MONTSEC˜MONTSEC
La extraña meteorología del mes de mayo, con grandes contrastes de tiempo en pocos días, endureció una de las pruebas más entrañables del calendario.
Crónica de Sergio Palomar desde el pelotón que partió desde Balaguer.
Estamos en unos tiempos convulsos para las pruebas cicloturistas, en las que el beneficio de los organizadores prima sobre el trato hacia el ciclista, las cápsulas de seguridad y limitaciones impuestas por Tráfico condicionan el pedaleo y en las que la polarización entre los que buscan eventos en los que medirse frente a quienes conciben este deporte como una actividad contemplativa ha ido en aumento hasta hacer que las posturas sean casi irreconciliables. Unos tiempos en los que marchas como esta Montsec-Montsec, organizada de forma ejemplar por personas apasionadas por este deporte, nos demuestran que la concepción tradicional de estas pruebas es lo que realmente hace que el cicloturista las elija para llenar esos selectos huecos de su calendario. En la cita ilerdense no se juntan millares de participantes, prefieren quedarse en 1.000 a los que poder mimar. Tampoco necesita de grandes montañas, la sierra prepirenaica del Montsec y los profundos congostos excavados en
A TU GUSTO
la roca viva se graban en la memoria del ciclista. Ingredientes de calidad y repartidos en su justa medida, que hacen que las inscripciones disponibles vuelen en unos pocos días.
Para los que no conozcáis esta prueba, os ponemos en situación. La sierra del Montsec es un macizo calcáreo que se alza al norte la ciudad de Lérida. En la parte ubicada en Cataluña -esta sierra también se extiende hacia Aragóncuenta con dos grandes bloques: Montsec de Ares y Montsec de Rúbies, de los que esta marcha toma su nombre. Ambos quedan divididos por la cuenca del río Noguera Pallaresa. Sobre este espectacular tapiz, la organización del Club Ciclista Balaguer define tres trazados para que cualquiera, sin importar su nivel, pueda disfrutar de una fantástica jornada de pedaleo. Una opción corta de 80 km y 1.300 m de desnivel afrontando los dos primeros puertos y el último de la opción larga; la intermedia, de 140 km y 2.050 m; y la gran fondo, de 190 km y 3.300 m que se reparten en las subidas a Vilanova de la Sal, Ager, Comiols, Hostal Roig y Fontllonga. La mediana comparte las tres primeras ascensiones.
FRÍO Y VIENTO
En esta primavera de locos, en la que apenas tres días antes de la Montsec casi nos deshidratamos por el tremendo calor en lo que fue el último entrenamiento antes de viajar hacia Balaguer, pasamos a un desapacible día en el que el viento de componente norte hizo bajar las temperaturas. Por suerte, tras apenas 4 km de tramo neutralizado se encara la primera ascensión, algo más de 5 km tendidos que sirven para entrar en calor y romper la marcha desde el comienzo, evitando la formación de grandes grupos. Al coronar no hay bajada propiamente dicha, sino que nos encontramos con
una serie de falsos llanos que enlazan con el Port d’Ager, de similar distancia y pendientes, por una carretera ancha de esas en las que no pareces avanzar. Arriba sí podemos gozar de una larga y rapidísima bajada en la que la carretera va a serpentear a pie del Montsec de Ares buscando el paso a través de la montaña que nos ofrece el Congosto de Terradets y sus impresionantes cortados de roca. A la salida, una carreterita forestal que bordea el embalse homónimo para luego seguir dibujando la falda de la montaña, esta vez el Montsec de Rúbies, es el lugar ideal para recuperar fuerzas ante la larguísima subida hasta el Coll de Comiols. Sus algo más de 21 km, si bien no ofrecen excesiva dificultad por su pendiente moderada y numerosos descansitos, sí que resultan machacones y pueden pasar factura si el ritmo no es el adecuado. El frío nos vuelve a acompañar desde mitad del ascenso y la niebla que hace su aparición en la parte final deja los cuerpos destemplados, un factor que condicionará la bajada y hará que muchos decidan continuar recto hacia Balaguer por el recorrido intermedio. A quienes optamos por la opción larga nos espera atravesar nuevamente la sierra a través de la Collada d’Hostal Roig. Una afamada zona para los amantes de la escalada en roca y que esconde una preciosidad de puerto que en sus 10 km gana altura de forma constante, abriéndose hueco a través de un precioso desfiladero por una carretera estrecha y botosa. Un asfalto que nos hace extremar las precauciones en el descenso, al que se le ha unido el fuerte viento que ha ido aumentando en intensidad a lo largo de la jornada. La bajada finaliza junto al embalse de Terradets, donde desandamos el camino que hacíamos hace unas horas a través del Congosto.
ÚLTIMO ESFUERZO
A la salida del mismo proseguimos por lo que esta mañana era el desvío de la ruta corta. Torturados por el vendaval encaramos los algo más de 5 km del Alto de Fontllonga que, pese a su escasa pendiente, queda endurecido por la presencia de Eolo y los kilómetros acumulados. Carretera ancha que va ganando altura sobre el embalse de Camarasa y un Noguera Pallaresa próximo a su desembocadura en el Segre. Un curso fluvial que seguiremos en dirección a Balaguer, no sin antes lidiar con varios duros repechos y el viento inmisericorde, que nos hacen llegar completamente vacíos a meta tras más de seis horas y media de pedaleo. Suerte que la ducha, la abundante comida y el deseado masaje nos permiten volver a ser personas y comenzar a repasar en la cabeza todo lo vivido y disfrutado en una espectacular mañana de ciclismo.