Ciclismo a Fondo

POLAR GF LA MUSSARA

La Mussara es una marcha que se me resistía por unas u otras circunstan­cias. Al fin tuve la oportunida­d de acercarme hasta Reus para completarl­a y comprobar in situ si eran ciertas todas las bondades que escuchaba en los corrillos cicloturis­tas.

- Desde Reus (Tarragona) Tino Pérez Fotos José Luis Hourcade/Martí Milla

Tino Pérez se empapó del encanto de una marcha diferente.

“El recorrido es una pasada”, “El maillot oficial es la leche”, “Está muy bien organizada” o “¡Ándate al loro que te quedas sin plaza!”. Son algunas de las opiniones que nos hacían la boca agua. Pues bien, de este año no iba a pasar. Estuvimos al loro, conseguimo­s plaza y fuimos un par de almas más, entre las cerca de 7.000 que se dieron cita en la línea de salida de Reus el 19 de mayo, para ayudar a escribir, según rezaba el claim de la marcha, la leyenda de la sexta edición de La Mussara.

LOS PROLEGÓMEN­OS

Nada más llegar a Fira Reus, punto de salida y llegada de la marcha y el lugar donde se celebró la feria del corredor, te das cuenta de que estás ante un evento diferente. El despliegue de medios es muy superior a la media para este tipo de pruebas, con una gran cantidad de coches de asistencia, taller oficial, voluntaria­do... y según accedes al recinto interior, el sentimient­o de que estás ante un gran evento, en el que los detalles se cuidan con mimo, se acentúa. Y se agradece, sirva como ejemplo que no tuvimos que soportar ningún tipo de colas para recoger el dorsal o maillot, o que incluso pudimos cambiar la talla de este al momento, sin ningún tipo de complicaci­ón. El día D amaneció con una climatolog­ía que no acompañaba en exceso, pero de momento no llovía. Llegados al lugar, nos acabamos de vestir y partimos camino de la salida, momento en el que se nos presenta el que sería uno de nuestros compañeros de ruta durante gran parte del recorrido, el viento, que en más de una ocasión no resultó todo lo educado que hubiéramos deseado, mostrándon­os cierta antipatía, sobre todo en los primeros kilómetros y durante la subida a La Mussara. Aunque luego, ya en la parte final, se portó bien y nos acabamos haciendo buenos amigos. En el cajón de salida, pasados pocos minutos de las 7 de la mañana, y con el tiempo justo para tomar las fotos de rigor, los expro, con Alberto Contador y Óscar Pereiro a la cabeza, destacan entre las 7.000 almas participan­tes y toman su protagonis­mo, que en el caso de Contador le llevó a marcar el mejor tiempo en la subida al Coll de La Mussara. Pereiro tampoco desentonó y no se quedó muy lejos. Metidos en faena, en plena ascensión a La Mussara, un puerto de 10 km y una pendiente media del 5,8%, nos empezamos a dar cuenta de la belleza de esta subida, rodeados de avellanos y manzanos primero, y de encinas y pinos silvestres a continuaci­ón, con unas vistas inmejorabl­es desde sus rampas iniciales. El siguiente puerto nos esperaba en el km 47, el Coll de Picorandan, de cerca de 5 km de longitud al 6,2%, previo paso por una zona de repechos

que mermaron las fuerzas más de lo esperado, pero el entorno por el que se pasaba, la población de Capafonts, merecía el dolor de piernas. Nos vamos en busca de la siguiente dificultad de la jornada, Crestes de la Llena, 3,5 km al 5,6%, pero con alguna rampa que llegaba al 8%, ya con la mente puesta en el avituallam­iento, el primero en el que paramos para reponer fuerzas, localizado en el km 76. El frío, el segundo compañero inesperado de ruta, hizo acto de presencia y propició que no disfrutára­mos como nos hubiera gustado de todo lo que la organizaci­ón preparó en este punto. No faltaba de nada y sobraba de todo: bollos, sándwich, fruta, frutos secos, agua, isotónico, Coca-Cola... o por lo menos a nuestro paso, que no fue precisamen­te de los primeros.

¡MAMA POR...!

A partir de aquí, y hasta prácticame­nte el km 110, nos encontramo­s el tramo más rápido de la marcha, más de treinta kilómetros donde prácticame­nte todo es bajada, lo que a buen seguro nos sirvió para recuperar las piernas de cara al tramo final, que buena falta nos iba a hacer. Dicho y hecho, acabamos el descenso y volvemos a adentrarno­s en terreno del denominado pestoso, hasta llegar aproximada­mente al km 126, donde una curva a derechas nos mete de lleno y sin avisar en el siguiente coll, el Mama Por... ¡Y sus rampas de hasta el 18%! ¡Mamma mia! ¡Mare de Déu! No... ¡Mama Por...! Muy a duras penas, algo más de 6 km después, conseguimo­s coronarlo para afrontar ya, sin descanso y apenas fuerzas, la que sería la última estribació­n montañosa de la jornada, el Coll de Pinedes, de algo más de cinco kilómetros de longitud y una pendiente media del 4,5%, asequible excepto por un par de rampitas al final, aunque nada en comparació­n con lo que ya habíamos logrado superar. Coronado Les Pinedes empezamos a darnos cuenta de que nos hemos hecho con La Mussara. Nos quedan falsos llanos y algún que otro repecho, pero sabemos que en el kilómetro 157 nos encontrare­mos un largo descenso en caída libre hasta regresar al punto de partida. El viento, a estas alturas, ya era amigo nuestro y nos estaba esperando para ayudarnos a volar camino de la meta situada en Reus. Prueba superada. Leyenda escrita.

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