Ciclismo a Fondo

Tiovivo

- Texto Joaquín Calderón Foto Roberto Bettini/Bettini Photo

El espigado Zakarin afrontaba su quinto Giro de Italia, su gran vuelta favorita a pesar de la escalofria­nte caída que sufrió en el descenso del Agnello en 2016, con el objetivo de colarse entre los cinco primeros, quizás un propósito demasiado ambicioso teniendo en cuenta la nómina de participan­tes, su discreto inicio de temporada y que perdió muy pronto a su mejor gregario para la montaña, Dani Navarro, que abandonó con una clavícula y tres costillas rotas. Zakarin, de 29 años, ha vuelto a dar motivos para definirle como un ciclista irregular en rondas de tres semanas, combinando actuacione­s muy destacadas con otras por debajo del nivel necesario para pelear con los favoritos. Comenzó el Giro cediendo 1:20 en el prólogo, pero en la contrarrel­oj de San Marino resurgió conteniend­o las pérdidas con sus teóricos rivales para afrontar el comienzo del bloque montañoso en una posición de privilegio: a 16 segundos de Carapaz, con casi un minuto de ventaja respecto a López y 1:20 mejor que Landa. En la primera etapa alpina, el del Katusha-Alpecin volvió a mostrar su mejor cara, apostando a luchar por el podio cuando se formó una numerosa fuga en el Colle del Lys. Faltaban más de 150 km para la meta del Lago Serrù y Zakarin se filtró junto a Mollema, que llevaba a tres compañeros, en un grupo de 27 en el que Amador y Carretero serían después fundamenta­les para ayudar a Landa. La escapada fue perdiendo unidades, primero en el Pian del Lupo y después en la ascensión final, donde Zakarin, Mollema y Mikel Nieve se quedaron solos en la disputa por la etapa. El ruso aceleró a falta de 5 km y eliminó al holandés; tres kilómetros después se deshizo del navarro para, en un entorno espectacul­ar rodeado de paredes de nieve, como el día de su caída en el Agnello, reencontra­rse con el triunfo dos años después de levantar los brazos en la etapa del Tour que concluyó en Finhaut-Emosson. Aquel fue un gran éxito, pero ese día, a diferencia de este Giro, no tenía opciones para la general. Con la victoria, celebrada con el maillot completame­nte abierto, Zakarin se colocó en el podio a apenas 31 segundos de Roglic y se plantaba como un candidato sólido al top5. Sin embargo, al día siguiente volvió a hacer gala de su proverbial irregulari­dad y fue el principal damnificad­o en la exhibición de Carapaz en el Colle San Carlo, llegando a más de siete minutos a Courmayeur y cayendo hasta la undécima plaza de la general. Fuera de la disputa por los puestos de honor, cambió de escenario y su carrera se convirtió en la lucha por la décima plaza con Davide Formolo y Jan Polanc, una batalla que venció gracias al hundimient­o total de ambos en la penúltima etapa. Cedió, sin embargo, en la pelea por el honor de ser el primer ruso, algo en lo que no tenía rival y en lo que a partir de ahora deberá vérselas con Pavel Sivakov.

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