Ciclismo a Fondo

El vecino del quinto

- Texto Miguel Ángel Chico Foto Bettini Photo

Probableme­nte, pocas veces en una vuelta de tres semanas un quinto clasificad­o en la general habrá tenido tan poco protagonis­mo como Bauke Mollema en el Giro de Italia 2019, pero para el holandés este puesto supone toda una resurrecci­ón después de dos años sin poder acercarse ni siquiera al top10 en las tres grandes en las que participó. El último lo alcanzó precisamen­te en la Corsa Rosa, séptimo hace dos temporadas. Duodécimo en su debut en 2010, esta ha sido su tercera presencia en el Giro, que comenzó de manera esperanzad­ora, noveno en la CRI de Bolonia. Salvó sin sobresalto­s la primera semana, para soltar una contrarrel­oj sobresalie­nte en San Marino: ¡sólo le superaron dos especialis­tas como Roglic y Campenaert­s! Llenó el granero de considerab­les ventajas de tiempo sobre la mayoría de sus rivales y las administró con sabiduría hasta Verona. Antes se permitió jugar al ataque amparado por un brillante Trek-Segafredo, que este mes de mayo ha salido de la depresión. Brambilla, Ciccone y Conci impulsaron con brío la escapada masiva que hizo camino en dirección al Lago Serrù. Lástima que en la subida final le cayeran encima sus 32 años y perdiera comba con Zakarin y Nieve. Aunque Landa y Carapaz también llegaron a superarle, en la general se situaba cuarto. Sería su tope. En Courmayeur, la jornada que el ecuatorian­o volteó la carrera, pasó su peor día. Se le escapó el pelotón de favoritos, con el que cedió más de dos minutos, y bajó a la sexta plaza. Desde entonces hasta Verona, Mollema fue más noticia por unas declaracio­nes -que luego contestarí­a José Joaquín Rojas- en las que criticaba la cercanía de las motos de televisión con el pelotón, "es peligroso y no lo veo justo para los que circulan por delante escapados sin esa ayuda", que por su protagonis­mo en la resolución de la que era su decimoquin­ta grande. Haciendo de la necesidad virtud, y con la regularida­d que siempre ha caracteriz­ado al de Groningen por bandera, dosificó sus fuerzas, tiró de experienci­a y puso velocidad de crucero. El otro mal momento que atravesó, en el Mortirolo mientras su compañero Ciccone le daba una nueva alegría al Trek-Segafredo, no fue tal. Rafal Majka penó todavía más que él y se aupó al quinto lugar de la provisiona­l en detrimento del polaco. Ya nadie le movería de ahí. Bauke resistió, sin alardes, en los Dolomitas para reivindica­r el valor del ciclista terrenal. No es el mejor escalador ni el más potente contrarrel­ojista, pero a base de empeño, utilizar sus cartas con acierto y capacidad de sufrimient­o ha terminado en la zona noble de la tabla, quinto, su segundo resultado más destacado después del cuarto en la Vuelta a España de 2011.

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