Ciclismo a Fondo

Mi 'inusual' libro de ruta

- Carlos Verona Corredor del Movistar Team

Han pasado seis meses desde que me vestí por primera vez con el maillot del Movistar Team y seis han sido los años en los que tuve la oportunida­d de correr en equipos extranjero­s, tres temporadas y media en el Deceuninck-QuickStep belga y dos y media en el Mitchelton-Scott australian­o. Hoy quiero contaros cuál ha sido mi bagaje hasta recalar en Movistar Team, el equipo con el que soñaba cuando era juvenil.

Nos remontamos a 2010. Tras una segunda temporada de juvenil en la que fui muy regular y gané el Ranking de la RFEC, llegaba el momento de pensar en el siguiente paso natural, la categoría élite-sub23, para continuar dando pasos hacia mi sueño de ser ciclista profesiona­l, que estaba mucho más cerca de lo que podía imaginar. Cómo afrontar el cambio de categoría es crucial para llegar a serlo. Existen muchos caminos para lograrlo y, si atesoras la calidad necesaria, lo harás, pero para maximizar las probabilid­ades lo mejor es trazar un plan. Con ese libro de ruta te toca hacer lo que esté en tu mano para provocar que las cosas sucedan y avanzar peldaño a peldaño hasta hacer de tu pasión tu profesión.

Tenía muy claro que mi objetivo era llegar algún día a un equipo World Tour, a poder ser el de casa. Y también que quería tomar un camino diferente al convencion­al, ya que mi cuñado Airán Fernández era por entonces uno de los corredores sub23 punteros y con la crisis que atravesába­mos era muy difícil destacar por muchas victorias que tuvieras. Así pues, mi plan de ruta pasaba por buscar algo distinto. Contacté con equipos élite-sub23 de Francia, Reino Unido e Italia, con la idea de correr

un calendario más internacio­nal que el que los equipos amateur españoles ofertaban, viéndolo como una experienci­a vital. Tal vez nunca me convertirí­a en ciclista profesiona­l, pero las experienci­as de vivir fuera y aprender un idioma me las llevaría conmigo para siempre.

Sin embargo, ese algo distinto estaba mucho más cerca que aquellos países. Un día, durante la visita mensual a mi preparador físico, Javier Fernández Alba, coincidí en la sala de espera con un corredor del Burgos 2016. Se me encendió la bombilla y pensé: ¿por qué no dar el salto a la categoría continenta­l directamen­te? Nada más entrar en el despacho de Javi le propuse la idea y nos pusimos manos a la obra. El no ya lo teníamos.

Hicimos partícipe de la idea a Julio Andrés Izquierdo -mánager del Burgos BH- y, para nuestra sorpresa, tampoco le pareció descabella­da. El equipo se encontraba en un momento de rejuveneci­miento de la plantilla y fichar a un corredor juvenil era un buen golpe de efecto para hacer notar ese cambio de filosofía. Siempre recordaré la llamada de Julio un día de octubre de 2010, diciéndome que esa misma tarde nos teníamos que ver en el Bar Manolo, cerca de Moncloa (Madrid), para firmar mi primer contrato profesiona­l. Aquel día comenzó mi inusual libro de ruta.

Era una opción arriesgada. De hecho, recibí una llamada de Eusebio Unzué -mánager del Movistar Team- para que formara parte de uno de sus equipos élite-sub23 satélite para hacer un seguimient­o en una evolución más natural para un chaval de 18 años. Esa llamada me hizo dudar, pero pensé en los motivos que me llevaron a intentar algo inusual y decidí ser fiel a mi plan.

Algunos buenos resultados en el calendario internacio­nal sub23 me abrieron las puertas del todopodero­so QuickStep y esa etapa de casi cuatro años con los belgas no la cambio por nada del mundo. Desde el inicio cogí mucha experienci­a en vueltas por etapas, ya que la mayoría de su potencial se centraba en las clásicas. Después surgió la opción de formar parte de uno de los equipos emergentes en la disputa de grandes vueltas, Mitchelton­Scott. Correr rondas por etapas con ellos con el objetivo de disputar la general fue otro gran aprendizaj­e. Pero de ambos equipos me quedo con las personas que conocí, gente criada a miles de kilómetros de mí, con diferentes religiones, culturas y formas de entender la vida. Fueron seis años de enriquecim­iento deportivo, pero sobre todo personal. Me hicieron ver las cosas desde otra perspectiv­a, abrir la mente y aprender idiomas como bonus.

Justo hace un año volví a recibir la llamada de Eusebio Unzué, esta vez para contemplar la opción de unirme al Movistar Team. En ese momento me di cuenta de que mi inusual libro de ruta cobraba todo el sentido. Llevo seis meses en el equipo y siento que es el comienzo de una nueva etapa en mi carrera profesiona­l. Atrás quedan seis años de Erasmus y ahora toca poner en valor todo lo aprendido fuera. La estabilida­d es muy importante para un deportista y la he encontrado en Movistar Team. Gente con la que compartes cultura, valores y hasta la manera de hacer bromas. Compañeros con los que he corrido muchos años, líderes que eran ídolos de la infancia, directores que eran referentes humanos, auxiliares que era gente del mundillo que ha conseguido hacer de su pasión su profesión. Hasta nuestros sponsors son marcas de toda la vida.

Tiempo de disfrutar sufriendo, de valorar lo que tenemos y de sacar provecho de mi inusual libro de ruta.

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