El legado de Mir
Ha sido un mes complicado, con inquietantes noticias sobre dopaje cayendo en un lento goteo, que cerramos con la despedida a un grande como Jaime Mir, fallecido a los 90 años. Quien tuvo la fortuna de cruzarse con él sabe que detrás del bigote y las gafas oscuras, más allá del personaje que inventó para su trabajo en el ciclismo e interpretaba con maestría para satisfacción de las marcas comerciales a las que representaba, había mucho más. Con Jaime Mir se va una forma de entender el marketing y las relaciones públicas que fue revolucionaria en su día y que en esta época de redes sociales y likes, en la que todo es fugaz y caduca a los cinco minutos, no tengo muy claro que hayamos superado. Sus armas eran una educación exquisita, el cuidado del corredor de turno -para él era sagrado- y la sonrisa reglamentaria siempre cargada. Además tuvo una existencia intensa y plena, una biografía de las de antes, de las que se viven en la calle y no delante de la pantalla de un móvil. Que la tierra te sea leve, amigo.