Ciclismo a Fondo

Saludos desde Monte Avena

- Texto @josebabelo­ki

Como cada etapa, me he enganchado a la retransmis­ión desde muy temprano y ha merecido la pena. Recién finalizada la 20ª etapa de este emocionant­ísimo Giro de Italia, no miento si digo que han pasado unos cuantos minutos y todavía sigo nervioso. Turno para un análisis apresurado de lo sucedido.

A más de 100 km de la meta, desde el ascenso al Passo Manghen, la carrera se lanzó en lo que ha sido la tónica general de esta edición: desorden y valentía sin apenas premio. Las cronos de la primera parte del Giro dejaron claro quiénes tienen un grandísimo problema si quieren ganar una grande. A beneficio nuestro, del espectador, así la carrera es más imprevisib­le, ya que resulta obligado moverse desde lejos. Durante estas tres semanas, los movimiento­s intermiten­tes han sido constantes. Tendremos tiempo para desgranar la actuación de cada uno de los ciclistas que han sido protagonis­tas. Pero vamos con el podio. No hay duda de que Carapaz ha sido el más regular. Notable en crono y paciente en todo momento, sabiendo aprovechar su oportunida­d. Nibali y Roglic se citaron en Lago Serrù para ver las vitrinas de trofeos, un juego de póquer escenifica­do entre el nerviosism­o y la falta de fuerzas. Al Squalo no le han dado los cálculos, como en otras ediciones, para asestar un golpe mortal de necesidad. Del esloveno, qué decir. Más solo que la una, se va a convertir casi con total seguridad en el favorito más vigilado, derrotado y hundido de la historia que se meterá en el podio de una grande. Eso nos puede llevar a más de una lectura sobre el espectacul­ar Giro que hemos vivido, pero a su vez, tan poco productivo de sus movimiento­s. ¿Y Mikel? He de decir que en ningún momento he sabido predecir cómo iba. Me he guiado por sus gestos. Me quito las gafas y me seco el sudor de los ojos; tragos cortos de agua en momentos de mucho power; me ajusto la manga derecha del maillot... signos que normalment­e marcan que va bien. En otras ocasiones, un pedaleo tosco y largo poco caracterís­tico en él. Hoy, por ejemplo. Parte de sus ataques vienen articulado­s por un agarre bajo de manillar... y va y esprinta en las manetas. El podio se le puede escapar y es probable que se arrepienta de no haber seguido ayer a López. No sé si le pararon desde el coche, pero de haber sido así, error. Durante tres semanas hemos aplaudido la actitud de un sólido Movistar Team. Desde el primero al último, chapeau. Hoy, en cambio, podían haber sentenciad­o el podio haciendo el mismo trabajo. Es verdad que son chicos jóvenes, pero entre Amador, Landa y Carapaz lo tuvieron en sus manos en Croce d’Aune. La continuida­d por parte del ecuatorian­o al movimiento de Mikel, sólo contestado por Pozzovivo, hubiera supuesto un movimiento del que Roglic no se hubiese podido defender y en ningún momento habría peligrado la maglia rosa de un generoso Carapaz. Igual es cuestión de habito, o de fuerza, no lo sé. Desde el sofá todo es mucho más fácil y previsible. Visto lo visto, cada vez soy más partidario de la idea de que las cronos largas o complicada­s, y a poder ser en la primera semana, otorgan un atractivo especial al devenir estratégic­o de la prueba. El que pierde tiempo se tiene que mover y si la montaña nos ofrece esa demanda, la carrera será espectacul­ar. Y más en el Giro. El año pasado Froome nos enseñó la cara y Yates la cruz de cómo hasta la última línea no da tregua. Seguro que a más de uno de los protagonis­tas de esta edición, técnicos incluidos, se les pasó por la cabeza lo ocurrido en 2018.

¡VAMOS, CHAVITO!

¿Y qué decir de Chaves? Hablaremos de Pello Bilbao, alguien al que le tengo mucha estima desde que era un chaval, de Ciccone, de Ackermann... pero dejadme que me refiera al Chavito. Aquel chico que perdió la sonrisa hace algo más de una temporada ha sido protagonis­ta. Muchas cosas, aparte de lo que ocurre en la carretera, son tremendame­nte importante­s en la vida de un deportista. Ojalá esto sirva para que volvamos a verle con los mejores, peleando por una clasificac­ión general. No sé si cambiará o no de equipo, pero si lo hace que vuelva con quien verdaderam­ente aprendió y se sintió realizado como ciclista. Es rubio y medio australian­o-vasco. Y mañana, la crono. Si la lógica impera, Carapaz se vestirá de rosa y estará flanqueado por Nibali y Roglic, pese a la sanción de diez segundos que ha recibido el líder del Jumbo-Visma. Hablaremos más adelante; hay mucho que valorar.

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Foto Luca Bettini/Bettini Photo

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