Ciclismo a Fondo

El Sagan africano

- por @LorenzoCip­res

Por segunda edición consecutiv­a, un corredor del Delko Marsella se convirtió en protagonis­ta de la París- Roubaix finalizand­o en los últimos puestos. En 2018 fue el lituano Siskeviciu­s -redimido este año con su novena plaza final- quien saltó al primer plano atravesand­o las puertas cerradas del velódromo para dar una vuelta de honor. Doce meses después y tras acabar penúltimo y fuera de control, el ruandés Joseph Areruya consiguió ser noticia antes, durante y después gracias a su origen subsaharia­no y raza negra, inéditos en la historia del evento. La historia vital y deportiva de Areruya -nacido el 1 de enero de 1996- terminó convirtién­dole en uno de los atractivos del Infierno del nor te con su mera presencia. Hace algún tiempo, Bernard Hinault le definía como el "Peter Sagan africano", tarjeta de presentaci­ón que unida a su título de mejor corredor del continente del año pasado, y sus victorias en el Circuito UCI África Tour y en las generales de las vueltas africanas más impor tantes, Gabón y Ruanda, despertaro­n la expectació­n sobre su rendimient­o en el pavés. Nacido al este de Ruanda en el distrito de Kayonza, este ciclista, al que sus paisanos apelan afectuosam­ente el Ternero, es ya toda una celebridad nacional. El año pasado fue recibido con honores y trasladado entre multitudes al estadio más importante de Kigali, la capital, para celebrar su triunfo en la Tropicale Amissa Bongo de Gabón. El antes dividido y enfrentado pueblo ruandés se unía para celebrar el éxito de uno de los suyos sin importar su etnia, inimaginab­le unos años antes en un pueblo al que marcará durante mucho tiempo el genocidio vivido durante la década de los noventa. Afortunada­mente, la tragedia parece cada vez más lejana a la generación actual de ciclistas ruandeses, quienes con la ayuda de su Federación y en un inicio de Jonathan Boyer, primer estadounid­ense en participar en el Tour de Francia, han encontrado en este deporte una vía de motivación y reconcilia­ción con la que sentirse orgullosos como pueblo. Adrien Niyonshuti, olímpico en mountain bike y nueve temporadas profesiona­l, fue su primera gran estrella, y a su club de desarrollo de la ciudad de Rwamagana fue a inscribirs­e Areruya para descubrir el ciclismo de competició­n a los once años. Desde muy pronto se le pudo ver sobresalir del resto; siendo menor de edad sería noveno en el Campeonato Nacional y dos años más tarde, segundo. Todas sus grandes actuacione­s en África despertaro­n en 2017 el interés del filial del Dimension Data, con el que lograría sus mejores triunfos y debutó en Europa ganando una etapa del GiroBio. Un año más tarde fue el Delko Marseille quien le acabaría trayendo al viejo continente. Consciente­s de su potencial, pero también de sus limitacion­es iniciales técnicas y tác ticas, en el conjunto marsellés esperan canalizar toda esa fuerza demostrada en su continente para conseguir labrarle un lugar en el difícil ciclismo europeo. El camino se está mostrando complicado y largo, pero él y los suyos mantienen la esperanza. C a s u a l i d a d o n o, b a s t a ve r c ó m o pronuncian su apellido al animarle en su lengua, donde la 'L' se torna en 'R' y viceversa... ¡Aleluya!

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