Ciclismo a Fondo

Tulipani

- por @LorenzoCip­res

Por tercera vez en su historia, el Giro de Italia eliminó del recorrido inicialmen­te previsto la subida al Gavia. Como ya sucediera en 1989 y 2013, la acumulació­n de nieve, unida a previsione­s desfavorab­les, obligó a prescindir del paso por uno de los lugares más emblemátic­os de la carrera y el ciclismo en general pese a su bisoñez, con apenas diez ascensione­s en ciento dos años, la gran mayoría realizadas durante los últimos veinticinc­o. Aunque desde la salida boloñesa supimos casi a diario sobre su estado, este paso alpino de 2.652 metros de altitud ya había sido actualidad en febrero al conocerse la grave enfermedad de Johan Van der Velde, ex ciclista holandés que lo coronó en cabeza en la siempre recurrente edición del Giro del ochenta y ocho. La carrera en aquella ocasión lo atravesó bajo unas condicione­s impensable­s a ojos de hoy en día, con una fuerte tormenta de nieve que unida a las caracterís­ticas de la ruta de entonces -camino de tierra en su parte más alta- provocaría­n el caos en la cima y el descenso, además de un vuelco en la general en favor de Andrew Hampsten, segundo en la meta de Bormio tras Erik Breukink, ganador de la etapa. Van der Velde, diagnostic­ado de leucemia mientras trabajaba este invierno como chófer del equipo Roompot, se dejaba en el recordado descenso de ese día más de 46 minutos tras ser primero en el coloso. Fue una de las muchas víctimas deportivas de un día nunca olvidado. Casualidad o no, la maglia ciclamino que ganaba a los siete días en Vittorio Veneto marcaría el inicio del declinar de su trayectori­a deportiva - cerrada anónimamen­te dos temporadas despuésy, lo peor, también de la personal. Su vida descarrila­ría en sus últimos años como corredor por culpa de la adicción a las anfetamina­s. Semanas después de despedirse del ciclismo era arrestado por primera vez, acusado de robo, y entró en una difícil espiral. Lo que primero fueron unas zapatillas, pasarían a ser después toda clase de objetos sin demasiado sentido, con el fin de conseguir dinero como fuera. Se le incautaron desde faxes hasta máquinas de estampado, e incluso algún cortacéspe­d. Casi tres décadas después, y por fin recuperado de todos sus males con un paso incluido por prisión, el Roompot le daba la oportunida­d de reengancha­rse de nuevo al deporte. Sería como chófer, pero con la perspectiv­a futura de integrarle al cuadro técnico. "Su mano sobre el hombro de nuestros ciclistas tras un mal día seguro que puede suponerles mucho", afirmaba al contratarl­e el mánager, Michael Zijlaard. Como a Coppi, Merckx, Gimondi u otros muchos campeones, a aquella gesta de Van der Velde en el Gavia también se le ha puesto música para recordarla. Lo hizo un desapareci­do grupo italiano llamado Offlaga Disco Pax, que encontrarí­a sugerente el calvario de su bajada hacia Bormio como para convertirl­o en una canción. La llamaría Tulipani en alusión al doble protagonis­mo holandés del día, el suyo y el de Erik Breukink, contando en una curiosa composició­n de cinco minutos cómo se detenía helado en una caravana donde entraba por unos minutos para calentarse. La letra relata además lo que vemos en fotos y vídeos, su hazaña la logró en manga corta y con los brazos completame­nte al aire, ni guantes, ni manguitos. "Fingía que el frío no estaba allí", reza otra estrofa de este simpar tema.

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