El vecino del quinto
Probablemente, pocas veces en una vuelta de tres semanas un quinto clasificado en la general habrá tenido tan poco protagonismo como Bauke Mollema en el Giro de Italia 2019, pero para el holandés este puesto supone toda una resurrección después de dos años sin poder acercarse ni siquiera al top10 en las tres grandes en las que participó. El último lo alcanzó precisamente en la Corsa Rosa, séptimo hace dos temporadas. Duodécimo en su debut en 2010, esta ha sido su tercera presencia en el Giro, que comenzó de manera esperanzadora, noveno en la CRI de Bolonia. Salvó sin sobresaltos la primera semana, para soltar una contrarreloj sobresaliente en San Marino: ¡sólo le superaron dos especialistas como Roglic y Campenaerts! Llenó el granero de considerables ventajas de tiempo sobre la mayoría de sus rivales y las administró con sabiduría hasta Verona. Antes se permitió jugar al ataque amparado por un brillante Trek-Segafredo, que este mes de mayo ha salido de la depresión. Brambilla, Ciccone y Conci impulsaron con brío la escapada masiva que hizo camino en dirección al Lago Serrù. Lástima que en la subida final le cayeran encima sus 32 años y perdiera comba con Zakarin y Nieve. Aunque Landa y Carapaz también llegaron a superarle, en la general se situaba cuarto. Sería su tope. En Courmayeur, la jornada que el ecuatoriano volteó la carrera, pasó su peor día. Se le escapó el pelotón de favoritos, con el que cedió más de dos minutos, y bajó a la sexta plaza. Desde entonces hasta Verona, Mollema fue más noticia por unas declaraciones -que luego contestaría José Joaquín Rojas- en las que criticaba la cercanía de las motos de televisión con el pelotón, "es peligroso y no lo veo justo para los que circulan por delante escapados sin esa ayuda", que por su protagonismo en la resolución de la que era su decimoquinta grande. Haciendo de la necesidad virtud, y con la regularidad que siempre ha caracterizado al de Groningen por bandera, dosificó sus fuerzas, tiró de experiencia y puso velocidad de crucero. El otro mal momento que atravesó, en el Mortirolo mientras su compañero Ciccone le daba una nueva alegría al Trek-Segafredo, no fue tal. Rafal Majka penó todavía más que él y se aupó al quinto lugar de la provisional en detrimento del polaco. Ya nadie le movería de ahí. Bauke resistió, sin alardes, en los Dolomitas para reivindicar el valor del ciclista terrenal. No es el mejor escalador ni el más potente contrarrelojista, pero a base de empeño, utilizar sus cartas con acierto y capacidad de sufrimiento ha terminado en la zona noble de la tabla, quinto, su segundo resultado más destacado después del cuarto en la Vuelta a España de 2011.