Los chicos encuentran su sitio
Más allá de la exhibición de Carapaz, Movistar Team dio una demostración de superioridad, unión y fuerza. El salto de calidad de Pedrero y Carretero se añadió a la veteranía de Amador, Lluís Mas y Rojas y a la lealtad de Landa. Todos llevaron en volandas
Desde que en Courmayeur las espaldas de cóndor volador de Richard Carapaz se tiñesen de rosa, Movistar Team miró de frente al Giro de Italia y sacó todas sus armas para llevarle vestido de rosa hasta Verona. Los hombres de azul tomaron las riendas de la carrera desde el primer momento, creyéndoselo y sabiéndose los más fuertes. Sin fisuras. Con decisión, un camino bien marcado, fuerza y, sobre todo, mucha unión. Esos ingredientes conformaron un Movistar sólido y aguerrido al que ningún rival pudo desbancar. Y no es sólo lo que se vio desde fuera. Ellos coinciden. “Me fijaba en las etapas de montaña y veía que éramos, en conjunto, de los más fuertes. Había ciertos momentos de tensión y estábamos todos delante. Al resto de equipos no los apreciaba tan compactos”, reflexiona Antonio Pedrero. El catalán ha sido la gran sorpresa del equipo de Eusebio Unzué. Machacó a los rivales con un ritmo endiablado en cada puerto y se erigió como el gran escudero para Richard Carapaz. El gregario con mayúsculas de este Giro. En su tercera grande, Pedrero ha confirmado lo que todos sus entrenadores y directores decían de su clase, calidad y motor sin fin. “Me ha costado un poco, pero al fin he llegado. Aunque me repetían que podía hacer algo así, que era mi sitio, siempre había un pero. He trabajado muy duro y tenía la confianza de llegar a este nivel”. La gran demostración la dio en el Mortirolo. “Me vi con mis dos líderes y sólo Miguel Ángel López a rueda,
Ainara Hernando Luca Bettini/Bettini Photo ¡y en todo un Mortirolo! En una etapa de 200 kilómetros que se fue muy rápido, con lluvia y frío, me sorprendió estar tan bien. Salió todo el trabajo que había hecho”. La foto, destrozando rivales y tirando de los mejores, ya la tiene. “Pero salgo con una cara...”, bromea.
CARRETERO, A LO GRANDE
Y si colosal estuvo Pedrero, Héctor Carretero no se quedó atrás. El manchego, 24 años cumplidos la última semana del Giro, se colgaba un dorsal por primera vez en una gran vuelta con ese “miedo a lo desconocido, porque no sabía cómo iba a responder a tres semanas de carrera”. Él fue el encargado, también en esa jornada mágica, de hacer una primera gran selección en el pelotón durante el ascenso al Mortirolo, dejando
el grupo de favoritos en veinte unidades. Se metió en las fugas cuando hizo falta y no falló para entregar su piel por Richard Carapaz. “Sabía que venía en gran forma, pero no me esperaba tanto. Aquí todo el mundo llega muy bien preparado y estar delante es un subidón”, reconoce. De este Giro, Carretero vuelve a casa con una maleta llena de confianza. “Me va a aportar saber cuál es mi sitio, conocer mis cualidades. Aún soy joven y tengo mucho por delante, pero verme así me hace estar muy contento por el futuro. Me da seguridad porque sé que con trabajo y paciencia llegan las cosas”. Los dos han encontrado su sitio. No fueron los únicos. Porque los siete escuderos de Richard Carapaz mostraron su fortaleza y se vaciaron por el ecuatoriano. Empezando por Mikel Landa, que desde el minuto 1 tuvo claro que el rosa de su compañero era la prioridad. “No le puedo pedir que levante el pie”, admitía incluso antes de que Carapaz se convirtiese en líder del Giro. Después, a pesar de contar con unas piernas en progresión, se puso a su entera disposición. Atacó en la última etapa de montaña, pero siempre sin poner en peligro el rosa de Richard, y provocó la debilidad de Nibali en Anterselva.
ROJAS, AMADOR, SÜTTERLIN...
También se tornaron imprescindibles Andrey Amador y José Joaquín Rojas, los más veteranos de la escuadra telefónica, que tiraron de experiencia y destreza para proteger a Carapaz. “Mi labor sobre todo era trasmitir confianza”, decía el murciano. Junto a ellos, para
los primeros y siempre tensos primeros kilómetros, Lluís Mas y Jasha Sütterlin, que aportaron su fortaleza. Él se lo devolvió no sólo con un magnífico resultado, el Trofeo Senza Fine y la maglia rosa, sino también con un recital de maestría en lo que a llevar los galones se refiere. Pedrero, que compartió habitación durante el Giro con Carapaz, lo señala. “Es un buen líder para el que trabajar, transmite mucha tranquilidad. Y es muy decidido. Sabe lo que quiere y en carrera no tiene nervios. Te dice lo que quiere y lo que no y se acabó”. En sus conversaciones nocturnas antes de apagar la luz, “hablábamos de la carrera y nos hacíamos alguna broma. Yo le preguntaba cómo se encontraba. Nos hemos entendido muy bien porque somos parecidos, muy tranquilos. El día anterior a que se vistiese de rosa me decía que se notó con mucha fuerza”. Carretero coincide: “Nos daba gran confianza. Da gusto tener un líder así, que cree en ti y te anima”. Héctor y Antonio le conocen bien. Los tres se hicieron ciclistas en el Lizarte navarro y compartieron horas de entrenamientos en Pamplona, donde residieron un año juntos. “Nuestro líder era Landa, pero le dijimos que no se descuidase, porque si pasaba algo sería nuestra gran baza. Él me decía que se veía muy bien, más preparado que nunca y mucho mejor que en 2018 que hizo cuarto”, rememora Carretero. “Todo lo hacía fácil, nos daba mucha seguridad”. Y es que, concluye Pedrero, “parece que lleve haciendo esto toda su vida, como si fuese su sitio e hubiera nacido para ello”.