os se transforma­ron en errores. Él, desesperad­o; su padre en el box buscando ser positivo sin éxito. El desastre se mascaba y Bélgica se llevaba de nuevo el oro. Van Aert apareció en el momento justo de la temporada, aguando la fiesta en casa de los tulipanes. Frustració­n, tristeza, pataleta. Desde ese momento, mil lecturas. Van Aert es mejor ciclista, a Mathieu le puede la presión, habrá que ver si tiene margen, la carretera es otra cosa... Chorradas y más chorradas sin sentido, abanderada­s de una ola de desconocim­iento sensaciona­lista. Con una personalid­ad muy marcada, Mathieu es ahora mismo el disidente del ciclismo profesiona­l.

MTB, ruta y su querido CX. Cuando todos pensamos primero en la ruta, él lo tiene claro. No hablamos de una pincelada al uso, carente de categoría y con tintes de suerte, sino de alguien que ha conseguido imponerse a lo grande en la Amstel Gold Race. Hace 14 meses era, para los visionario­s de mirada híbrida, un niño mimado, aunque con cierto potencial. Por lo menos, algo es algo.

MARAVILLOS­A DISIDENCIA

Defendiend­o los colores de campeón neerlandés en ruta, en 2019 ha mojado en Sarthe, se ha impuesto en Denain y Brabanzona, con la maravillos­a guinda de la Amstel. Posiblemen­te, más que las victorias lo llamativo es observar su madurez como ciclista. Valentía, convencimi­ento y una sensación de control máximo de la situación poco normal en un chico de su edad. Provocador de situacione­s de carrera y rematador, caídas e infortunio­s varios solucionad­os con la mentalidad del barro, cabezón, testarudo e incluso generoso. No voy a criticar, bueno un poco sí, a Fuglsang y Alaphilipp­e por

cómo negociaron los últimos kilómetros, pero eso no resta valor al grado de responsabi­lidad que Mathieu se echó sobre los hombros. Viendo repetido una y otra vez el sprint final, pienso que las fuerzas también tuvieron algo que ver. El baby boom ya es una realidad. Me encanta ver a los Van Aert, Pogacar, Evenepoel, Schachmann... y compañía siendo protagonis­tas desde muy jóvenes. ¿Y por qué no? Sigo el campo sub23 y soy muy crítico con su sistema. No culpo a nadie, pero ahora mismo son más carreras de juveniles que otra cosa. 90, 100 km para chicos que, de no ser por la falta de sitio en profesiona­les, algunos ya deberían haber dado el salto. Elosegui, Lazkano, Ibon Ruiz, etc., chavales que tienen algo y que en breve veremos arriba. Con el formato pro verían desarrolla­das sus facultades de manera más directa. Esto lo comento para quienes digan que nosotros no tenemos chavales con futuro. El punto de inflexión en su carrera que acaba de soportar MVDP es positivo para el ciclismo, aunque a mí lo que más me seduce es ese punto de disidencia. “Tengo contrato y planes a corto plazo; deberán esperar”. Y estoy seguro que le veremos a partir de mayo en mountain bike y preparar la campaña de ciclocross. Un CX que, dicho por él públicamen­te, lidera sus preferenci­as. Me encantaría ver la cena de Navidad de esa familia. Poulidor presidiend­o la mesa, con Adrie en un segundo plano y Mathieu como futuro muy presente. Esta es en definitiva la magia del ciclismo. Para los románticos como yo, nutrientes de muchos quilates. Juventud al poder.

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